Muy pocos se atreven a decir que el mercado de fichajes está lleno de irregularidades para que se lucren hombres que no saben lo que es un balón de fútbol. El mercado de fichajes es un lugar espléndido para el blanqueo de capitales. Uno de los que vieron esta inmejorable oportunidad fue el narco Pablo Escobar, que utilizó el Nacional de Medellín para lavar su dinero. Innumerables delincuentes han empleado el mundo del fútbol para esconder sus fechorías.

A pesar de la gran crisis mundial producida por el neoliberalismo, la burbuja del fútbol no pincha y el deporte rey vive en un mundo paralelo. Este año se han establecido cifras récords en los traspasos de fichajes. Pogba, Mkhitaryan y Bailly, 120, 42 y 38 millones por el Manchester United; Higuaín y Pjanic, 90 y 32 millones por la Juventus; Hulk, 56 millones por el Shanghai; Sané, 50 millones por el Manchester City; Xhaka, 45 millones por el Arsenal; Mané, 42 millones por el Liverpool. Batshuayi y Kanté, 40 y 36 millones por el Chelsea. André Gomes, 35 millones más 30 en variables por el Barcelona. Hummels y Renato, 35 millones cada uno por el Bayern de Múnich; Krychowiak, 34 millones por el PSG; Gameiro, 32 millones por el Atlético; Milik, 32 millones por el Nápoles; Shürrle, 30 millones por Borussia y Morata, 30 millones por el Real Madrid.

El fútbol se ha convertido en una suerte de carrera armamentística: todos los clubes gastan demasiado por miedo a sus vecinos

Se han pagado cantidades muy por encima del valor real de los jugadores. Un total de 18 jugadores igualan o superan la cifra de los 30 millones, y todavía quedan más de tres semanas para fichar. Cantidades muy lejanas de la única contratación que superó esta cifra en 2006 (Shevchenko, 43 millones), de las 4 contrataciones que superaron o igualaron los 30 millones en 2007 (Torres, 38 millones; Robben, 36 millones; Anderson, 31 millones; Pepe, 30 millones) y de las 3 contrataciones que superaron esta cifra en 2008, cuando estalla la crisis (Robinho, 43 millones; Berbatov, 38 millones; Dani Alves, 35 millones).

Nuevos agentes han emergido en el mundo globalizado del fútbol. Los hinchas han perdido el poder y ahora el poder está en manos de grandes sponsors, agentes como Jorge Mendes, televisiones, grandes jeques o multimillonarios asiáticos, que no son más que dopaje financiero y que están distorsionando las competiciones. Según Simon Kuper y Stefan Szymanski en Soccernomics: Una explicación económica sobre los mitos y verdades del deporte: "El fútbol se ha convertido en una suerte de carrera armamentística: todos los clubes gastan demasiado por miedo a sus vecinos".

Y como en geopolítica internacional, cualquier alteración repercute a todos. El justo reparto televisivo de la Premier ha encarecido los fichajes en todos los puntos geográficos que compiten en desigualdad de condiciones porque en países como España tienen un sistema de distribución de derechos televisivos improcedente que sólo beneficia a los clubes más poderosos.

Mientras, los medios de comunicación fomentan estos negocios de los cuales sacan tajada. Un caso evidente fue el invento del fichaje de Sidnei por el FC Barcelona por parte del periodista Manu Sainz del diario AS para revalorizar y colocar en un mercado potente al representado de su íntimo amigo Jorge Mendes.

Los valores del capitalismo han sido trasladados al fútbol y los que habitan los palcos están encantados.  A ellos no les interesa el fútbol pero han encontrado una puerta giratoria espléndida para continuar con el saqueo. Para desgracia de ellos pueden comprar todo lo que no tenga corazón. Como asegura Jorge Valdano en Fútbol, el juego infinito. El nuevo fútbol como símbolo de la globalización: "Lo que no es posible comprar con dinero es el sentimiento. Eso es propiedad del hincha". En ese mundo no existen las puertas giratorias. Podemos cambiar de marido, de mujer, de partido político o de religión, pero no se puede cambiar de equipo de fútbol.

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