Cuba permite acceso sin precedentes a gira presidencial

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Cuba permite acceso sin precedentes a gira presidencial
El presidente cubano Miguel Díaz-Canel en Caimanera, Cuba, el 14 de noviembre del 2019. ( AP Foto/Ismael Francisco)

GUANTÁNAMO, Cuba (AP) — El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, inició la jornada en una población con vista a la base naval estadounidense en la Bahía de Guantánamo. Deploró el embargo estadounidense e inspeccionó una serie de empresas estatales junto con miembros de su Consejo de Ministros.

A media tarde, el presidente y sus ministros discutieron la productividad agrícola durante una hora ante un auditorio de estudiantes universitarios.

Doce horas después de iniciar la jornada, el presidente de 59 años se dedicó a estrechar manos, besar mejillas y cantar en el escenario junto con los artistas en un centro cultural del gobierno en el centro de Guantánamo, la capital de la provincia más oriental de Cuba.

Más de 18 meses después de la juramentación de Díaz-Canel, The Associated Press fue una de las dos organizaciones periodísticas extranjeras a la que se otorgó acceso sin precedentes a lo que se ha convertido en una actividad emblemática de su gobierno: una gira relámpago por una de las 14 provincias del país.

Por la manera de prestar atención a los menores detalles de los servicios públicos e infraestructura locales, las giras significan el retorno de un estilo de liderazgo que floreció en Cuba bajo el dirigente revolucionario Fidel Castro durante sus cuatro décadas en el poder. El hermano y sucesor de Castro, Raúl, prácticamente no tuvo contacto con la prensa o con multitudes desde que tomó el poder en 2008. Raúl Castro gobernó durante una década hasta que pasó la posta a Díaz-Canel.

Castro, de 88 años, sigue siendo el primer secretario del Partido Comunista cubano y dice prever que Díaz-Canel lo sucederá en 2021 para la década siguiente, lo cual lo convierte en la figura más poderosa de la isla al menos hasta 2031.

Antes de esta semana, no se había invitado a la prensa extranjera a sus giras por Cuba, las que están documentadas minuciosamente en la prensa estatal y en las cuentas que abrieron los ministros en redes sociales por orden de Díaz-Canel.

Hombre alto y de contextura fuerte con voz rasposa, Díaz-Canel casi no ha tenido contacto con la prensa extranjera desde que asumió. Habló una vez con la AP y otros periodistas extranjeros el jueves durante la gira.

“Los yanquis siguen apretando, pero nosotros seguimos resistiendo”, dijo en respuesta a una pregunta del periodista de AP sobre las presiones estadounidenses al iniciar su paso por la población de Caimanera sobre la Bahía de Guantánamo. “Vamos a resistir, nunca nos vamos a rendir y con el apoyo de todos vamos desarrollando nuestras ideas, nuestros conceptos y el país va a seguir avanzando”.

Los cubanos no eligen al presidente. Las elecciones a las asambleas locales y nacional son referendos por sí o por no con candidatos seleccionados por el Estado. No hay encuestas de opinión, y la Asamblea Nacional aprueba unánimemente todos los proyectos sometidos por el ejecutivo.

En privado, los cubanos se sienten libres de criticar al gobierno o burlarse de los líderes en las redes sociales, pero la represión del disenso público sigue siendo generalizada.

A pesar del poder cuasi total del Estado y el Partido Comunista, el control no se ejerce con tanta rigidez como en la época en que Cuba estaba aislada, mantenida a flote por la ayuda soviética y luego la venezolana. El internet y los viajes han multiplicado las conexiones con el mundo exterior, y la isla misma requiere miles de millones de dólares anuales en turismo y las remesas de los expatriados a sus familiares en el país.

El estilo de las giras de Díaz-Canel es muy similar al de las visitas de Fidel Castro a distintos lugares de Cuba en las décadas de 1970 y 1980, dijo Lillian Guerra, profesora de Historia de la Universidad de Florida y autora de “Heroes, Martyrs and Political Messiahs in Revolutionary Cuba”.

Con las muestras públicas de adoración al líder, el objetivo de las giras parece ser, en parte, convencer a los escépticos en Cuba y al mundo que millones de ciudadanos mantienen su lealtad al sistema comunista, dijo Guerra.

Las imágenes del presidente al inspeccionar los menores detalles de las fincas y fábricas estatales quieren demostrar que Díaz-Canel tiene el timón en un país donde el ejercicio del poder es siempre opaco.

“Es Fidel”, dijo Guerra. “Es un retroceso a esa época. Tienen que demostrar que hay un muro infranqueable de partidarios incondicionales”.

Díaz-Canel ha dicho que la comunicación con el público será una de las prioridades de su gobierno, y en la gira del jueves la prensa extranjera pudo presenciar sus esfuerzos para crear una imagen de apertura, contacto con la gente e interés por los menores detalles del gobierno y los servicios públicos locales.

El presidente y sus ministros visitaron una decena de sitios en torno a la capital de Guantánamo y poblaciones vecinas, donde recibieron informes detallados sobre los planes de producción y fomento en una variedad de instalaciones, desde una planta láctea hasta una bananera.

La prensa extranjera pudo presenciar tres eventos durante la jornada: una visita a una sala de cine en Caimanera, el foro con los estudiantes y una visita nocturna al centro de Guantánamo. Poco después de las 9 de la noche, Díaz-Canel saludó a los músicos en un centro cultural, cantó algunas estrofas con un artista en el escenario, recorrió las mesas en un restaurante gubernamental vecino y salió a la calle a saludar a la gente.

Los eventos estaban coreografiados, con consignas de “viva Díaz-Canel”, pero hubo algunas muestras de espontaneidad: cuando Díaz-Canel se aprestaba a partir en su camioneta SUV, una mujer se abrió paso a través del cordón de seguridad e insistió en entregarle un papel que parecía tener un texto, acaso un pedido de ayuda.

Tras la partida del presidente, la mayoría de quienes permanecieron en la plaza central de Guantánamo eran funcionarios locales o decenas de agentes de seguridad vestidos de paisano que controlaron la zona y vigilaron estrechamente a la prensa y la gente.

Uno de los pocos mirones era David Acosta, empleado estatal jubilado de 70 años, quien dijo que Díaz-Canel había demostrado ser un líder interesado en la gente.

“Es un presidente que es justo delante de las leyes revolucionarias y las necesidades que tiene nuestro país y no oculta lo malo”, dijo Acosta.

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