Juez de Idaho desestima demanda de veterinarios mexicanos

BOISE, Idaho, EE.UU. (AP) — Un juez federal desestimó una demanda incoada por seis veterinarios mexicanos que dicen fueron reclutados para ser científicos enfocados en los animales en una fábrica de productos lácteos de Idaho, pero que en lugar de eso se les obligó a trabajar como jornaleros.

Aunque los administradores de la fábrica Funk Dairy Inc. utilizaron un lenguaje intimidante para hablarles a los trabajadores una vez que llegaron a Murtaugh, Idaho, con sus acciones no los obligaron a estar ahí, dijo el juez de distrito David Nye.

En la querella, los veterinarios César Martínez Rodríguez, Dalia Padilla López, Mayra Muñoz Lara, Brenda Gastelum Sierra, Leslie Ortiz García y Ricardo Neri Camacho alegaron que sus patrones aprovecharon su miedo, su incapacidad para hablar inglés y su desconocimiento del sistema legal estadounidense para obligarlos a quedarse en la fábrica de 2014 a 2015. Dijeron que les negaban los descansos para comer, que les proporcionaron un alojamiento por debajo de los niveles estándar y que pasaban 12 horas al día quitando estiércol y ordeñando a las vacas en lugar de supervisar la salud de los animales y los programas de reproducción como les habían prometido.

Señalaron también que fueron amenazados con ser deportados si no hacían bien su trabajo.

Sin embargo, el juez dijo que los comentarios hechos a los veterinarios sobre un proceso de deportación a México no eran amenazas, sino que eran enunciaciones de la ley: Si dejaban de trabajar para la fábrica, Estados Unidos tendría el derecho de revocarles sus visas de trabajo y enviarlos de regreso a México.

De momento no se pudo contactar al abogado que representa a los veterinarios, Edgar Iván Aquilasocho, para pedirle sus comentarios.

David Claiborne, el abogado que representa a Funk Dairy, al dueño David Funk y al gerente Curtis Giles, tampoco pudo ser contactado por The Associated Press. La semana pasada, Claiborne comentó al diario Capital Press en Salem, Oregon, que el sobreseimiento de la demanda era un buen resultado y que sus clientes siempre creyeron que habían hecho todo según las normas y en conformidad con la ley estatal y federal.

En documentos entregados a la corte, Claiborne dijo que los trabajadores hicieron labores de veterinaria además de algunos trabajos manuales, y que, aunque los encargados esperaban que trabajaran muy duro, eran libres de elegir dónde vivían, a dónde viajaban y si querían seguir laborando en la fábrica lechera o no.

El juez estuvo de acuerdo y señaló que no había suficiente evidencia para proseguir.

“Esto está evidenciado notablemente por dos hechos: primero, que tres de los demandantes renunciaron durante su periodo con Funk Dairy debido a que no estaban satisfechos con su empleo; y, en segundo lugar, porque Funk Dairy despidió a los tres empleados restantes porque no estaba satisfecho con su trabajo”, escribió Nye en el fallo emitido el 20 de mayo.

“Si Funk Dairy hubiera obligado realmente a los demandantes a trabajar, no habría permitido que tres renunciaran y no habría despedido a los otros tres”, agregó.

Nye también dijo que los términos del acuerdo laboral, incluida la descripción de en qué consistía el trabajo, el sueldo, la opción de recibir bonos, las vacaciones pagadas y la ayuda con el viaje y los costos de hospedaje nunca se pusieron por escrito.

“Por lo menos, las cuestiones planteadas son desacuerdos sobre los deberes del trabajo, las obligaciones que conlleva o las expectativas, y como máximo son reclamos de empleo, contrato o discriminación, pero ninguno de los testimonios se eleva al nivel de tráfico federal o de trabajo forzoso”, escribió el juez.

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