AP confirma otras 5 fosas comunes en Myanmar

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AP confirma otras 5 fosas comunes en Myanmar

CAMPO DE REFUGIADOS BALUKHALI, Bangladesh (AP) Enterrados a medias en fosas comunes, se observan los cadáveres de hombres con el rostro quemado por el ácido o acribillado a balazos. Noor Kadir apenas pudo reconocer a sus amigos por el color de sus pantalones cortos.

Kadir y otros 14 musulmanes rohinyas escogían a los jugadores de sus equipos para un juego de chinlone, parecido al fútbol, cuando comenzaron los disparos. Para cuando los soldados dejaron de disparar contra la aldea de Gu Dar Pyin, en Myanmar, solo Kadir y otros dos de sus compañeros seguían vivos.

Días después, Kadir encontró a seis de sus amigos entre varios cuerpos lanzados a dos fosas.

Son dos de las más de cinco fosas comunes, ninguna de ellas reportadas previamente, que The Associated Press ha confirmado a través de varias entrevistas con más de dos decenas de sobrevivientes que se encuentran en un campo de refugiados en Bangladesh y con la ayuda de videos fechados tomados con teléfonos celulares.

El gobierno de Myanmar afirma constantemente que masacres como la de Gu Dar Pyin nunca existieron, y solo ha reconocido la existencia de una fosa común que contiene a 10 terroristas en la aldea de Inn Din. Sin embargo, las investigaciones de la AP muestran que el ejército masacró a civiles y dejan abierta la posibilidad de que haya más fosas con muchas más víctimas.

Se trata de la evidencia más reciente de lo que luce cada vez más como un genocidio en el estado de Rakhine, en el oeste de Myanmar, perpetrado contra de los rohinyas, una etnia musulmana perseguida desde hace tiempo en un país de mayoría budista. La oficina de comunicaciones del ejército birmano no respondió a varias llamadas en busca de comentarios el miércoles y el jueves. Htun Naing, un policía del municipio de Buthdaung, en el que se ubica la aldea, dijo que no ha escuchado de tales fosas comunes.

Myanmar ha restringido el acceso a Gu Dar Pyin, por lo que se desconoce el número de decesos. Sin embargo, las imágenes satelitales que obtuvo la AP de DigitalGlobe muestran una aldea diezmada. Hasta el momento, líderes comunitarios han compilado una lista de 75 personas muertas, y los pobladores estiman que podrían ser hasta 400, basándose en los testimonios de familiares y en los cadáveres que vieron en las fosas esparcidas en toda el área.

Casi todos los pobladores a los que la AP entrevistó vieron al menos tres grandes fosas en la entrada norte de Gu Dar Pyin, cerca del camino principal, en donde según los testigos los soldados agruparon y acribillaron a la mayoría de los rohinyas. Algunos otros testigos confirmaron otras dos grandes fosas ubicadas cerca de un cementerio, y varios enterramientos masivos de menor tamaño esparcidos por toda la aldea.

En los videos a los que la AP tuvo acceso, algunos fechados 13 días después de la masacre, se observan charcos verdiazules de ácido alrededor de cuerpos decapitados, torsos que se asoman bajo la superficie y manos esqueléticas que parecen aferrarse al suelo.

Los sobrevivientes dijeron que los soldados tenían planeado el ataque del 27 de agosto, y trataron de ocultar lo que hicieron. Llegaron armados no sólo con fusiles, cuchillos y lanzagranadas, sino también con palas para excavar las fosas y ácido para quemar rostros y manos a fin de que fueran irreconocibles.

Después de que más de 200 soldados ingresaron rápidamente a Gu Dar Pyin alrededor del mediodía, Mohammad Sha, de 37 años, agricultor y propietario de una tienda, se ocultó en un huerto de cocos cerca de un río con más de 100 personas. Observaron mientras las fuerzas armadas registraban las viviendas musulmanas y decenas de vecinos budistas, con los rostros cubiertos parcialmente con pañuelos, colocaban los bienes que hallaban en unas 10 carretillas. Luego los soldados quemaron las viviendas y le dispararon a cualquiera que no pudo huir, señaló Sha.

Mohammad Younus, de 25 años, gateaba sobre sus manos y rodillas tras recibir dos balazos cuando su hermano lo llevó hasta unos arbustos, donde Younus permaneció en el suelo siete horas. En un momento dado vio a tres camiones detenerse y comenzar a cargar cadáveres antes de dirigirse al cementerio.

Luego los pobladores budistas recorrieron Gu Dar Pyin en una especie de operación de limpieza, en la que utilizaron cuchillos para degollar a los heridos, dijeron los sobrevivientes, y arrojaron a los jóvenes y a los ancianos a hogueras.

Miles de personas del área se ocultaron en lo profundo de la selva, varadas sin alimentos salvo por las hojas y árboles que intentaron comer. Desde una montaña a unos 16 kilómetros (10 millas) de distancia otro grupo de pobladores observaba mientras Gu Dar Pyin ardía, las llamas y el humo elevándose al cielo.

En los días y semanas que siguieron al ataque, los pobladores encararon a los soldados para tratar de encontrar los restos de sus parientes. Decenas de cadáveres yacían en las veredas y en los alrededores de los hogares en ruinas; llenaban las letrinas. Los sobrevivientes pronto se enteraron que las marcas de pasto oscuro en los arrozales eran los lugares en los que los muertos habían caído.

Cadáveres hinchados comenzaron a elevarse a la superficie de las tumbas saturadas de agua por la lluvia.

"Hay muchos cuerpos en muchos lugares distintos", apuntó Mohammad Lalmia, un agricultor de 20 años cuya familia tenía un estanque que se convirtió en la mayor de las fosas comunes. No podían ocultar todas las muertes.

Once días después del ataque, Lalmia huía de los soldados que patrullaban cerca de la mezquita cuando descubrió una mano humana que sobresalía de un pedazo de tierra sin vegetación. Contó unos 10 cuerpos en la superficie de la fosa, que estimó que contendría al menos otros 10.

Lalmia y otros residentes de la aldea vieron otra gran tumba en la zona y unas más pequeñas con hasta 10 cadáveres esparcidas por la localidad.

El 9 de septiembre, Mohammad Karim, un residente de 26 años, grabó tres videos de fosas comunes entre las 10:12 y las 10:14 de la mañana, según la marca de tiempo de las imágenes, mientras los soldados lo perseguían, explicó. En el campo de refugiados de Bangladesh, casi dos docenas de rohinya de Gu Dar Pyin confirmaron que los videos mostraban fosas comunes en el norte de la localidad.

Unos 15 días después de la masacre, Rohima Khatu, de 45 años, buscó a su esposo en las tumbas de la entrada norte a Gu Dar Pyin, intentando identificarlo por su ropa.

"Había cadáveres por todas partes, huesos y partes de cuerpos, todos descomponiéndose, por lo que no podía decir cuál era mi esposo", dijo Khatu. "Lloré mientras estaba allí. Grité '¿a dónde has ido? ¿a dónde has ido?'".

"Lo he perdido todo".

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El periodista de The Associated Press Foster Klug ha cubierto información sobre Asia para la AP desde 2005. Está en Twitter en www.twitter.com/apklug

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