Guatemala: las muertes de la guerra que aún no se cuentan

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Guatemala: las muertes de la guerra que aún no se cuentan
En esta imagen del 30 de noviembre de 2017, un maya ixil carga los restos de una víctima de la guerra civil para un entierro masivo en Santa Avelina, Guatemala. (AP Foto/Luis Soto)

SANTA AVELINA, Guatemala (AP) En Guatemala no sólo las balas mataron a miles de indígenas durante la guerra civil.

A fines de los años 70 y principios de los 80 varias poblaciones fueron obligadas a vivir en aldeas modelo, comunidades formadas por el ejército donde los habitantes estaban bajo control militar y no tenían acceso a servicios básicos. La creación de estas aldeas, que llegaron a albergar a unas 60.000 personas, dio como resultado enfermedades, desnutrición y muerte.

Estábamos asustados... Nos dieron plazo, si en una semana no estábamos allá (en la aldea modelo) iban a quemar la casa. Vamos a dejarla en cenizas, recordó Miguel Torres, un campesino de 67 años, sobre el día en que el ejército ocupó su población y bajo la amenaza de acusar a labriegos e indígenas de guerrilleros los obligaron a trasladarse a la aldea.

Eran los años más duros de la guerra. En 1979 el ejército comenzó concentrar a los civiles que habían sido desplazados a las montañas del occidente del país por los combates con la guerrilla. Durante 1980 formó en Santa Avelina una de las primeras aldeas modelo en el corazón de la zona ixil en el departamento de Quiché, al noroeste del país. Allí, según antropólogos, murieron de hambre y enfermedades hombres, mujeres y niños.

Mientras, el ejército continuaba su estrategia de liberar el norte de Quiché de la presencia guerrillera y recuperar a los civiles desplazados para evitar que se alzaran en armas o se unieran a la guerrilla.

El informe Recuperación de la Memoria Histórica elaborado por la Iglesia Católica sobre lo sucedido en el conflicto armado de Guatemala (1960-1996) ha echado luz sobre lo que ocurrió en Santa Avelina. El ejército era el encargado de entregar comida a los habitantes. La dieta básica consistió en tres tortillas y un poco de frijol en los tres tiempos, en ocasiones un poco de arroz, relató el documento.

Danny Guzmán, antropólogo de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala, explicó que al contrario de lo ocurrido en otras comunidades en Santa Avelina los restos óseos hallados en su gran mayoría no presentaban lesiones de violencia, lo que indica que las enfermedades y la desnutrición fueron las principales causas de muerte. Según la antropóloga Yeni De León, en el caso de los niños la mayoría de las muertes fueron por falta de atención médica.

Colocarlos en aldeas modelo era una estrategia perversa, dijo el activista Mario Polanco, del Grupo de Apoyo Mutuo Gam que trabaja en la ubicación de desaparecidos del conflicto armado.

Las aldeas eran como una colonia urbana con calles, casas sencillas pequeñas (de madera y piso de tierra) que resaltaban símbolos de unidad nacional... La forma de vida era tipo cuartel, explicó Edgar Gutiérrez, ex coordinador del informe Recuperación de la Memoria Histórica. En las aldeas había horarios estrictos, muy temprano en la mañana se cantaba el himno nacional y se restringía todo tipo de libertad. Se podía salir de la comunidad sólo con permiso especial, indicó Polanco.

En cada esquina había un poste con altoparlantes a través de los que, durante las 24 horas, se escuchaban prédicas e himnos evangélicos cristianos porque las aldeas fueron construidas con dinero del Estado y de iglesias evangélicas estadounidenses, con quienes mantenía una estrecha relación el entonces dictador Efraín Ríos Montt (1982-1983).

A fines de noviembre de este año la comunidad recibió los restos de 172 personas, incluidos 66 niños, que habían muerto durante los años de control militar en Santa Avelina.

Entre ellos estaban los de Magdalena, la hija de Torres, quien falleció cuando tenía un año y medio. Los chiquitos estaban asustados porque venían los soldados, la gente corría al monte a esconderse, pensaban que iban a morir, que venían a matarlos. Cuando se asustaban se morían. A veces les daba diarrea, calenturas (fiebre) y se morían, dijo Torres.

Los restos fueron enterrados por la comunidad en pequeñas cajas de madera forradas por dentro con satín blanco luego de un velorio colectivo.

Tras la firma de los acuerdos de paz en 1986 las aldeas fueron paulatinamente desarticulándose. Pero tres décadas después poco ha cambiado en Santa Avelina: la pobreza es extrema, aún hay casas de madera y piso de tierra y sólo tres calles son de concreto y el resto de terracería.

Edgar Pérez, abogado de las familias de 1.771 ixiles asesinados a manos de soldados del ejército y que acusaron a Ríos Montt de genocidio, dijo que las víctimas de estas aldeas han sido olvidadas por la justicia.

Ríos Montt fue condenado en 2013 a 80 años de prisión por genocidio, pero la Corte de Constitucionalidad revirtió la sentencia y ordenó realizar un nuevo juicio por fallas en el debido proceso. Actualmente el general en retiro es juzgado en ausencia por su avanzada edad y precaria salud.

José Ceto Cobo, el líder indígena local y uno de los principales promotores de las exhumaciones, murió al día siguiente de poder ver finalmente que sus vecinos fueran enterrados dignamente. En las tumbas siempre hay flores y velas encendidas que, según la tradición ixil, son la luz que guía a las almas en su camino.

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La periodista de The Associated Press Sonia Pérez D. contribuyó en esta nota.

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