El lenguaje no muere

No esperamos que muera una lengua para poder hablarla si siempre la matamos con nuestro silencio

Con el pasar de los años, en la actualidad la vigencia más propicia y acomodada es olvidar que usamos un lenguaje comunicativo y que de la misma manera esperamos todo ser recíprocos en la comunicación del silencio, sin embargo esa posibilidad es un mero provecho de las actualizaciones históricas que avejentan nuestra lengua no porque las usemos para hablar sino porque hacemos arcaicos términos usuales que podríamos transformarlos por palabras nuevas y simplemente más usadas en el proceso de la comunicación, y que de ahí procedamos llegar al discurso.

Y no es que midamos palabras, pero el desuso del idioma hace que se malgasten las palabras que contienen la sabiduría complementaria de los secretos escondidos de la lengua y el lenguaje. Sabiendo que son dos precisiones importantes y distintas, nuestro léxico debe ser amplio y bastado de situaciones abstractas y otras muy concretas que saben manejar el coloquio epistemológico del ser humano, olvidando la verdadera intención de la palabra trasmitida que es emitir. Pocas personas y palabras se prestan para eso; no existe el completo rigor en la intencionalidad de los mensajes discursivos cuando se ha olvidado el verdadero uso de las palabras.

La teoría se conoce desde la etimología, como es este el punto de vista de este ensayo al puntualizar la constancia en el paradigma semántico de las palabras, puesto que a manera de comparación, los contextos de clase científica usan palabras de especialización y no dejan sin remedio de condición a ningún personaje sin la función principal de hablar y tratar en su idioma. Por ejemplo, un doctor, siempre usará términos científicos para a su paciente, así como un psicólogo, psiquiatra,  y demás especialistas que saben usar el germen de su léxico, "El latín no ha muerto" es sólo que se ha estandarizado como una manera de comunicarse pero enfrentando la realidad social, es decir, no se concentra en dejar huella de su origen, pues la palabra en su momento solo es emitida para transmitir información, mientras se entienda, se supone que es suficiente.

Finalmente, se debe considerar que el estudio pertinente de la etimología no se queda en una fase principal y tampoco terminal, pues depende del lenguaje, mientras haya palabras, proceso de comunicación y personas y sociedad la etimología, solo avanzará su curso, pero no se extinguirá, pues su orden de propósito comunicativo, es constante. Depende del ser humano, saber entender que las palabras son y se dicen según la necesidad y atención comunicativa. El latín no ha muerto. La postura de estas ideas no es convencer, sino exponer que hablamos por hablar pero mientras se entienda, no existe problema de comunicación; sin embargo, debemos aprender a hablar bien; así el lenguaje no morirá.

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