Pese a contagios en ascenso, Perú reabre centros comerciales

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Pese a contagios en ascenso, Perú reabre centros comerciales
Cientos de personas esperan en fila afuera del centro comercial Mega Plaza en Lima, Perú, el miércoles 24 de junio de 2020. Miles de personas se agolparon en largas filas después de que el gobierno de Perú reabrió los centros comerciales del país esta semana en el en medio de uno de los peores brotes de coronavirus del mundo. (AP Foto/Martín Mejía)

LIMA (AP) — Miles formaban filas en los exteriores de uno de los centros comerciales más concurridos de Perú que reabrió sus puertas pese a la exorbitante tasa de nuevos casos diarios de coronavirus, que tiene al país sudamericano entre uno de los más castigados por la pandemia en la región.

En medio de vendedores ambulantes, taxistas y mendigos, muchos clientes que buscaban ingresar estaban separados por menos de un metro en las afueras del centro MegaPlaza de Lima, uno de los favoritos de los peruanos, que antes de la pandemia tenía 402 tiendas y albergaba más de 30.000 personas por día.

Los expertos creen que reabrir los centros comerciales, en momentos en que se registran en promedio 4.100 nuevos casos de COVID-19 por día en junio, es una bomba de relojería para la salud pública y consideran que no vigilar la separación en las filas creará nuevos focos de infección.

“Si no se realizan medidas de contención es probable que tengamos más infectados y enfermos”, dijo Ciro Maguiña, infectólogo y profesor principal de medicina en la Universidad Peruana Cayetano Heredia, a tres kilómetros de MegaPlaza. “Los hospitales están casi colapsados”, advirtió.

Latinoamérica es el nuevo epicentro global de la pandemia con más de 100.800 muertos y 2,1 millones de casos. Perú, que acumula más de 8.400 muertos a causa del nuevo coronavirus, es el sexto país con más infectados del mundo y el segundo en Latinoamérica, sólo por debajo de Brasil.

El reinicio del funcionamiento de los centros comerciales, que antes de la pandemia atraían a 66 millones de visitantes por mes, es el más reciente capítulo del retorno de la actividad económica durante una cuarentena que será una de las más largas del mundo y concluirá el 30 de junio tras 106 días.

Temerosa, mirando hacia adelante y atrás, Evelyn García, de 35 años, esperó una hora para ingresar a MegaPlaza en busca de una computadora portátil para reemplazar a la que ya tiene ocho años y con la cual no podía realizar conferencias virtuales, un elemento clave en su labor de promotora de artículos de belleza.

“Estoy 100 días sufriendo con una computadora vieja”, dijo Evelyn a The Associated Press mientras intentaba mantener la distancia de sus vecinos de fila. “Ya me da ganas de irme con tanta gente que se junta”, añadió tras retroceder espantada cuando un vendedor de caramelos, con el rostro descubierto y la mascarilla colgada del cuello, pasó a centímetros de ella ofreciendo su producto a viva voz.

Mientras rociaba alcohol en sus manos, Evelyn dijo que el día anterior había vuelto a su casa asustada tras ver filas interminables. “Hoy no me quedó más remedio”, dijo la mujer que en abril y mayo intentó comprar una computadora a través de internet pero no lo logró porque los modelos eran escasos y costosos.

Conforme las personas se acercaban a la puerta de ingreso, el control se incrementaba. Al entrar, las normas eran estrictas e incluían el registro de la temperatura y la desinfección de manos y zapatos. No se permite por ley el ingreso de niños ni el funcionamiento de las zonas recreativas.

La AP observó que el orden dentro de los centros comerciales, donde sólo se permite una concurrencia del 50% de su capacidad, era opuesto al desorden exterior. Por años los extramuros han sido focos de aglomeración de clientes, vendedores ambulantes, mendigos, ladrones, taxis y buses.

En las filas también había discusiones entre personas que afirmaban que les habían usurpado el lugar luego de abandonar por algunos minutos su sitio para ir al baño.

“Afuera de los centros comerciales ya no hay control, se juntan muchas personas, la gente se desespera por hacer compras. Si no hay vigilancia dentro y fuera definitivamente vamos a tener un aumento de casos”, dijo el epidemiólogo Juan Astuvilca, decano del Colegio Médico de Lima.

Parque Arauco, una compañía de capitales chilenos dueña de MegaPlaza y de otros 20 centros en Perú, comentó a AP que en los exteriores de su concurrido local trabajan “de la mano” con el municipio y la policía para mantener el distanciamiento social.

Pero el lunes y martes la AP observó escasa vigilancia en las afueras de los centros comerciales. Por momentos sólo dos agentes municipales observaban las filas de cientos de clientes ansiosos por ingresar.

“Terminan predominando los intereses económicos sobre las recomendaciones de la ciencia”, comentó Francisco Durand, profesor de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Perú y estudioso de la influencia de los grupos empresariales en las políticas públicas. “Otro factor problemático es la tendencia de gran parte del público a no obedecer las recomendaciones del Estado”, añadió.

En una entrevista con el diario local La República el primer ministro Vicente Zeballos descartó que un grupo de presión haya provocado la entrada en funcionamiento de los centros comerciales.

“Lo de ‘lobby’ es una expresión bastante fuerte, como si un conjunto de intereses nos hubiera obligado a abrir los centros comerciales”, dijo Zeballos, quien añadió que la reactivación de estos negocios era parte de un plan “articulado por distintos ministerios”.

La AP preguntó al Ministerio de Salud si sus epidemiólogos no temían que las inmensas filas en los exteriores de los centros comerciales se conviertan en focos de contagio.

“Siempre hay un riesgo, pero la decisión que se ha tomado es una decisión de muy alto nivel”, dijo el abogado Alexandro Saco, director de Promoción de la Salud del ministerio. “Hay decisiones que están más allá, estas decisiones se toman a nivel de decretos que son suscritos por varios sectores”.

Durand dijo que los centros comerciales -entre los que se encuentran varias compañías latinas como la chilena Parque Arauco y el grupo Intercorp del hombre más rico de Perú, Carlos Rodríguez Pastor- “se han visto tremendamente afectados por la pandemia”.

Hasta marzo daban trabajo a 180.000 personas y de forma indirecta a medio millón. Tenían 66 millones de visitas por mes y los clientes permanecían hasta tres horas en su interior.

Por eso se acabó con la cuarentena, que por un lado evitó hasta 400.000 muertos -de acuerdo con expertos-, pero al mismo tiempo provocó la tercera mayor contracción económica a nivel global con una caída de 12% del Producto Bruto Interno, según recientes proyecciones del Banco Mundial.

Perú fue el primer país de Latinoamérica que impuso una cuarentena el 16 de marzo. Con casi la mitad de su población activa de 16 millones de personas en trabajos informales sin beneficios ni capacidad de trabajar desde casa, millones desafiaron el encierro y salieron a las calles como vendedores ambulantes para alimentar a sus familias.

Décadas de inversión insuficiente en la salud pública también hicieron mella. El martes, las unidades de cuidados intensivos estaban ocupadas en casi un 88%.

La Asociación de Centros Comerciales y de Entretenimiento del Perú (ACCEP) calcula que se perdieron unos 2.200 millones de dólares en ventas durante los 99 días que estuvieron cerrados.

“Sí, hay un golpe”, admitió a la local Radioprogramas Carlos Neuhaus, presidente de ACCEP.

“Invoco una vez más a la gente que sea responsable”, añadió. “El comercio informal había rociado las calles... y se necesitaba evitar aglomeraciones”, dijo.

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