Juzgados de inmigración: Mascarillas y guantes prestados
SAN DIEGO (AP) — Los abogados de inmigración están usando gafas para nadar y máscaras que les prestan los amigos para visitar clientes en los centros de detención. Jueces enmascarados llenan sus juzgados de desinfectantes de manos para hacer vistas que preferirían realizar por teléfono.
Si bien se han interrumpido la mayor parte de las actividades por el coronavirus, el gobierno de Donald Trump resiste los llamados de jueces y abogados que piden suspender las audiencias en persona y cerrar todos los tribunales de inmigración. Dicen que incluso los casos más apremiantes pueden ventilarse por teléfono para evitar que los inmigrantes sigan recluidos en centros de detención indefinidamente.
El Departamento de Justicia aplazó el lunes audiencias para personas que esperan en México respuesta a sus solicitudes de asilo, pero lo hicieron solo después de que jueces de San Diego se negasen a mantener abiertos sus juzgados en medio de la pandemia. El gobierno ha demorado las vistas de los inmigrantes que no están detenidos, pero quiere llevar a cabo las de los que sí lo están.
La sospecha de infecciones de coronavirus hizo que cerrasen temporalmente juzgados de inmigración en Nueva York, Nueva Jersey y Colorado la semana pasada. Como precaución, el gobierno anunció el miércoles el cierre de más juzgados y dijo que otros serán reabiertos solo para aceptar documentos. Pero muchos de los 68 tribunales de inmigración del país siguen funcionando.
Jueces y abogados tratan de protegerse. El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas les dijo a los abogados que lleven sus propias mascarillas y guantes, que ni siquiera muchos hospitales pueden conseguir.
El distanciamiento social en juzgados pequeños es problemático. Los jueces se pasan documentos con sus colaboradores constantemente en salones donde también están los abogados y familiares de los inmigrantes. Además hay intérpretes que van y vienen.
Abogados de inmigración, sindicatos de jueces y los propios abogados del Departamento de Seguridad Nacional han pedido en forma conjunta que se cierren todos los tribunales.
“Se sabe que el coronavirus es contagioso incluso cuando la gente no tiene síntomas. Eso preocupa a todo el mundo. Cuando surgen los síntomas, ya puede ser demasiado tarde”, afirmó Samuel Cole, juez de inmigración de Chicago y vocero de la Asociación Nacional de jueces de Inmigración. “Todos corremos riesgos”.
Las reglas cambian a diario a medida que se esparce el virus y las autoridades deben decidir si pueden mantener funcionando los tribunales de inmigración.
La Oficina Ejecutiva para la Revisión de Inmigración del Departamento de Justicia, que supervisa los tribunales de inmigración, dijo en un correo electrónico enviado a la Associated Press que evalúa constantemente la situación y toma decisiones en base a la información disponible.
“Dependiendo de la naturaleza y la magnitud de cada incidente”, el sistema responderá apropiadamente, disponiendo incluso el cierre de tribunales, dijo la portavoz Kathryn Mattingly.
Se alienta el uso de teleconferencias para las vistas y de contactos telefónicos para reducir los riesgos, dijo Mattingly. Agregó que a nadie se le exige que presente documentos en persona.
Los tribunales de inmigración tienen 1,1 millones de casos pendientes y en muchos lugares los abogados son considerados trabajadores indispensables que no deben quedarse en sus casas. En los tribunales penales, algunos juicios fueron aplazados y algunos estados cerraron los juzgados.
En la mayoría de los casos, el coronavirus provoca síntomas leves o moderados que desaparecen en dos a tres semanas. En algunas personas, sobre todos los adultos mayores y las que padecen trastornos de salud subyacentes, puede provocar enfermedades más graves, como la neumonía, e incluso la muerte. La mayoría de la gente se recupera.
Algunos jueces realizan vistas a través de la internet mientras que otros sencillamente se niegan a ir a sus juzgados, según el sindicato de jueces.
En un tribunal de Nueva York los abogados llegaron el lunes y se encontraron con que no había ido ninguno de los tres jueces, según Andrea Saenz, abogada de los Servicios de Defensa de Brooklyn, que representa a inmigrantes detenidos.
Horas después se enteró de que el tribunal cerraba por una posible infección. Los abogados dicen que tienen que elegir entre arriesgar su salud yendo a los juzgados o quedarse en sus casas y hacer que sus clientes pierdan la oportunidad de ser liberados.
“Es un desastre”, dijo Saenz.
Las solicitudes de realizar vistas virtuales son a veces ignoradas si no son hechas en persona.
Luego de que no se respondiese a un pedido de un abogado de Nueva York, la madre de un inmigrante tomó un tren y luego el metro para presentar en mano el pedido escrito del abogado de que se hiciese una vista telefónica. A la mujer se le diagnosticó luego el coronavirus, según una carta de la Asociación de Abogados Defensores de Deportaciones a la Oficina Ejecutiva de Revisiones de Casos de Inmigración.
“¿Se imaginan la cantidad de gente con la que estuvo en contacto como resultado de la decisión de mantener este tribunal abierto?”, dice la carta.
En algunos casos se pueden hacer vistas usando el teléfono, pero no con menores, de acuerdo con abogados que quieren aplazar esas audiencias.
“¿Cómo hacemos para asegurarnos de que entienden las cosas?”, preguntó Laura Barrera, abogada del Programa de Menores de Tucson del Proyecto Florence sobre los Derechos de los Inmigrantes y los Refugiados.
Dijo que solicitó un aplazamiento de vistas pautadas para el viernes de 11 menores bajo custodia del gobierno, que fue denegado. Ahora planea reunir a los chicos, procedentes de distintos albergues, para una audiencia con video, exponiéndolos a contraer el virus, según Barrera.
A los abogados también les cuesta encontrarse con clientes adultos para preparar los casos.
Abogados de Inmigración de Arizona dicen que se les dijo que los centros de detención exigen que los visitantes lleven mascarillas, protectores para los ojos y guantes, todos elementos muy difíciles de conseguir.
La abogada Margaria Silva improvisó. Al llegar a un centro de detención de Eloy, Arizona, el lunes, llevaba las gafas protectoras de su marido, que es agrimensor; una máscara que le prestó una amiga y guantes que consiguió en una ferretería. Dice que se sintió ridícula.
“Las gafas se nublaban cada vez que respiraba”, relató.
Otro abogado tenía solo una mascarilla y un segundo gafas de nadar. Guardias y reclusos no tenía nada, indicó.
Silva dijo que querría que las autoridades liberasen a los detenidos que no tienen antecedentes delictivos o que cometieron infracciones menores, como el suyo. Eso, señaló, reduciría la necesidad de tantas audiencias.
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Taxin informó desde Orange County, California.