Palestinos de Jerusalén se sienten cada vez más marginados

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JERUSALN (AP) Los transeúntes caminan pisando el hollín dejado por neumáticos incendiados en los frecuentes enfrentamientos con los soldados israelíes. Los automóviles esquivan pozos en calles llenas de basura. Conductores que no pueden avanzar por el tráfico hacen sonar sus bocinas cerca de un puesto de control israelí junto a bloques de cemento de un muro israelí divisorio.

Es la hora pico de la mañana en Ras Khamis, un barrio árabe medio abandonado donde la decisión del presidente estadounidense Donald Trump de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel generó cinismo, resistencia y nuevos temores de que los palestinos se verán cada vez más marginados.

La actitud de Trump es lamentable, triste e injusta, sostuvo Yasser Khatib, de 42 años y quien administra un supermercado del otro lado de una barrera que separa varios barrios árabes del resto de la ciudad de Jerusalén.

Khatib dijo que tiene fuertes lazos religiosos con la ciudad y que su familia lleva generaciones en ella. Toda nuestra vida gira en torno a Jerusalén, expresó mientras vendía golosinas a escolares. Trump puede decir lo que quiera.

Los palestinos representan el 37% de la población de Jerusalén de 866.000 habitantes, lo que implica un aumento del 26% en relación con 1967, cuando Israel capturó la parte oriental de la ciudad y expandió la urbe hacia Cisjordania.

La comunidad internacional dice que el sector oriental de Jerusalén es un territorio ocupado y que el futuro de la ciudad debe ser determinado en negociaciones con los palestinos, que quieren una capital en la parte oriental.

Trump suavizó sus comentarios --que en el mundo árabe fueron vistos como una muestra de su visión pro-israelí-- diciendo que no toma posición alguna en torno a los límites de la soberanía israelí en la ciudad.

Pero no mencionó a la población palestina, que podría llegar al 44% para el 2040, según el Instituto de Investigación de Políticas de Jerusalén, una agrupación de estudio.

Si bien Israel pinta a Jerusalén como una ciudad unida, hay grandes diferencias entre las zonas árabe y judía.

Israel no invierte demasiado en el desarrollo de los barrios árabes, afirmó Yitzhak Reiter, a cargo del estudio de la infraestructura física y social de los barrios árabes.

En muchos ámbitos, la ciudad sigue dividida, con dos sistemas de transporte distintos, dos políticas de construcción distintas.

Israel tendría que invertir miles de millones de dólares para que las áreas árabes se pudiesen comparar con los barrios judíos, señaló.

El 79% de los residentes de los barrios árabes viven por debajo del nivel de pobreza, mientras que en los barrios judíos ese porcentaje es del 27%, de acuerdo con cifras del Instituto de Jerusalén.

Los servicios de asistencia tienen cuatro oficinas en el sector oriental, árabe, y 19 en los barrios judíos, indicó la Asociación de Derechos Civiles de Israel. En las escuelas árabes hacen falta cientos de aulas adicionales, según la Asociación. La parte occidental (judía) tiene 34 oficinas postales, comparado con solo nueve en el este.

Jerusalén es la ciudad mixta más grande de Tierra Santa, en la que árabes y judíos conviven y frecuentan los mismos centros comerciales y hospitales. Muchos palestinos trabajan en negocios y restaurantes del sector occidental y generalmente ganan más que si trabajasen en el oriental.

Pero la diferencia de infraestructura entre el este y el oeste es grande.

Israel tal vez no quiera invertir en áreas que algún día pueden ser gobernadas por los palestinos, según Reiter.

Los palestinos dicen que Israel está tratando de ahuyentar a los árabes de Jerusalén al desatender el sector oriental.

El activista comunitario Ziad Hammouri cree que la nueva postura de Trump apuntala los esfuerzos de Israel por controlar el sector oriental y excluir a los palestinos de Jerusalén.

Un plan lanzado por un ministro israelí dejaría a decenas de miles de palestinos del otro lado de un muro separador, reduciendo significativamente la cantidad de palestinos que son contabilizados como residentes de Jerusalén.

Estas zonas, incluida Ras Khamis, han registrado una proliferación de edificios de departamentos en los últimos años, desde que Israel dejó de hacer cumplir ciertas restricciones a la construcción.

Residentes del sector oriental se instalaron allí en grandes números, a pesar de saber que algún día podrían quedar afuera de los límites de Jerusalén.

A los palestinos que viven del lado israelí del muro les cuesta conseguir permisos para construir porque no tienen planes debidamente delineados o por leyes de zonificación discriminatorias, según organizaciones israelíes. Muchos palestinos construyeron viviendas sin permiso y en el 2016 fueron demolidas 88 por esa razón, de acuerdo con la Asociación de Derechos Civiles.

Desde 1967 Israel construyó grandes barrios para judíos en las partes orientales anexadas y ahora viven allí 212.000 israelíes.

El palestino Ismail Siam dijo que la vivienda de una planta que construyó en su tierra para dos hijos adultos fue demolida por Israel dos veces en 14 meses porque no tenía permiso de construcción.

Quieren expulsarnos de la ciudad, afirmó Siam, de 54 años.

El lote está pegado a zonas donde se están construyendo barrios judíos frente a un barranco.

Los palestinos de Jerusalén pueden votar en las elecciones municipales, pero en general se abstienen de hacerlo para no crear la percepción de que aceptan el gobierno israelí.

Tras la decisión de Trump, los residentes del sector oriental montaron protestas pequeñas comparado con las grandes marchas que hay en Cisjordania y en otros sitios.

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El reportero de la Associated Press Mohammed Daraghmeh (Jerusalén) colaboró en este despacho.

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