El sureste de Asia afronta una difícil lucha contra el virus
Pocos países del sureste asiático tomaron medidas serias para contener el coronavirus hasta que sus cifras empezaron a subir de forma drástica. Indonesia, el país más poblado de la región, es la principal preocupación, pero todos enfrentan desafíos. Su limitada capacidad de hacer pruebas de forma masiva implica que las cifras oficiales de afectados son poco realistas.
A continuación, un vistazo a la situación del coronavirus en el sureste de Asia, con casos confirmados, muertes y enfermos recuperados hasta el lunes.
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SINGAPUR: 8.014 casos, 11 muertos, 801 recuperados.
El pequeño tamaño de la nación insular y su intervencionista gobierno facilitaron un rastreo rápido de los casos y la aplicación de medidas de cuarentena. Pero su cifra de infectados se disparó la semana pasada cuando el coronavirus se propagó por los abarrotados dormitorios comunales que alojan a trabajadores inmigrantes que realizan tareas esenciales.
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INDONESIA: 6.760 casos, 590 muertos, 747 recuperados.
El gobierno no confirmó su primer caso hasta el 2 de marzo, pero Indonesia es el país asiático con más muertos por COVID-19 después de China. El presidente, Joko Widodo, ha admitido que el gobierno no informó adecuadamente a la población sobre la situación del brote en el país. Pero hace poco ha reforzado las medidas para combatir la virus, aunque la falta de pruebas en el país, de más de 260 millones de habitantes, sigue siendo un gran problema.
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FILIPINAS: 6.459 casos, 428 muertos, 613 recuperados.
El presidente, Rodrigo Duterte, conocido por su violenta guerra contra la droga, aisló la principal isla norteña de Luzon restringiendo los viajes a y desde la región, que incluye a Manila, la capital. Se declaró un estado de emergencia con duras sanciones por desobedecer la cuarentena y los toques de queda. Pero la aplicación fue laxa y Duterte amenaza ahora con imponer la ley marcial.
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MALASIA: 5.425 casos, 89 muertos, 3.295 recuperados.
Los casos en Malasia empezaron a acumularse a principios de marzo, cuando se diagnosticó COVID-19 a cientos de personas relacionadas con una gran congregación religiosa en una mezquita a las afueras de Kuala Lumpur. La lucha contra el virus se vio obstaculizada por un inesperado cambio de gobierno a principios de marzo, aunque se ordenaron restricciones a los desplazamientos y el cierre de escuelas y de negocios no esenciales.
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TAILANDIA: 2.792 casos, 47 muertos, 1.999 recuperados.
Tailandia anunció el 13 de enero el primer caso confirmado de coronavirus fuera de China, un viajero chino llegado de Wuhan, la ciudad central china donde comenzó la pandemia a finales del año pasado. Pero mientras el número de casos iba subiendo cada día hasta finales de febrero, el gobierno no tomó medidas hasta que dos focos de infección -uno a partir de una reunión social y otro de un combate de kickboxing en Bangkok- dispararon las cifras. Finalmente, el primer ministro, Prayuth Chan-ocha, declaró una emergencia nacional.
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VIETNAM: 268 casos, sin muertos, 214 recuperados.
Vietnam intervino relativamente rápido para cancelar los viajes desde la vecina China y centró sus esfuerzos en identificar a los contactos de los enfermos. Su centralizado gobierno comunista, en un sistema monopartidista, se movilizó a nivel local para asegurar que la población cumplía las restricciones contra el virus.
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OTROS
Los otros cuatro países del sureste asiático -Brunei, Camboya, Myanmar y Laos- tienen cada uno menos de 150 casos confirmados.
Los factores demoráficos y geográficos minimizan la amenaza en Brunei, un rico sultanato con una población de menos de medio millón de personas, y en Laos, un país sin salida al mar y con una población dispersa.
El primer ministro de Camboya, Hun Sen, expresó su confianza en que sus compatriotas eran prácticamente inmunes a la enfermedad e incluso desaconsejó el uso de mascarillas hasta que un aluvión de casos entre turistas extranjeros y la explosión de los brotes en Europa y Estados Unidos le hicieron cambiar de opinión.
Hay pocas dudas sobre que el hecho de que Myanmar no reportara su primer caso hasta el 23 de marzo se debe a la debilidad de su sistema de salud, que impidió tomar medidas antes para combatir la expansión.
Tanto Camboya como Myanmar han impuesto restricciones a los viajes y otras medidas, pero siguen mal equipados para gestionar a muchos pacientes del virus.