Corrupción en Perú impulsa en legislativas a grupo religioso

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Corrupción en Perú impulsa en legislativas a grupo religioso
Con la ayuda de una linterna y una llama de queroseno, Zairi Olivia, de 12 años, miembro del grupo religioso Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal, mira la Biblia Ilustrada para Niños, dentro de su casa en José Carlos Mariátegui, Perú, el miércoles. 31 de marzo de 2021. Durante más de 30 años, las comunidades israelitas han aparecido en bosques remotos del Amazonas cuando los fieles han emigrado allí desde la Cordillera de los Andes o desde los barrios desérticos de la costa del Pacífico de Perú, obedeciendo el llamado de su difunto líder de poblar la región de la selva tropical. (AP Foto/Rodrigo Abd)

JOSE CARLOS MARIATEGUI, Perú (AP) — A orillas del río Amazonas, en una aldea sin electricidad ni agua potable, Andrea Rodrigo elabora harina de yuca que su familia vende en mercados fronterizos con Brasil y Colombia.

Hace poco, la peruana de 21 años y siete vecinas remaron media hora en su bote rumbo a dos comunidades indígenas donde pegaron afiches del Frente Popular Agrícola Perú (Frepap), el partido teocrático por el cual simpatizan y que, a raíz de la mala reputación acumulada en décadas por los políticos locales, emerge como uno de los favoritos en los comicios legislativos del domingo.

El Frepap es el brazo político de la Asociación Evangélica de la Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal, grupo religioso de más de medio siglo inspirado en el Antiguo Testamento, en nociones de la cultura andina y afirma que Cristo está reencarnado en su líder, el peruano Jonás Ataucusi Molina.

Todos los expresidentes peruanos que gobernaron desde 1985 están salpicados de corrupción, algunos encarcelados o arrestados en sus mansiones. Uno se suicidó antes de ser capturado por la policía y dos, pese a estar procesados, postulan a la presidencia y al Parlamento. En doce años, 57 exgobernadores y 2.002 exalcaldes fueron enjuiciados o están prófugos. Una auditoría oficial en 2019 halló que la corrupción consumía a diario 17 millones de dólares, cifra suficiente para alimentar a los pobres del país.

“Quisiera ver más congresistas del Frepap, enseñando a no robar”, dijo Andrea mientras arreglaba el velo que cubría sus cabellos. En una pared de su cabaña está escrita la frase “con el Agro al poder”, también tiene pintado un pez azul, símbolo del partido político creado en 1989 por el fallecido zapatero Ezequiel Ataucusi Gamonal, fundador del movimiento religioso y padre de Jonás.

Tres candidatas de ese partido —una maestra, una enfermera y una ama de casa— surcaron el Amazonas hace poco para conquistar los votos indecisos que en Perú suman casi la tercera parte.

El Frepap busca superar los 15 escaños que obtuvieron en los comicios legislativos de 2020 y logró convertirlos en la tercera fuerza en el Parlamento de 130 sillas que alberga a nueve partidos. Ninguna encuestadora advirtió su avance ni su trabajo de hormiga en los pueblos remotos.

“He caminado en el barro, he vivido sin agua, sin luz, sin internet”, dijo Milca Copa, profesora por una década en un pueblo cercano a la aldea de Andrea. “El Frepap no viene un día y se va, vivimos aquí”, continuó mientras decenas la aplaudían gritando “en costa, sierra y selva, el pescadito”.

En un año de labor, el Frepap ha mantenido una imagen de “partido alejado de escándalos...y sin “actitudes que demuestren fanatismo religioso o conservadurismo radical”, dijo el antropólogo Carlos Ráez, quien ha estudiado al grupo religioso.

Decenas de comunidades israelitas están repartidas desde hace más de 30 años en remotos bosques fronterizos con Brasil, Colombia, Ecuador y Bolivia. Migraron desde los Andes o de barriadas desérticas de la costa del Pacífico obedeciendo la invitación de su fallecido líder Ezequiel Ataucusi, quien los animaba a poblar la Amazonía, “la tierra prometida”, “la tierra sin mal”.

Un gran número vive ahora en la provincia Mariscal Ramón Castilla, un bosque más grande que Bélgica y dividido en dos por el río Amazonas. Es la única provincia de Perú donde Frepap gobierna el municipio por tercera vez en dos décadas. Según las Naciones Unidas en esa zona, fronteriza con Colombia y Brasil, se siembra 4% de la hoja de coca del país y se produce droga.

“No hay que meter a todos en un saco”, afirma Pablo Rodrigo, padre de Andrea mientras se cambiaba una camiseta mojada en sudor tras moler por horas las yucas que convierte en harina junto a su esposa y cinco hijas. “Hay gente que siembra hoja de coca, pero están equivocados”, dijo.

Los rivales políticos reconocen que los integrantes del Frepap son unidos, pero impenetrables. “Son muy trabajadores, muy unidos, pero muy cerrados”, dijo Julio Tuesta, burgomaestre del partido Acción Popular de la aldea San José de Cochiquinas, en la ribera del Amazonas. “Lo que me deja dudas es que ellos mezclan la religión y la política. ¿Cómo será cuando tengan más poder?”, se preguntó.

Los expertos afirman que los comicios del domingo, donde se elegirán a 130 legisladores del parlamento unicameral y un presidente, dejarán otra vez un congreso fragmentado, con pequeñas bancadas de grupos políticos que harán difícil el gobierno de Perú en los próximos cinco años.

Entregan folletos en los pueblos remotos de la Amazonía donde afirman que lucharán por el desarrollo de la agricultura y que han ingresado a la política contra “la corrupción de los gobernantes, la opresión de los pobres, el atropello de sus derechos y por el gemido de los menesterosos”.

Al mismo tiempo son conservadores. Se oponen al aborto, incluso en casos de violación sexual y al matrimonio entre personas del mismo sexo. “Es antibíblico”, dijo Leonidas La Torre, poblador de Alto Monte de Israel, una comunidad religiosa a orillas del Amazonas y con más de 6.000 habitantes.

Los primeros israelitas eran pobres, huérfanos, enfermos o migrantes andinos sin contactos en las ciudades, según los expertos. “Fueron atraídos porque el movimiento les ofreció sobrevivir en las comunidades, en la agricultura”, dijo Juan Ossio, profesor de antropología de la Pontificia Universidad Católica de Perú y autor de “El Tahuantinsuyo Bíblico”, una investigación sobre los israelitas.

“Ahora que estamos en política, los que no son israelitas nos respetan, antes por la cabellera y la barba nos decían piojosos y un montón de barbaridades”, comentó Pablo Rodrigo. “No bebemos, no fumamos, vivimos tranquilos”, dijo el agricultor que compró hace meses un motor generador de electricidad y una computadora para aprender a escribir en ella los acuerdos de su comunidad.

Pablo Rodrigo y muchos vecinos de José Carlos Mariátegui siembran arroz, lechugas, cilantro, tomates, pepinos, piñas, papayas y yucas. “Dios dice si trabajas, te hartarás de pan, si sigues a los ociosos, de pobreza”, comentó.

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La cobertura de temas religiosos de la Associated Press recibe apoyo del Lilly Endowment a través de la Fundación de Noticias sobre Religión. La AP es la única responsable de este contenido.

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