Efecto coronavirus: sudamericanos ya no comparten el mate

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Efecto coronavirus: sudamericanos ya no comparten el mate
En esta imagen, tomada el 17 de marzo de 2020, Óscar Brun bebe mate en una herrería en Buenos Aires, Argentina. Brun dijo que el mate se prepara por costumbre para compartir. En Argentina, Uruguay y Paraguay, pasar la bombilla del mate de boca en boca era hasta hace días un hábito mecánico entre familiares, amigos y colegas de trabajo o de estudio. Pero la expansión del coronavirus ha hecho que la gente deje de compartir para evitar propagar el virus. (AP Foto/Natacha Pisarenko)

BUENOS AIRES (AP) — Oscar Brun extiende el brazo con el recipiente que contiene la infusión más popular en Argentina y otros países de Sudamérica y pregunta mecánicamente: “¿Querés mate?”. Para este uruguayo resulta inevitable el deseo de compartir la bebida pese a que las autoridades recomiendan ingerirla de forma individual para frenar el contagio del nuevo coronavirus.

Brun, que reside en Argentina desde hace décadas, trabaja junto a otros dos hombres en una pequeña herrería de Buenos Aires. Con uno de sus colegas sigue compartiendo la bombilla -el pequeño tubo de metal por el cual se sorbe el mate. El otro, en cambio, es reacio a hacerlo.

“Como uno es dado (a relacionarse), yo cebo el mate y te digo tomá... Ahora, si vos lo agarrás es otra cosa. Para un uruguayo es una costumbre compartir siempre”, dijo Brun, de 66 años, a The Associated Press mientras ofrecía la infusión luego de remover con la bombilla la yerba mezclada con agua caliente dentro del mate, que es como también se denomina al recipiente que la contiene.

En Argentina, Uruguay y Paraguay, donde se han registrado en total más de 260 infectados y tres fallecidos -todos en Argentina-, pasarse de boca en boca la bombilla del mate era hasta hace pocos días un hábito mecánico entre familiares, amigos y colegas de trabajo o estudio.

Pero desde que estalló el brote de la enfermedad cada vez más personas se han visto obligadas a abandonar esta práctica que refuerza los lazos sociales, mientras otras se resisten pese a que las autoridades advirtieron que es una vía de contagio.

Para Roberto Gervasoni, de 67 años y encargado de la herrería, “no queda más remedio” que cuidar la salud. “Es feo andar así, sin poder darse un beso, sin abrazarse, sin tomar mate... es feo que te saquen las costumbres”, se lamentó al enumerar todos los hábitos afectuosos de los sudamericanos que comenzaron a modificarse a causa de la pandemia.

Unos y otros consultados señalaron que “matear” genera la pausa necesaria para conversar sobre asuntos mundanos y ponerse al día con los problemas propios y ajenos. Apuntaron que, sobre todo, genera un “lindo vínculo”.

María Florencia Blanco Esmoris, una socióloga que trabaja en el Centro de Investigaciones Sociales, dijo a AP que el mate, del cual eran “custodios y usuarios” inicialmente los indígenas guaraníes de Paraguay y del norte de Argentina y luego se difundió a otras zonas durante la conquista española, “está muy incorporado a nuestras costumbres” y es “un canal de comunicación que permite el diálogo y el lazo social”.

Acotó que, con el brote de la enfermedad, los argentinos empezaron a encontrar formas creativas para mantener la tradición realizando pequeños “ajustes”, como beberlo en reuniones grupales celebradas online.

Dardo García, dueño de un local dedicado a la venta de mates en Buenos Aires, dijo a AP que desde hace un mes se ha incrementado un 50% la adquisición de los recipientes más pequeños debido a que un número creciente de argentinos se vio obligado a dejar de compartir uno de mayor tamaño y comenzó a consumir la bebida de forma individual.

También aumentaron las consultas online sobre métodos para cebar el mate, al quedar en desuso la figura del “cebador” o encargado de preparar la infusión para todo el grupo. “Preguntan cómo se hace para no mojar toda la yerba y cómo se prepara un mate pequeño”, señaló García.

En Uruguay, donde es usual ver a la gente llevando el mate y un termo con agua caliente a todos lados, muchos también dejaron de compartir la bombilla.

Pero algunos siguen resistiéndose.

Iván Vázquez, quien trabaja en un quiosco en Montevideo y suele beber la infusión en forma solitaria, le pasó días atrás la bebida que estaba tomando a un conocido que se acercó al negocio. Ambos coincidieron en que no cambiarán sus costumbres a pesar del avance del coronavirus.

Si bien el mate es un hábito que se realiza en privado al despertarse, en Paraguay el tereré -la misma infusión pero preparada con agua fría- es un elemento fundamental de socialización. Después de un almuerzo liviano al mediodía agrupa a familiares y compañeros de trabajo o estudio y, hasta hace unos días, se compartía con extraños.

Aníbal Meza y Juan Benítez, que recientemente bebían tereré en su puesto de venta de pollos en un mercado de Asunción, señalaron que acordaron que nunca renunciarán a ambas bebidas, aunque a partir de ahora las tomarán individualmente.

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Los fotoperiodistas de AP Matilde Campodónico, en Uruguay; Jorge Sáenz, en Paraguay, y Víctor Caivano y Natacha Pisarenko, en Argentina, contribuyeron en esta nota.

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