Baja desempleo en Europa, pero a costa de plazas temporales
LISBOA (AP) La recuperación económica de Europa está en plena marcha y en países como Portugal el desempleo ha bajado notablemente respecto a los niveles récord de épocas recientes. Pero no espera que gente como Nuno Mendes hable bellezas de la nueva situación.
Este trabajador estatal de 40 años, que tiene un máster, firma contratos por seis meses, nunca sabe si será renovado y gana apenas 1.200 euros (1.500 dólares) mensuales.
Le gustaría casarse con su novia y tener hijos, pero siente que no puede hacerlo. A diferencia de lo que sucede con los empleados con contratos permanentes, los bancos no le darán hipotecas para que compre una casa.
Todo en mi vida está en el aire... Empezar una familia, hacer planes a largo plazo, se lamentó Mendes. Todo es muy limitado y debilitante.
Muchos trabajadores del sur de Europa están en la misma situación, atrapados en empleos mal pagados e inestables, que les impiden hacer la vida que alguna vez soñaron. Es uno de los legados de la crisis de la eurozona asociada con la deuda.
El desempleo en los 19 países de la eurozona fue el más bajo en nueve años en diciembre, del 8,7%, según cifras oficiales difundidas el miércoles. El descenso respecto al 9,7% de hace un año coincide con un fuerte crecimiento económico del 2,5% registrado el año pasado.
Esas cifras alentadoras, sin embargo, esconden una dura realidad.
Los contratos temporales que no ofrecen seguridad laboral al trabajador han pasado a ser la norma desde la recesión del 2008. La Comisión Europea reconoció el año pasado que la tendencia general desde el 2006 es de un creciente uso de contratos involuntarios por un tiempo determinado.
Los líderes europeos han exhortado a los gobiernos del sur de Europa, donde el fin de dictaduras dio paso a nuevos poderes democráticos y fuertes sindicatos que exigían protecciones laborales, a que tengan una fuerza laboral más flexible. En otras palabras, con sueldos más bajos y que sea más fácil contratar y despedir.
En los últimos tiempos se sancionaron leyes que debilitan algunas de esos beneficios. De todas maneras, muchas empresas se muestran renuentes a ofrecer contratos que pueden pasar a ser una carga, con indemnizaciones y otras consideraciones legales.
Estas consideraciones dieron paso a lo que se denomina un mercado laboral doble, que para muchos analistas constituyen un flagelo europeo, en el que algunos trabajadores tienen planes de salud buenos, beneficios generosos y seguridad laboral, mientras que otros se las tienen que arreglar con sueldos bajos, inestabilidad laboral y pocas perspectivas de progresar.
El gobierno español dijo este mes que en el 2017 se crearon más empleos que nunca antes, 21,5 millones de plazas. Pero 19,6 millones eran temporales.
El principal sindicato italiano dice que la cantidad de trabajadores con empleos temporales o sin horario completo, que buscan trabajos fijos, subió a 4,5 millones de personas en el primer semestre del 2017, comparado con 3,1 millones en el 2007. Además, la cantidad de italianos que no consiguen empleo permanente se duplicó de los 756.000 del 2007 a los 1,8 millones de la primera mitad del año pasado.
Empresarios europeos atribuyen parte de este fenómeno a que las compañías no consiguen empleados con las aptitudes que buscan.
La tasa de desempleo de Portugal se mantuvo en el 7,8% en diciembre, la más baja en ocho años y la mitad de la que se registró en el 2013, de 16,2%. Al año siguiente comenzó una recuperación tras varios años de recesión que requirieron un rescate financiero motivado por una deuda de 78.000 millones de euros (97.000 millones de dólares).
Solo el 34% de los contratos firmados desde entonces hasta el año pasado fueron por tiempo indefinido, según el Observatorio de Crisis y Alternativas de la Universidad de Coimbra, Portugal.
La creación de empleos en Portugal fue espectacular, pero la mayoría son empleos temporales, dijo Nuno Teles, uno de los investigadores del observatorio.
Ello se debe en parte a que la recuperación la alientan en buena medida el sector turístico, que funciona por temporadas, y el de la construcción, que a menudo ofrece contratos por la duración de un proyecto.
También se hacen sentir las nuevas tecnologías, que hacen que cada vez más gente trabaje por su cuenta, desde su casa y sin empleo permanente.
El de Mendes es un caso especial, por tratarse de un empleado del gobierno sin un contrato fijo. El propio gobierno viola las normas laborales.
Mendes pertenece a la clase de precarios del estado, que alude a los empleados públicos con contratos temporales que se renuevan cada seis meses o cada año, y que permiten que el gobierno no pague beneficios. Los sindicatos presionan para que se los haga permanentes.
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En este despacho colaboraron Colleen Barry desde Milán y Ciaran Giles desde Madrid.