Los tigres prosperan en India entre reclamaciones indígenas
BANGALORE, India (AP) — En medio de un ambiente festivo, varios funcionarios se reunieron el domingo en la ciudad sureña de Mysuru, a unas horas de varias de las mayores reservas de tigres en India, y el primer ministro, Narendra Modi, anunció entre aplausos que la población de tigres del país ha crecido de forma continuada a más 3.000 ejemplares desde que comenzó su gran programa de conservación hace 50 años, entre preocupaciones sobre el menguante número de los grandes felinos.
“India es un país donde proteger la naturaleza forma parte de nuestra cultura”, proclamó Modi. “Por eso tenemos tantos logros únicos en conservación de vida silvestre”.
Modi también presentó la International Big Cats Alliance, una iniciativa que según dijo se centrará en la protección y conservación de siete especies de grandes felinos: tigres, leones, leopardos, leopardos de las nieves, pumas, jaguares y guepardos.
Pero el domingo, los manifestantes contaban sus propias historias sobre cómo se habían visto desplazados por proyectos de conservación de naturaleza en el último medio siglo, con docenas de personas en una protesta a una hora de distancia del festivo acto oficial.
El Proyecto Tigre comenzó en 1973 después de que un censo de grandes felinos mostrara que los tigres de India estaban en la vía rápida de extinción debido a pérdida de hábitat, caza deportiva no regulada, una creciente caza furtiva y muertes como represalia de la población local. Se cree que entonces había unos 1.800 tigres, aunque la mayoría de expertos creen que esa cifra estaba por encima de lo real debido a los imprecisos métodos empleados en India hasta 2006. Las nuevos leyes intentaban frenar el declive, aunque el modelo de conservación se centraba en crear reservas protegidas sin intervención humana en los ecosistemas.
Varios grupos indígenas dicen que la estrategia de conservación, muy influenciada por el ecologismo estadounidense, supuso desarraigar a numerosas comunidades que habían vivido en la selva desde hacía milenios.
Miembros de varios grupos indígenas o adivasi, como se conoce a los pueblos indígenas en el país, crearon el Comité de Establecimiento de Derechos Forestales de Nagarahole Adivasi en protesta por las expulsiones de sus tierras ancestrales y para pedir voz en la gestión de los bosques.
“Nagarahole fue uno de los primeros bosques en quedar bajo el Proyecto Tigre, y nuestros abuelos y padres probablemente estuvieron entre los primeros en ser obligados a abandonar los bosques en nombre de la conservación", dijo J. A. Shivu, de 27 años, miembro de la tribu jenu kuruba. “Hemos perdido todos los derechos a visitar nuestras tierras, templos o incluso recoger miel en el bosque. ¿Cómo podemos seguir viviendo así?".
La miel, o jenu en el idioma kannada del sur de India, es la principal fuente de ingresos de la tribu, que vende lo que recoge de colmenas en el bosque.
Los jenu kuruba, menos de 40.000 personas, son uno de los 75 grupos tribales que el gobierno indio clasifica como especialmente vulnerable. Las comunidades adivasi como esa están entre las más pobres de India.
Algunos expertos dicen que las políticas de conservación que intentaban proteger un entorno salvaje impoluto se vieron influenciadas por los prejuicios contra las comunidades locales.
El ministerio indio de asuntos tribales ha reiterado que está trabajando en derechos de los adivasis. Apenas el 1% de los más de 100 millones de adivasis en india ha obtenido derechos sobre tierras forestales pese a la ley de derechos forestales aprobada en 2006 que pretendía “deshacer la injusticia histórica” ejercida sobre estas comunidades.
La población de tigres en India, mientras tanto, prospera. Los 3.167 tigres del país suponen más del 75% de la población mundial de tigres salvajes.
Los tigres han desaparecido en Bali y Java, y es probable que los tigres en libertad se hayan extinguido en China. El tigre de la isla de Sunda, la otra subespecie, sólo se encuentra en Sumatra. Muchos han celebrado como un éxito el programa de India para salvaguardar a los felinos.
“El Proyecto Tigre difícilmente tiene un igual en el mundo porque ningún plan de esta escala y magnitud ha tenido tanto éxito en otro lugar”, dijo SP Yadav, funcionario indio encargado de la iniciativa.
Sin embargo, los críticos señalan que los costes sociales de esa conservación -en la que los departamentos de bosques protegen la fauna silvestre e impiden que la población local acceda al bosque, son considerables.
Sharachchandra Lele, del Fondo Ashoka de Investigación en Ecología y Medioambiente, con sede en Bangaloro, dijo que el modelo de conservación está anticuado.
“Ya hay varios ejemplos de bosques utilizados de forma activa por comunidades locales, y en realidad el número de tigres ha crecido aunque la gente se beneficiaba de estas regiones”, explicó.
Vidya Athreya, director de la Sociedad de Conservación de Vida Silvestre en India que estudia las interacciones entre grandes felinos y humanos desde hace dos décadas, se mostró de acuerdo.
“Tradicionalmente, siempre poníamos a la vida silvestre por encima de las personas”, dijo Athreya. La forma de seguir adelante con la protección ambiental en India, señaló, es implicarse con las comunidades.
Shivu, de la tribu jenu kuruba, también quiere regresar a una vida en la que tigres y poblaciones indígenas vivían juntos.
“Los consideramos dioses, y a nosotros como los custodios de estos bosques”, dijo.
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Aniruddha Ghosal en Nueva Delhi, India, contribuyó a este despacho.
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