Béisbol en la encrucijada: Juegos demasiado aburridos

Béisbol en la encrucijada: Juegos demasiado aburridos
El lanzador de los Padres de San Diego MacKenzie Gore en el montículo durante el primer inning de un juego contra los Rojos de Cincinnati, el martes 23 de marzo de 2021, en Peoria, Arizona. (AP Foto/Sue Ogrocki)

Que el béisbol necesita cambiar no lo discute nadie. Hasta el fanático más apasionado admite que la pelota está estancada, que ya no es tan interesante como cuando pasó a ser el deporte preferido de los estadounidenses.

Las Grandes Ligas están finalmente viendo qué pueden hacer para generar más interés, en una admisión tácita del peligro que corre el deporte. La gente sigue yendo al estadio de vez en cuando — aunque cada vez menos — y los rátings televisivos están bajando porque al aficionado no le tienta tanto la perspectiva de pasar tres horas frente al televisor sin ver demasiada acción.

De todos modos, debo admitir que el uso de bases más grandes no figuraba en mi lista de posibles cambios para hacer que el béisbol genere más interés.

Eso no quiere decir que el que le agreguen tres pulgadas (siete centímetros y medio) a las bases de la Triple A sea algo malo. Ello hará que algunos corredores eviten quedar out y que haya más intentos de robo, lo que podría agregar cierta emoción a los juegos.

Se están ensayando otros cambios prometedores en las ligas menores este año. El uso de la tecnología para determinar si un lanzamiento fue una bola o un strike, limitar la cantidad de veces que un pítcher puede tratar de poner out a alguien en primera y limitar el tiempo para un lanzamiento.

La novedad más notable, que se ensaya en la Doble A, es que los infielders mantengan sus dos pies en el terreno y la opción de que al menos dos infielders se coloquen a un lado de la segunda base.

El objetivo es hacer que los aficionados vuelvan a seguir el deporte, algo que hasta el mánager de Miami Don Mattingly dice es cada vez más difícil.

“Vi muchos partidos de los playoffs después de que fuimos eliminados y, para ser honesto, no fue fácil verlos”, declaró Mattingly hace algunos meses. “No pasaba nada. Strikeout, strikeout, jonrón. Era duro de ver. Hay que encontrar la forma de darle más emoción al deporte”.

No es solo que los partidos son muy largos, aunque sin duda que lo son. Un partido de grandes ligas de nueve entradas duró un promedio de 3.07 horas en el 2019, 17 minutos más que hace diez años, a pesar de algunos intentos poco convincentes por agilizarlo.

Otro tema grave es que, duren lo que duren, hay muy poca acción relevante durante un juego.

Casi cuatro de cada 10 idas al plato terminan sin que el bate toque la pelota. Las estadísticas desalientan los toques de bola y las bases robadas, y la estrategia de bateo y corrido — el hit and run — es una reliquia del pasado.

Los pítchers pierden el tiempo en el montículo y los bateadores se toman una eternidad en el plato ajustándose los guantes o saliendo del box para contemplar el origen del universo.

Ya no se trata de decidir si hay que cambiar el juego. Se trata de determinar si el béisbol puede cambiar lo suficientemente rápido como para evitar pasar a ser un deporte menor.

La pérdida de aficionados porque se manda al terreno un producto malo es problemática y el comisionado Rob Manfred parece entenderlo, aunque le cuesta explicarlo. Manfred cambió las reglas durante la pandemia del coronavirus y, entre otras cosas, incorporó la radical idea de colocar un corredor en segunda si un juego se va a extra innings. Sorpresivamente, la reacción fue positiva incluso entre los puristas del deporte.

También designó al exejecutivo de los Cubs Theo Epstein como asesor de los cambios de reglas. Epstein dijo que él y otros ejecutivos son parcialmente responsables de los cambios en el deporte por su dependencia de las estadísticas al armar equipos.

“Asumo parte de la responsabilidad porque los ejecutivos como yo, que llevamos mucho tiempo usando estadísticas y otras formas de analizar el juego, tuvimos sin buscarlo un impacto negativo en el valor estético del juego y en el valor del entretenimiento”, admitió.

El problema es que incluso las innovaciones que se ensayan en las menores no van lo suficientemente lejos. Hacen falta cambios radicales tanto en la duración de los juegos como en la estética para hacerlo más atractivo y no está claro si las gerencias o los jugadores están dispuestos a digerirlos.

Mientras tanto, el juego sigue girando en torno a strikeouts y jonrones. Son demasiado largos y aburridos.

A medida que se acerca el día inaugural de la temporada, más acuciante se hace la necesidad de cambios.

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Tim Dahlberg es columnista deportivo de la Associated Press. Se le puede escribir a [email protected] o a http://twitter.com/timdahlberg

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