Quotes - Segunda Parte

Unos días después, Beatriz le dejó en la pizarra donde se dejaban pensamientos con una chinche, una frase que la leyó de internet y la transcribió en un papel. De allí, volvió a su lugar y lo miró a su compañero. Se puso a trabajar para no intimidarlo al muchacho y éste, luego de unos minutos, ya no aguantaba más y se fue hacia el lado de la pizarra. Se acercó y empezó a leer todas las frases, hasta que la encontró: "Cuando algo te hace muy feliz y a la vez te da un poco de miedo, es que es exactamente lo que necesitás". Él lo sacó de allí disimuladamente y se puso la hoja en el bolsillo del pantalón, guardándolo como recuerdo... como si fuera un tesoro. Fu a su escritorio, mirándola de reojo para que nadie notara sus sentimientos por Beatriz, y se puso a buscar por internet frases para responderle... pero no hubo ninguna que le describiera lo que sentía en ese momento. A los minutos, leyendo uno de los artículos de la página en la que ellos trabajaban, encontró uno en particular de una compañera donde se celebraba el nacimiento y fallecimiento de María Félix, citando varias de sus frases y en la que una de ellas le partió la cabeza: "Las hormonas te las alborota cualquiera, las neuronas no". Rápidamente, copió el link y lo puso en una hoja nueva en el e-mail. Le puso las coordenadas del párrafo y línea donde quería que leyera. Puso "enviar", pero enseguida se lo rebotó. No entendía el por qué y lo volvió a reenviar, pero nuevamente le pasó lo mismo. Hizo otro intento más pero lamentablemente fue fallido también. Tomó un pedazo de papel amarillo de los anotadores con pegamento en un extremo... pero no se animaba a dejárselo. Al final de la hora todos se fueron, inclusive Beatriz. Aprovechó en pegárselo en la pantalla de su monitor y se fue a su casa... con todas las ansias de que ella lo encontrara y se llevara una linda sorpresa.

Al día siguiente, Héctor llegó más temprano que de costumbre. Empezaron a llegar sus compañeros, pero Beatriz todavía no. Ya habían pasado dos horas de la entrada del trabajo, pero no se presentó. Se preocupó por demás y nadie comentaba nada. Fue hacia el escritorio de Beatriz y ya no estaba el papelito pegado en el monitor. Pensó que la señora que limpiaba, lo había tirado y eso lo entristeció... sintió que perdió la oportunidad de conocerla y de salir con ella. Abatido, se fue a la cocina a hacerse un café y tomó su taza dentro de la alacena. Debajo del objeto, había un papel de los amarillos como él le había pegado en el monitor de la pantalla de Beatriz. Lo despegó lentamente para darle más suspenso y era una nota de ella... ¡había reconocido su letra! Solo veía las palabras pero no las leía. Se concentró y la nota decía:

Perdón por no haberte avisado que era mi último día de trabajo.  Te espero en el café de la esquina después de las 18.

B.

A Héctor se le volvió el alma al cuerpo ¡Estalló de alegría! No veía la hora de que terminara su jornada laboral para encontrarse con Beatriz. Escribía cualquier cosa y parecía que su dislexia se empeoraba cada vez más entre la ansiedad y la felicidad. Llegó la hora de irse del trabajo y se acercó a un puesto de flores en una esquina para comprarle los lirios blancos. Fue hacia el bar a encontrarse con Beatriz y no la veía por ningún lado... se desesperó y empezó a hacer conjeturas y a pensar lo peor. No podía creer que lo haya plantado... sentía que su amor era correspondido y se negaba a pensar que era lo contrario. Estaba desesperado, agitado y con una angustia que se le inundaba el pecho de tristeza. De repente, alguien le tapó los ojos con unas manos pequeñas y un poco frías. Las tocó y las reconoció enseguida... se dio vuelta y era Beatriz, dándole su hermosa sonrisa. Héctor no pudo contenerse que la tomó por detrás la cintura, acercándola más hacia él y le dio el beso muy dulce que había dado en su vida.