Ya de niño Pete Buttigieg pintaba para cosas grandes

Ya de niño Pete Buttigieg pintaba para cosas grandes
El aspirante a la nominació presidencial demócrata Pete Buttigieg (der) fotografiado junto a su esposo Chasten durante una celebración del 4 de Julio, Día de la Independencia de EEUU, en Carroll, Iowa. (AP Photo/Charlie Neibergall, File)

SOUTH BEND, Indiana, EE.UU. (AP) — En la clase de historia de la escuela secundaria Saint Joseph High School todos se preguntaban si Peter Buttigieg --el alumno más inteligente, un genio que hablaba varios idiomas y devoto de John F. Kennedy-- usaría su inusual apellido o se lo cambiaría cuando se postulase a la presidencia de Estados Unidos.

Transcurría la década de 1990, Bill Clinton ocupaba la Casa Blanca y este adolescente de cara redonda de South Bend, Indiana, era visto por muchos como un futuro sucesor. Desde temprana edad Buttigieg exhibió una mezcla de inteligencia y curiosidad. Sacó las mejores notas de su promoción, fue elegido presidente de su clase y el alumno que más posibilidades tenía de llegar a la presidencia. Se sentaba en la mesa de los adultos.

Hoy alcalde de South Bend, Buttigieg está haciendo realidad esos pronósticos y postulándose a la presidencia.

Es una apuesta osada. Nadie jamás saltó de una alcaldía a la Casa Blanca y esa noción suena más implausible todavía si se considera que es alcalde de una ciudad pequeña, de menos de 100.000 habitantes. Nunca hubo un presidente tan joven (tendría 39 años al asumir). Y jamás hubo un comandante en jefe de las fuerzas armadas gay (ni con un marido).

Pero quienes conocen a Buttigieg desde la infancia en Indiana dicen que todo esto era previsible.

Entrevistas con casi dos docenas de personas que lo conocen desde su juventud lo pintan como un niño con grandes talentos y ambición, alimentados por una familia muy unida, que le permitía cultivar todos sus intereses. Amigos y familiares dicen que se esforzó por superar su timidez encarando numerosos desafíos, a pesar de que se sentía un tanto diferente a los demás.

“Siempre se dio por sentado” que haría cosas grandes, comenta Patrick Bayliss, amigo de la secundaria. “Era obvio que era alguien especial, muy brillante”.

Sus partidarios dicen que su inteligencia compensa su falta de experiencia.

A medida que gana terreno en Iowa, donde se realizará la primera votación de las primarias, la confianza de Buttigieg en sí mismo hace que lo critiquen por pretencioso y altanero. Cuando dijo que la contienda en Iowa era entre él y Elizabeth Warren --desestimando al exvicepresidente Joe Biden y a varios senadores--, Kamala Harris lo tildó de inocente. Y Amy Klobuchar dijo que era un “funcionario municipal” que perdió la única contienda a nivel estatal en la que participó.

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Pianista consumado, políglota, graduado de Harvard, Buttigieg fue el único hijo de profesores universitarios y se crio en un ambiente académico del cinturón industrial de Estados Unidos.

Sus padres tenían empleos estables en la Universidad de Notre Dame y él cursó estudios en escuelas privadas.

Su padre, Joseph, era profesor de inglés, oriundo de Malta. Su madre era lingüista e hija de militares. Vivían a tres kilómetros (dos millas) de la universidad católica, en un barrio bonito, alejados del centro de la ciudad --río de por medio-- con sus fábricas abandonadas, sus negocios cerrados y sus terrenos baldíos.

Peter fue un muchacho tranquilo y curioso, que ya leía a los tres años, si no antes, según dijo su madre Anne Montgomery en una entrevista.

Fue a una escuela que aplicaba el método Montessori hasta el sexto grado, en que sus padres lo cambiaron a otra privada.

Sus compañeros a veces se burlaban de él por su inteligencia y por su apellido extraño, cuenta su madre.

Buttigieg dice que una maestra le explicó que un muchacho que lo hostigaba simplemente trataba de llamar la atención. El futuro candidato presidencial decidió entonces que la mejor manera de lidiar con los “bullies” era conociéndolos. Una lección que todavía hoy aplica.

“No hay que premiar el mal comportamiento, pero hay que asegurarse de que la gente se siente tomada en cuenta”, dice Buttigieg.

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De joven Peter quería ser piloto o astronauta, aunque su mala visión hacía que eso fuese imposible. Admiró desde siempre a Kennedy y cuando decidió unirse a las fuerzas armadas, de enroló en la Armada, igual que Kennedy.

Al terminar el octavo grado como el mejor alumno de su promoción, obtuvo el derecho a pronunciar un discurso en la ceremonia de graduación. Los adultos quedaron maravillados con su madurez y su aplomo.

Su compañera de entonces Loran Parker cuenta que sus abuelos le comentaron que Buttigieg “seguramente sería un gran político”. Algo que decía todo el que lo conocía.

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Llegó a la secundaria precedido de su reputación de geniecito. Su profesora Julie Chismar recuerda los murmullos entre los profesores de francés. Peter estudió ese idioma desde pequeño y lo dominaba bastante bien. También estudió español y empezó a aprender coreano con un amigo.

Cuesta encontrar alguien que hable mal de él. No era el chico más popular, pero tampoco era un marginado. Sus compañeros lo describen como considerado y mordaz. No hacía gala de su inteligencia ni levantaba la mano cada vez que el profesor preguntaba algo.

Hizo esfuerzos por superar su timidez y actuó en “Sueños de una noche de verano”. Aprendió a tocar el instrumento australiano diyeridú y lo ejecutó en el escenario.

Tenía bastantes amigos, aunque frecuentaba más que nada un grupo de chicos inteligentes como él. Sus amigos dicen que nunca pareció angustiado por sus relaciones.

Ahora Buttigieg dice que siempre se sintió algo diferente.

No solo porque era un gay de clóset, sino también porque era el hijo de un inmigrante del Mediterráneo, perteneciente a una familia con un apellido del que muchos se burlaban, difícil de pronunciar.

Muchos amigos de Buttigieg dicen que no se dieron cuenta de que era gay hasta pasados los 30 años, cuando regresó de una temporada en Afganistán. Reveló en una sesión de preguntas y respuestas de CNn que se dio cuenta de que era gay ya de veinteañero.

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Sus amigos recuerdan a sus padres como gente cálida, que apoyaba todo lo que Peter decidiese hacer. Durante la cena entablaban conversaciones de adultos.

Dice que quiere hacer grandes cosas, tener impacto. ¿Qué lo motiva?

“No estoy seguro. Sólo sé que quiero hacer cosas”, dice él. “Vives una sola vez. Es importante que hagas todo lo que puedes”.

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El reportero de la Associated Press Tom Beaumont colaboró en este despacho.

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