Caravana de migrantes descansa en sur de México

Caravana de migrantes descansa en sur de México
Un hombre levanta un carrito de bebé en alto mientras cientos de migrantes intentan acomodarse en la parte trasera de un camión, entre Niltepec y Juchitan, en el estado de Oaxaca, México, el 30 de octubre de 2018. (AP Foto/Rebecca Blackwell)

JUCHITÁN, México (AP) — Miles de agotados centroamericanos que viajan en una caravana a pie en un intento de llegar a Estados Unidos vieron el miércoles cómo sus esperanzas de recibir traslado hasta la Ciudad de México, a cientos de kilómetros de distancia, se desvanecían después de que no se materializara el envío de los ansiados autobuses.

Los migrantes tomaron un día de descanso después de caminar y viajar gratis en camiones de un pueblo a otro, mientras los representantes del grupo intentaban negociar traslados para los alrededor de 4.000 integrantes con la esperanza de amainar el largo y agotador trayecto.

Pero conforme avanzaba el día no había indicios de que las autoridades mexicanas pretendieran acceder a la demanda, y por la tarde los líderes del contingente reconocieron que las negociaciones habían fracasado.

“Fracasaron los intentos de viajar en autobús”, dijo el coordinador Walter Cuello.

Tras alojarse en una propiedad municipal ubicada a las afueras de la ciudad sureña de Juchitán, en el estado de Oaxaca, los migrantes comenzaron a buscar algo para comer mientras de fondo se escuchaban las canciones del cantante mexicano Vicente Fernández. Los anuncios realizados en los altavoces daban instrucciones para el uso del baño y señalaban que está prohibido cobrar dinero para cargar los teléfonos.

El personal de la Cruz Roja vendaba los pies hinchados del campesino hondureño Omar López, quien había caminado sobre el asfalto caliente de las carreteras todos los días durante las últimas dos semanas y pasó las noches sobre las aceras de concreto cubierto solamente por una hoja de plástico.

López dijo que jugar fútbol en su tierra natal le había dado resistencia, pero que la caminata “exagerada” ya comenzó a tener efectos.

“Vale la pena el sacrificio”, dijo. “Le prometí a mi hijo comprarle una motocicleta de verdad, se lo voy a cumplir. Y le prometí muchas cosas más, esto no es fácil, no solo las cosas, también le quiero dar educación”.

En medio de la creciente fatiga entre los migrantes, una mujer guatemalteca dio a luz a la primera bebé de la caravana en un hospital de Juchitán. La Comisión Nacional de Derechos Humanos de México dijo que organizó la atención médica para la madre, que tenía 28 semanas de embarazo, y que la niña goza de buena salud.

El plan para el jueves es iniciar el trayecto alrededor de las 3 a.m. para aprovechar el clima fresco de la madrugada y las primeras horas de la mañana a fin de trasladarse a Santa María Jalapa del Marqués, a unos 57 kilómetros (35 millas) al oeste.

Los migrantes no han dicho qué ruta pretenden seguir en su camino hacia el norte o qué punto fronterizo planean alcanzar. Juchitán, a unos 1.450 kilómetros (900 millas) de distancia de territorio estadounidense, es una encrucijada. Elegir Jalapa del Marqués como su próximo destino parece indicar que optaron por viajar hacia la capital del estado de Oaxaca, del mismo nombre, en lugar de dirigirse al norte hacia el estado de Veracruz y una ruta común hacia McAllen, Texas.

Mientras tanto en Washington, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, elogió el miércoles a México por impedir que los migrantes consiguieran viajes en vehículos.

“México ha salido al frente de una manera sin precedentes”, comentó Sanders al canal Fox News. “Han ayudado a impedir el acceso a muchos medios de transporte para estas personas de las caravanas, obligándolos a caminar. Nos han ayudado en nuevas formas para frenar esto, acabarlo y evitar que avance tan agresivamente hacia Estados Unidos”.

De hecho, el gobierno mexicano ha tomado una postura bastante contradictoria en cuanto a ayudar u obstaculizar a la primera caravana, lo que refleja un intento de mantener cierto equilibrio: las autoridades no quieren irritar a Trump, pero los propios mexicanos han sufrido malos tratos cuando migran.

Durante la primera semana de la caravana, la Policía Federal de México implementó medidas de seguridad poco claras, como cuando obligó a los migrantes a bajarse de camiones por la normativa de seguros. También detuvieron unas camionetas que trasladaban migrantes y los forzaron a bajarse.

Pero en los últimos días, los funcionarios de la agencia de protección de migrantes en México han organizado viajes en vehículos particulares para las mujeres y niños de la caravana como parte de labores humanitarias. Y la policía no ha tomado medidas cuando ha observado camiones repletos de migrantes.

Un segundo grupo más pequeño de unos 1.000 migrantes que ingresaron a México el lunes estaba unos 400 kilómetros (250 millas) más atrás. Pasaron la noche del martes en la ciudad de Tapachula, en el estado de Chiapas.

Detrás de ellos, un tercer grupo de migrantes de El Salvador ya había llegado a Guatemala y el miércoles un cuarto grupo de unos 700 salvadoreños partieron de la capital, San Salvador, con el objetivo de llegar a la frontera de Estados Unidos con México, a más de 2.400 kilómetros (1.500 millas) de distancia.

El salvadoreño José Santos, de 27 años, trajo a su hijo a la quijotesca misión.

“Yo no quería irme, pero no tengo trabajo y tengo que darle de comer a mi hijo. Aquí no hay trabajo y la violencia está imparable”, dijo Santos.

El número de integrantes de las diversas caravanas representa apenas unos pocos días del flujo promedio de los migrantes que llegan a Estados Unidos. Las caravanas han ocurrido de forma regular en los últimos años y generalmente pasaban desapercibidas, pero el presidente Donald Trump ha atraído la atención a ellas para hacer de la seguridad fronteriza un tema clave a pocos días de las elecciones legislativas de Estados Unidos.

El Pentágono anunció que desplegará a 5.200 soldados en la frontera suroeste. Pero la ley federal restringe a los militares de participar en labores policiales en territorio estadounidense, por lo que su papel podría estar limitado a actividades como proporcionar apoyo aéreo para las misiones fronterizas, colocar barreras de concreto y dar mantenimiento a vehículos, en lugar de detener migrantes.

El presidente Donald Trump dijo el miércoles que el número de militares enviados a la frontera podría llegar a 15.000. También tuiteó que: “No dejaremos que estas caravanas, que están integradas por delincuentes y miembros de pandillas, ingresen a Estados Unidos. Nuestra frontera es sagrada, deben entrar legalmente. ¡Regrésense!”.

Desgastados tras recorrer varios kilómetros y frustrados por el progreso tan lento que han hecho, muchos migrantes han hecho justo eso. Han desistido de llegar a la frontera y regresaron a casa o solicitaron un estatus de protección en México.

El primer grupo se ha reducido significativamente de los más de 7.000 migrantes que registró en su punto máximo. Otra caravana que llegó a la frontera de Estados Unidos en San Diego hace unos meses estaba conformada por apenas 200 personas.

El secretario de Gobernación de México, Alfonso Navarrete Prida, dijo que unos 2.300 migrantes han solicitado quedarse en México al amparo de un plan del gobierno y que cientos más han aceptado la repatriación asistida.

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El periodista de The Associated Press Peter Orsi contribuyó a este despacho desde la Ciudad de México.

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