Córdoba, la ciudad veracruzana donde se decidió la independencia de México

En la historia de México hay pueblos y ciudades célebres por la importancia que tuvieron en determinados hechos decisivos. En esa categoría se encuentran, entre muchas otras poblaciones, Iguala, Puebla, Dolores, Veracruz, Querétaro, Miahuatlán, y desde luego, la Ciudad de México.

Sin embargo, poco se habla de la ciudad de Córdoba, hoy enclavada en el estado de Veracruz. En la centenaria ciudad cordobesa ocurrió un hecho trascendental en la historia de México. Hecho que fue decisivo para la consumación de la independencia mexicana. Efectivamente, en la ahora ciudad de Córdoba se firmaron los célebres Tratados de Córdoba, llamados por algunos historiadores "Tratado de Córdoba", en virtud de que en realidad consta de un único documento. Pero veamos los antecedentes de este evento de trascendental importancia.

El 6 de marzo de 1821, el Plan de Iguala declara unilateralmente la independencia de México. Sin embargo, a lo largo y ancho del país los partidarios de la independencia enfrentan la resistencia de los realistas, quienes deseaban seguir en el Imperio Español. El antagonismo entre ambas facciones es particularmente violento en la entonces Villa de Córdoba.  El 15 de mayo un destacamento realista, bajo el mando de Francisco Hevia, se dirige a Córdoba con la consigna de tomar la plaza. Los independentistas les salen al encuentro y se libra una dura batalla en la Barranca de Metlac, cercana a la villa. La contienda se prolonga por varios días, extendiéndose incluso hasta el interior de Córdoba. La llegada de tropas dirigidas por Antonio López de Santa Anna, y la pericia bélica de José Joaquín Herrera al frente de la caballería insurgente, decidieron la batalla a favor de la causa independentista el 21 de mayo de 1821. Concluyó así la que fue, de hecho, la última batalla en la guerra de independencia.

En este estado de cosas, el 3 de agosto llega a Veracruz Juan O´Donojú, recién nombrado Jefe Político Superior de la Provincia de la Nueva España. Siendo O´Donojú un prominente liberal español, pronto simpatiza con la causa de Iturbide y demás cabecillas independentistas. En consecuencia, convoca a una reunión a Agustín de Iturbide, considerado entonces "Primer Jefe del Ejército Imperial Mexicano de las Tres Garantías".

El entonces coronel Santa Anna conduce al Jefe Político hasta la Villa de Córdoba, a donde llegan el 23 de agosto. Habiendo pleno acuerdo entre Agustín de Iturbide y Juan O´Donojú, ambos proceden a firmar el Tratado de Córdoba. El recién llegado Juan O'Donojú, en nombre de "la vieja" España reconoció la independencia de lo que en el Tratado se llamó, primero América, y enseguida Imperio Mexicano.

Entre lo más trascendental de los diecisiete del Tratado, es que la Nueva España deja de ser provincia española y pasa a erigirse en Imperio Mexicano. Se acuerda que se ofrecerá el trono del Imperio al rey Fernando VII, el Deseado como lo llaman sus súbditos. De no aceptar el rey el trono mexicano, se convocaría a don Carlos, hermano del rey, o a alguno de los infantes de España. Una variante interesante respecto al  Plan de Iguala es que se deja abierta la posibilidad de que el trono fuera ocupado por un mexicano, con lo que la ambición de Iturbide de ser emperador tenía posibilidad de cumplirse.

Este documento es el primero donde en nombre de España se reconoce la independencia de México. Sin embargo, el gobierno español, al tener noticia de él, no reconoció sus términos ni concedió que O´Donojú contase con autoridad para firmar semejante documento, que privaba a España de su provincia más rica. En la misma actitud persistió España hasta el 28 de diciembre de 1836 cuando finalmente reconoce la independencia de México, tras una fallida expedición de reconquista. Sí, el dato es correcto: 28 de diciembre, la misma fecha en que el pueblo católico mexicano celebra a los "santos inocentes".

Juan O´Donojú sabía que no podía volver a España tras participar en los Tratados de Córdoba. Tras la firma del Acta de Independencia, el ex Jefe Político acepta el cargo de Primer Regente. Sin embargo, no podría disfrutar de una larga vida en el México independiente. Tan sólo diez días después de asumir la regencia, el 8 de octubre, don Juan murió repentinamente. Tan extraño fue su deceso que se especula que fue envenenado.

Así pues, tenemos un motivo más para visitar la Córdoba veracruzana. No sólo ofrece un clima cálido, gente hospitalaria, infraestructura adecuada y paisajes aún verdes. Es una ciudad histórica que reúne la riqueza arquitectónica colonial con la gloria de su participación en la causa de la independencia mexicana.

Publicado en Inicio » Mundo »