Coronavirus acerca a los amigos y también los distancia
Madre soltera atrincherada en su casa con su hija adolescente, Sharon Litwin ve a sus amigos, igual que la mayoría de la gente en estos días, por una pantalla. De todos modos, son vitales para ella en estos momentos.
“A veces siento la necesidad de hablar con adultos”, comenta. “Y otras veces necesito llorar, algo que no quiero hacer delante de mi hija”. Dos de sus amigos, en particular, han pasado a ser importantes confidentes con los que habla a diario.
Pero también se dan situaciones en las que llama a amigos cercanos para ver cómo están y no contesta nadie. No sabe qué quiere decir eso. ¿Tienen problemas? ¿Están ellos, o un ser querido, enfermos? ¿O tendrán ellos miedo de que ella esté mal y no quieren complicarle la vida? “No sé lo que quiere decir esto”, insiste Litwin, de 45 años, de Teaneck, Nueva Jesey. “Me preocupo por todo el mundo”.
El enorme impacto que ha tenido el coronavirus en la vida de la gente se hace sentir también en las relaciones con los amigos, que ahora se mantienen a través de la internet.
Los nuevos retos van desde conocer los protocolos de los contactos vía FaceTime (¿llamo demasiado o no lo suficiente?) hasta reevaluar quiénes son los mejores amigos y qué se necesita o se espera de ellos.
Abundan las sorpresas. De las buenas y de las malas.
Hay amigos que una no ve desde hace meses y que de repente se hacen presentes para ofrecer algo que una necesita, como un termómetro para tu hijo o alimentos cuando tú no puedes salir. O el vecino de tres pisos más arriba con el que nunca tuviste contacto y que te dice “avísame si necesitas algo”. O esa persona que rara vez ves y que de repente surge como una voz de aliento que te ayuda a hacer frente a lo desconocido.
Y no falta el amigo que parece insensible o enfocado en cosas triviales, alguien que tú no necesitas en estos momentos.
Tracy Wakeford sabe que es afortunada. Está recluida en su casa de Rockport, Maine, con un porche cerrado en el que pueden jugar sus hijas. Le irrita y poco ver que sus amigos jóvenes se quejan de que no pueden salir.
“Quiero pegarles un tiro a mis amigos solteros o que no tienen hijos y que se ‘aburren’ y no quieren ver Netflix”, comentó Wakeford, de 44, en Facebook.
“Mi hijita está muy apegada a mí. No salimos de la casa”, explica Wakeford, quien tiene hijas de ocho y dos años. Volviendo a esos amigos, dice que “no quiero oír hablar de Netflix ni de cómo están tejiendo una manta en macramé”.
Wakeford dice que no quiere juzgar a nadie pero admite que le producen rechazo los comentarios de amigos en Facebook que pareciera que estuviesen de vacaciones.
La terapeuta Catherine Lewis dice que las comunicaciones con los amigos pueden ser complicadas si experimentan la pandemia de formas distintas. Hay gente que trabaja en el campo médico o en ocupaciones consideradas indispensables que no puede quedarse en casa. Y es más duro el encierro en un departamento de la ciudad que en una casa suburbana. “A veces estar aburrido es un lujo”, dice Lewis.
Melba Nicholson Sullivan, psicóloga de Nueva York, dice que momentos de gran estrés pueden sacar a relucir diferencias de temperamento que ya no son tan fáciles de manejar. “La gente está teniendo que decidir si una amistad sigue funcionando o no”.
Para muchos, el contacto virtual es algo bienvenido. Hace poco Bruce Leiserowitz, abogado de Los Ángeles, le mandó uno de esos mensajes escuetos de “¿todo bien?’” a un amigo con el que no hablaba desde hacía meses. Enseguida recibió un “¿todo bien?” de su amigo.
Pensó que su mensaje había rebotado. Pero no. Los dos se habían enviado los mensajes al mismo tiempo. Todo terminó en una agradable llamada de media hora en la que se pusieron al día.
Leiserowitz dice que está contactando a todos sus amigos y ofreciendo ayuda si la necesitan. Pero no todos sus amigos hacen lo mismo con él. “Tal vez algunos no sean tan comunicativos como me gustaría, pero tengo que entender que tienen que lidiar con sus cosas”, manifestó.
Para Jenny Englander, los contactos vía Zoom son frustrantes. “Era muy extrovertida. Pero ahora rara vez hablo con mis amigos. (El contacto virtual) Me parece algo vacío”.
Cathy Altman, que enseña redacción en Nueva York, evita las charlas en grupo por la web y prefiere los viejos emails, con un amigo a la vez. Aunque eso también se presta a situaciones incómodas. Hace poco una amiga compartió textos que reflejaban una pelea con su pareja. “La próxima vez, que llame a su terapeuta”, bromeó Altman.
Para algunos, el contacto con los demás adquiere una nueva dimensión en medio de la pandemia.
La pregunta de “¿cómo estás?” tiene una connotación más profunda. No es una frase hecha, sin demasiado valor. La gente realmente quiere saber cómo estás.
“Es como si nos diesen permiso para comunicarnos de verdad”, dice Kathe Mazur, actriz de Los Ángeles. “Esto jamás hubiera pasado antes”.
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Jocelyn Noveck está en http://twitter.com/JocelynNoveckAP