Amanecer...

Para comenzar, debo decir que soy una persona de hábitos nocturnos, fácilmente puedo pasar largas horas de la noche frente al computador leyendo noticias o notas interesantes, o simplemente jugando. Pero particularmente anoche, mi fiel amigo "el insomnio" me condujo sin darme cuenta hasta el amanecer.

Cuando volteé a ver la ventana, me di cuenta que ya el cielo comenzaba a tener matices que asomaban la salida del sol. Hacía mucho tiempo que no me pasaba esto, o mejor dicho, que no disfrutaba de un evento tan cotidiano y al mismo tiempo tan mágico como este.

Me levanté de mi silla  y fui directo a la ventana de mi sala para disfrutar minuto a minuto de ese lento momento que nos muestra la salida del sol, el comienzo de un nuevo día.

No perdí oportunidad de llevar mi cámara en mano, pues en la actualidad, cuando a esa hora es que normalmente nos levantamos para arreglarnos para ir al trabajo, tener los hijos listos para el colegio y salir a tiempo de nuestras casas, lo menos en lo que nos fijamos en medio de tanto apuro es en el conjunto de matices y colores que se forman en el cielo y que es un momento realmente maravilloso.

Al abrir la ventana que dá hacia el este, lo que más me gustó fué sentir esa rica brisa con olor a amanecer. No muy fría, no muy fuerte. Ese tipo de brisa que es agradable sentir, que te refresca y que únicamente sopla a esa hora de la mañana. La disfruté en mi rostro por un momento, con los ojos cerrados pero el resto de mis sentidos abiertos, a flor de piel; sintiendo su olor a mañana fresca, oyendo su soplar no muy rápido y recibiendo su caricia entre cálida y fría sobre mi piel. Después de unos segundos me dispuse luego a tomar las fotos.

En ese instante de paz que estaba viviendo muchas cosas vinieron a mi mente. Pensé en los problemas actuales, en el stress diario, en lo rico que se sentía el momento del cual estaba siendo parte y en un sin fin de cosas más que venían a mi mente. Pero me detuve y me dije a mi misma: "ey, disfrútalo! no lo haces todos los días..." Asi que sólo me quede mirando el horizonte y detallando como poco a poco el cielo iba cambiando de color, y como se notaba la diferencia entre los matices de un cielo que ya comenzaba a aclaran junto con el del mismo cielo que en pocos kilómetro aún continuaba oscuro.

Quizás, en ese momento comprendí y sentí que muchas veces nos perdemos de los pequeños y más simples detalles  por estar sumergidos en un mundo lleno de trivialidades, que hemos perdido la capacidad de ver las cosas hermosas que suceden a nuestro alrededor, que no reparamos en la simplicidad pero al mismo tiempo profundidad de un amanecer o incluso un atardecer, y que quizá también estamos perdiendo la alegría de vivir para convertirnos poco a poco en autómatas de un mundo que cada día nos convence más que para ser feliz debes ser "tecnológico". Ojo, no estoy en contra de la tecnología, la uso y la disfruto bastante, pero también hay ocasiones en donde trato de ser más terrenal y humana, y eso, fue lo que sentí esta mañana gracias a mi fiel amigo "el insomnio".

Mi conclusión y aprendizaje de hoy: hay ocasiones en las cuales hay que dejarse llevar por los momentos mágicos. Vive, ríe, sueña y sé feliz!