Acuña y Del Río, ciudades sacudidas por llegada de migrantes

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Acuña y Del Río, ciudades sacudidas por llegada de migrantes
Migrantes mayormente haitianos acampados debajo del Puente Internacional de Del Río el 21 de septiembre del 2021. El puente que une a Ciudad Acuña (México) y Del Río (EEUU) fue cerrado más de una semana tras la llegada de miles de migrantes a Acuña. (AP Photo/Julio Cortez, File)

DEL RÍO, Texas, EE.UU. (AP) — Una vieja relación de amistad entre Ciudad Acuña (México) y Del Río (Texas) ayudó a sus poblaciones a sobrellevar los desajustes y zozobras generadas estos días tras la masiva llegada de migrantes haitianos y el cierre temporal de la frontera.

Todos los años estas dos ciudades hermanas ubicadas a ambos lados del río Bravo (Grande para Estados Unidos) festejan ese vínculo con una ceremonia donde se dan abrazos - este año posiblemente limitados por la pandemia - y que conmemora el acuerdo de los años 60 entre México y Estados Unidos para construir la Presa de la Amistad, hoy una zona donde el río se ensancha, muy visitada por el atractivo de su especie de playas interiores.

La tranquilidad habitual de Del Río, ciudad de unos 35.000 habitantes mayormente hispanos, y de Acuña, de 163.000 residentes, se vio afectada en los últimos meses por las restricciones a los viajes debido a la pandemia del COVID-19 y la creciente cantidad de migrantes que llegaban a la zona. Del Río ha pasado a ser el segundo sector con más arrestos de la frontera.

La acumulación de hasta 15.000 haitianos en un campamento fue la gota que derramó el vaso y las autoridades decretaron el cierre total del puente el 17 de septiembre. Éste duró una semana, el tiempo que los gobiernos de ambos países tardaron en desalojar a los migrantes, pero los habitantes de ambas ciudades sintieron su impacto.

Gerardo Hernández, un habitante de Acuña de 51 años, vio reducido su salario a la mitad al interrumpirse el suministro de piezas para asientos de vehículos, que provienen de Estados Unidos y son ensambladas del lado mexicano. “Acabábamos de volver al trabajo (tras la pandemia del coronavirus) y ahora esto”, dijo Hernández. “Los migrantes no perjudican es el cierre", insistió.

El alcalde de Del Río, Bruno Lozano, indicó el viernes que el cierre del puente le había costado a la municipalidad 17.000 dólares diarios en peajes y había afectado el flujo de mercancías por valor de 35 millones de dólares.

Del lado mexicano, los comentarios eran similares. “Los dentistas no tenían pacientes, los negocios de belleza y las cantinas no tenían clientes, hay mucho comercio dañado”, decía Luis Ángel Urraza, presidente de la cámara de comercio local cuyo popular restaurante lucía esos días casi vacío. Hasta niños que van a la escuela del lado estadounidense dejaron de ir a clases.

La generosidad y la hospitalidad predominan en Acuña, una ciudad tranquila comparada con otros puntos de esta frontera marcados por la violencia. La urbe creció con la instalación de maquilas en los años 80 y 90 lo que atrajo a miles de trabajadores de otros puntos de México.

Manuel Casillas, propietario de Abbey Road, un popular restaurante dedicado a los Beatles y que inunda con su música a todo volumen la estación migratoria de Acuña, por donde estos días pasaron cientos de migrantes detenidos, sabe lo que es vivir con un pie a cada lado de la frontera. Nació en Del Río y pasó su infancia en Acuña. Trabajó 35 años en unos grandes almacenes de Del Río. Cuando se jubiló, regresó a México y abrió el local con el que siempre había soñado.

Este hombre de 65 años, que confiesa que en su juventud hasta quiso ser Guardia Fronterizo, se sentía triste por la detención de migrantes. “No poder ayudarlos, no poder darles un trabajo”, como sí hizo en la anterior oleada migratoria, cuando contrató a un cubano de lavaplatos.

El juez Lewis Owens, el principal funcionario elegido del condado de Val Verde, que incluye a Del Río, señaló que, a pesar de todo, las dos ciudades siguen ayudándose mutuamente. Funcionarios de Del Río aplicaron hace poco más de 2.000 vacunas contra el COVID-19 a residentes de Acuña, incluidos trabajadores de las maquiladoras, en el puente que las une.

La presencia del campamento de migrantes, que llegó a tener 15.000 personas, y la llegada de más policías a ambos lados de la frontera, sacudieron a la región a tal punto que hubo residentes que llamaron al juez para decirle que habían encontrado migrantes en sus jardines. Por eso, algunos comenzaron a regar sus plantes y a dar de comer a sus perros con una pistola en la cintura, comentó Owens.

“La gente está asustada”, manifestó. “Siempre vamos a tener presente que esto puede volver a suceder”.

Algunos residentes de Del Río cuestionan la presencia del campamento y la liberación de migrantes en Estados Unidos a la espera de que se resuelvan sus solicitudes de asilo o de visa.

“No podemos tomar un avión e ir a ninguna parte, ni a la escuela, sin habernos vacunado. Ellos vienen sin haberse inoculado y van adonde quieren. Es algo muy frustrante para todos”, expresó Roger Bollinger, propietario de una empresa perforadora de la localidad texana.

En la plaza central de Ciudad Acuña, José Fidencio de la Cruz escuchaba a su cliente quejarse de la política del presidente Andrés Manuel López Obrador mientras saca brillo a sus zapatos. El cliente criticaba que el gobierno mexicano hubiera dejado entrar a tantos migrantes pero De la Cruz insistía en que el problema no eran los haitianos sino los cortes del puente.

En medio del debate, la solidaridad crecía a ambos lados.

En un centro comunitario de Del Río, la organización no gubernamental Val Verde Border Humanitarian Coalition (Coalición Humanitaria de la Frontera de Val Verde) ayudó a los migrantes que eran liberados, ofreciéndoles cosas básicas y asistencia para reunirse con familiares en Estados Unidos.

Larisa Sánchez, residente de la localidad familiarizada con las batallas inmigratorias, reconocía las dificultades que enfrentan los haitianos mientras observaba una práctica de fútbol de su hijo Leo, de 10 años. Su madre fue deportada cuando ella era pequeña y estuvieron separadas siete años, durante los cuales ella vivió en Del Río y su madre en Acuña. Su madre es ahora una residente legal de Estados Unidos.

“Lo siento por ellos. Pero creo que tienen que someterse a un proceso, como hizo mi madre”, manifestó Sánchez. “Tengo sentimientos encontrados sobre este tema”.

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Verza informó desde Ciudad Acuña (México).

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Juan A. Lozano está en https://twitter.com/juanlozano70

María Verza está en https://twitter.com/verzamex

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