La más triste forma de desamor

Es común ver gente sufrir por un amor no correspondido o por una ruptura amorosa, generalmente abrupta, en medio de pleitos que transforman a los que alguna vez fueron amantes en enemigos a muerte. Sí, creo que éstas son las formas más comunes de experimentar el desamor. No obstante, existe una forma de éste que no sé si es frecuente, aunque me atrevería a decir que es, desde mi perspectiva, una de las más dolorosas. Todas duelen, sí, pero creo que el dolor se acrecienta cuando no existe la posibilidad de encontrar una razón específica, un motivo concreto que nos explique por qué se acaba una relación. Y, en este sentido, la forma de desamor que quizá podría hacerse acreedora al título de "la más triste" es la que llega, paradójicamente, cuando los sueños de los enamorados se cumplen, es decir, cuando logran concretar un proyecto de vida juntos..., pero los años se encargan del resto.

Es cierto que no a todas las parejas se les acaba el amor, ni todas tienen que experimentar el vacío que queda donde alguna vez hubo un entendimiento pleno y casi total. Pero también es verdad que a muchas parejas sí les ocurre, y es a ellas a quienes dedico esta nota..., porque creo que pocos le escriben a ese desamor que trae el hastío, y que deja las heridas más profundas, porque son las que se producen continuamente, día tras día, durante mucho tiempo.

¿Es la rutina? ¿O es simplemente que los amantes cambian y llega un punto en el que ya no pueden ni reconocerse ni volver a coincidir como lo hacían antaño? Aquellos labios que ardían en deseo por pasar más y más horas juntos, ahora, si es que besan algo, ese algo es la mejilla. Los secretos hacen acto de aparición, justo ahí, donde antes no existían. La emoción que alguna vez se sintió momentos antes de ver al Otro, ha dado paso a la indiferencia. Los ojos que antes se buscaban, ávidos de miradas de amor, ahora miran al suelo, tratando de encontrar respuestas a una sola pregunta: "¿Qué fue lo que pasó?".

Puede que todas estas pérdidas se dieran por problemas sin trabajar al interior de la pareja, o que, simplemente, aquella sentencia que reza: "Ten cuidado con lo que desees, pues puede hacerse realidad", se lanza como una maldición sobre los amantes desde el primer día de vida juntos, y avanza lentamente para mostrar, al final, que nada le escapa a la muerte..., ni siquiera el amor.

Hasta que un día..., un buen día, los dos se dan cuenta de que todo se ha ido. Ya nunca más serán "el uno para el otro". No habrá más caminos juntos, más noches cálidas..., todo, absolutamente todo, se esfumó. Sólo queda un par de almas profundamente lastimadas, desencantadas de la vida, que, en el mejor de los casos, podrían albergar, aunque fuese mínima, la esperanza de encontrar a alguien más a quien amar... Pero, claro, ése es el "mejor" de los escenarios. Imaginemos, pues, cuál es el peor.

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