Ingenio cubano le hace frente a la escasez, ahora por la red

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Ingenio cubano le hace frente a la escasez, ahora por la red
Yuliet Colón tira de su carrito de supermercado mientras camina a casa después de una visita al mercado agrícola en La Habana, Cuba, el viernes 2 de abril de 2021. Colón ayuda a los cubanos a hacer frente a la escasez agravada por la nueva pandemia de coronavirus con publicaciones en Facebook de creaciones culinarias preparadas en torno a lo que realmente está disponible en el mercado. (Foto AP/Ramón Espinosa)

LA HABANA (AP) — Si usted no tiene papa, use malanga; si no consiguió calabacín, reemplácelo por pepino. ¿Pocos ingredientes? No hay problema: con la ayuda de Yuliet Colón no tardará en preparar un postre con mayonesa para aprovechar los huevos, sustituir la carne de cerdo por picadillo de pollo y si el frijol se esfuma de las tarimas, tendrá la opción de cocinar moros y cristianos con maní.

Con más ingenio que recursos, Colón le hace frente a la escasez agudizada por la pandemia del nuevo coronavirus en Cuba publicando en Facebook sus creaciones culinarias, una ayuda para que muchos compatriotas resuelvan su día a día en medio de un desabastecimiento intermitente y un proceso de creciente carestía, centro de las quejas en la nación caribeña.

“Me encanta Master Chef España, ¿pero de dónde saco yo nitrógeno líquido en este país?”, bromeó con The Associated Press esta ama de casa de 39 años que es madre de dos hijos y una de las fundadoras de la página de Facebook “Recetas desde el Corazón”.

En el último año, la combinación de COVID-19 que cerró los ingresos por turismo a la isla, la paralización económica, una agudización de las sanciones de Estados Unidos dejadas como herencia por el expresidente Donald Trump y la propia improductividad que las autoridades reconocen, llevaron al mínimo el abastecimiento en Cuba en rubros como víveres y aseo. El Producto Interno Bruto decreció en 11% en 2020.

Largas colas, mercado negro, sobreprecios y crispación en la población se hicieron notables desde año pasado, que a su vez abrió 2021 con la puesta en marcha de una política de reordenamiento de precios, de salarios y la unificación de la dualidad monetaria con la desaparición del peso convertible (CUC) y la persistencia del peso cubano (CUP).

A finales de la semana pasada, Colón hizo una visita a un agromercado cercano a su casa, compró los vegetales que encontró y se inventó algo que llamó “pisto manchego a lo cubano” e incluye cebolla, pimientos, tomate, berenjena y pepino. Aunque hizo una fila de 40 minutos, es poco si se le compara con las cuatro horas que algunas personas reportan para adquirir mercancía de supermercados como latas, legumbres o aceite y carne.

En estos días, los productos básicos de los hogares cubanos van y vienen sin previo aviso. Cuando aparece la pasta de dientes, desaparece el desodorante y al volver éste se evapora el jabón y el papel sanitario. Ocurre igual con el arroz, los frijoles, la leche, el queso, las cebollas, el tomate o el ajo. Las frutas llevan semanas sin dar color.

Colón encontró para ella y muchos cubanos una solución que conjuga el ingenio con el novedoso uso del Internet en la isla y se convirtió en colaboradora de “Recetas desde el Corazón” con “tips”, ideas y trucos para salir adelante con lo que hay en la semana o lo que se le entregó a la población mediante la libreta de racionamiento.

“Recetas desde el Corazón” arrancó a finales junio y Colón hizo su primera publicación a comienzos de julio. Desde entonces, con sus respectivas fotos e instrucciones sencillas, se agregaron otros colaboradores --sobre todo mujeres-- con diversidad de propuestas como formas de preparar el pollo --en una temporada en que solo se conseguía esa carne— o un queso artesanal ante la ausencia de éste en los comercios. El portal tiene más de 12.000 miembros.

“Hay mucho desabastecimiento”, lamentó Colón, instalada en la pequeña cocina de su casa mientras preparaba su “pisto manchego”, picaba los vegetales e iba fotografiando el proceso antes de subir las imágenes a la página.

La albahaca y el orégano frescos los sacó de un pequeño cantero que cultiva un familiar en las afueras de su casa. “Lo que más me gusta es hacer postres, pero ahora cuesta conseguir huevos, leche o la harina”, explicó la cocinera.

Aunque la escasez de mercancías, alimentos e insumos es relativamente constante en la isla, el caso extremo se produjo cuando la caída de la Unión Soviética y los aliados socialistas ocasionó un decrecimiento del 35% del Producto Interno Bruto de Cuba entre 1990 y 1993. En aquella época, se hizo legendario el bistec de toronja o lo que los isleños llamaban las croquetas de “ave...rigue”.

Muchos comparan esta nueva y difícil etapa con aquel “periodo especial”, como lo denominan los cubanos, pero las autoridades y los expertos desestiman un baja semejante --el turismo y la exportación de servicios se desarrolló, el empleo se encuentra diversificado y se creó una pequeña iniciativa privada--, aunque entonces había una mayor fortaleza política por parte de la revolución.

“La crisis de los 90 y la agudización de la situación actual en Cuba tienen como factor común estar enmarcadas en un escenario de agudización de crisis externa”, explicó a The Associated Press la académica María Isabel Alfonso, especialista en asuntos culturales y profesora de literatura cubana de St. Joseph’s College en Nueva York.

Además, en ambas ocasiones se produjo un incremento de las sanciones de Estados Unidos para presionar un cambio de modelo político en la isla, como las impulsadas el año pasado por Trump con limitaciones de vuelos o del envío de remesas, indicó Alfonso, también fundadora de Cuban Americans for Engagement, una organización no gubernamental que busca fomentar un acercamiento entre ambas naciones.

Pero, a diferencia de los 90 y desde hace apenas dos años, los cubanos tienen Internet.

Gracias a la red, desde el extranjero proliferan los servicios para gestionar entrega de comida o mercancías a domicilio y se permite pagar las cuentas de teléfono desde el exterior, mientras que al interior plataformas como Whatsapp o Twitter facilitan el trueque de alimentos o la ubicación de tiendas donde los haya.

“La comida es parte del orgullo cultural de cualquier nación y Cuba está lejos de ser una excepción, a pesar de las necesidades y la escasez que ha golpeado a la isla por décadas”, expresó Alfonso.

Incluso las redes sociales comenzaron a ocupar un lugar para increpar a las autoridades, como un caso reciente de unas croquetas elaboradas en fábricas del Estado y que fueron denominadas “explosivas” por los cubanos, pues al ponerlas en aceite estallaban. Las autoridades se vieron obligadas a dar una respuesta luego de recibir decenas de quejas por Twitter y explicar el fenómeno a través de los medios de prensa local.

En el caso de Colón, Internet se convirtió en un instrumento del que ya no podría prescindir. Con él se comunica con su madre en Estados Unidos, donde reside, y es ella quien le recarga en línea el servicio de datos para que pueda navegar y difundir sus recetas en Facebook.

Colón suele agregar en sus entradas a la página, divertidas anécdotas generacionales narradas con giros idiomáticos locales, contar incidencias familiares cotidianas o hacer pequeñas bromas para ponerle buena cara a las dificultades.

“La cocina es mi lugar feliz, donde estoy más tranquila y me siento mejor”, dijo.

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Andrea Rodríguez está en Twitter: www.twitter.com/ARodriguezAP

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