Opositor nicaragüense: camino a la democracia será largo

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Opositor nicaragüense: camino a la democracia será largo

MANAGUA (AP) — El dirigente opositor Félix Maradiaga, que regresó esta semana a Nicaragua tras un exilio de 14 meses en Estados Unidos, asegura que no volverá a abandonar el país, aunque considera que el gobierno de Daniel Ortega ha implantado “la paz de los sepulcros”.

“Vine para quedarme y trabajar desde la base, en los territorios. Me dedicaré a la organización y la unidad de la oposición”, dice en entrevista con The Associated Press el politólogo y académico de 43 años.

Maradiaga era director del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (IEEPP), una ONG de investigación y formación de liderazgo, cuando el gobierno lo acusó de “financiar el terrorismo” en las protestas sociales que estallaron en abril de 2018.

Un juez local ordenó su captura, tras lo cual decidió salir a Estados Unidos con su familia. El lunes 16 de septiembre regresó, según dijo, “para continuar la lucha cívica desde adentro”.

“No quiero que el régimen manipule mi llegada haciendo creer que en Nicaragua hay paz, porque aquí lo que hay es la paz de los sepulcros", expresó tras su arribo a un aeropuerto rodeado de patrullas policiales.

Miles de nicaragüenses huyeron del país a raíz de la grave crisis política, que según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) dejó 328 manifestantes muertos, más de 2.000 heridos y cientos de detenidos.

Este miércoles Maradiaga fue perseguido en las calles de Managua por cinco motorizados armados que él identificó como “fanáticos orteguistas”.

“Lo que me hicieron hoy es apenas una muestra del terror que viven miles de campesinos en las zonas rurales”, afirma.

Dirigente de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), formada a raíz de las protestas, Maradiaga vivió un primer exilio en la década de 1980, cuando tenía 12 años y su familia se vio fracturada entre sandinistas y antisandinistas.

“Mis opciones eran unirme a la ‘contra’ o sumarme al ejército, así que me enviaron al exilio. Crucé la frontera ‘mojado’, estuve en un campamento de refugiados y luego en una ‘foster family’ (familia adoptiva)”, relata.

Regresó al país en 1990, tras la derrota electoral de Ortega frente a Violeta Chamorro, la presidenta que pacificó a Nicaragua. Estudió Ciencias Políticas y volvió a Estados Unidos donde continuó su formación en las universidades de Yale y Harvard.

Al hablar sobre la crisis, insiste en una solución pacífica. “En ningún momento vamos a avalar una salida que considere la violencia como la alternativa, pues sólo lastima a los más pobres”, afirma.

Sobre el reclamo de la oposición de adelantar las elecciones de 2021, señala que “es un tema secundario”.

“Lo fundamental es restablecer las libertades y lograr una profunda reforma electoral. Si eso no se logra, las elecciones adelantadas no tendrían sentido”, señala.

Maradiaga formará parte de una delegación de la UNAB que viajará la próxima semana a reunirse, posiblemente en Estados Unidos, con una comisión de OEA a la que Ortega le prohibió el ingreso a Nicaragua.

A su juicio, la presión internacional es importante “pero no nos salvará” de Ortega. La clave pasa por la organización y la unidad de la oposición, para evitar “otra Venezuela” en Nicaragua.

“No podemos repetir los errores de los hermanos venezolanos: enfocarse en liderazgos individuales y planes estrictamente electorales”, señala. A cambio propone “trabajar por la unidad, jalar la carreta todos en la misma dirección”.

Maradiaga duda que sea posible adelantar las elecciones de 2021, “debido al profundo apego del régimen orteguista al poder”.

“Siempre he sido pesimista ante las salidas de corto plazo y creo de verdad que el camino no será fácil, será largo y angosto. El escenario más probable es que no haya adelanto y las elecciones sean en 2021”, indica.

Si bien se le ha mencionado como un posible candidato presidencial, dice que “no ha tenido tiempo” de pensar en eso. Señala que la oposición debería llegar al gobierno con una figura política transitoria, alejada del modelo presidencial tradicional.

“Podemos pensar en un modelo de liderazgo colegiado, donde la mujer u hombre al frente del Ejecutivo tenga claro que será una autoridad temporal, transitoria, hasta que podamos tener un proceso electoral transparente y libre”, subraya.

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