La libreta de abastecimiento en Cuba deja una mesa cada vez más vacía

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La libreta de abastecimiento en Cuba deja una mesa cada vez más vacía
Clientes salen de un mercado agrario estatal donde un mural de Fidel Castro decora la fachada, en La Habana, Cuba, el jueves 7 de marzo de 2024. La libreta de abastecimiento cubana atemperaba las diferencias económicas entre la población y era un elemento clave en el momento socialista. Pero las cosas han cambiado y en las últimas protestas la consigna de los manifestantes fue "corriente y comida", en alusión a los recurrentes apagones y el desabastecimiento de alimentos. (AP Foto/Ariel Ley)

LA HABANA (AP) — La cubana María de los Ángeles Pozo recordó con una sonrisa cuando con su libreta de abastecimiento conseguía de todo: desde pasteles de boda, hamburguesas, pescado y chocolate a leche condensada, fósforos, cerveza, harina y hasta cepillos de dientes.

Durante 60 años la libreta —un cuadernillo en el que cada mes se asientan las entregas— fue el pilar de la alimentación en la isla y en algunos hogares se la guardaba con recelo, forrada en plástico y fuera del alcance de los niños.

Este mecanismo de entrega de alimentos y otros productos subsidiados para cada cubano sin distinción atemperaba las diferencias económicas en la población y era un elemento clave en el modelo socialista.

Pero las cosas han cambiado y en las últimas protestas la consigna de los manifestantes fue “corriente y comida” en alusión a los recurrentes apagones y al desabastecimiento de alimentos.

La libreta —cuyos componentes se retiran en las llamadas “bodegas” que son centros de distribución estatales— ahora ofrece menos variedad de alimentos y en los últimos meses hubo además atrasos en las entregas.

Esto sumado al desabastecimiento en los otros mercados estatales y a la apertura de pequeños comercios privados —en los cuales es posible encontrar diversidad pero a precios elevados— están dejando de manifiesto las desigualdades sociales.

“Todo viene por pedazo, con retraso”, dijo a The Associated Press Pozo, una ex auxiliar de escuela de 57 años que se retiró para cuidar a su hermana y su padre inválidos. “Esos alimentos que siempre hemos tenido, ahora no”, se lamentó. “Me ha golpeado mucho la situación. Estamos pasando muchas necesidades”.

En febrero para su núcleo familiar la mujer recibió —de manera intermitente— algunas libras de arroz, frijoles, azúcar blanca y oscura, sal, una botella de aceite, dos tubos de picadillo, un paquete de salchichas y dos de detergente. También un pan diario por persona.

En las primeras semanas de marzo todavía no había llegado nada a la bodega.

“Esta crisis alimentaria hay que verla en el contexto de una crisis económica que ya tiene varios años. Si uno utiliza el Producto Interno Bruto como referencia comenzó en el 2019”, dijo a AP el economista Ricardo Torres del Centro de Estudios Latinoamericanos y Latinos de American University en Washington.

Instaurada oficialmente en julio de 1963, la libreta llegó a ser la vía de entrega de ropa y calzado de manera equitativa y era un orgullo del modelo socialista de la isla. Se desconoce cuántas hay, pero se estiman casi cuatro millones de hogares y es probable que haya más de una por vivienda.

Pozo mantiene su hogar con unos 3.000 pesos cubanos (unos 10 dólares al cambio en el mercado informal que usan mayoritariamente los cubanos), una cantidad que le hace imposible comprar productos en las recién autorizadas tiendas privadas llamadas popularmente “mipyme”. En ellas un paquete de pollo de cinco kilos cuesta 3.000 pesos cubanos mientras un sueldo estatal puede alcanzar los 7.000 pesos cubanos (unos 23 dólares en el mercado informal).

“Cuando voy a una ‘mipyme’ a comprar un kilo de hígado o de pollo, que es lo que más estamos consumiendo, no me alcanza para pagar la luz o el agua”, señaló Pozo.

La mujer no recibe remesas de familiares que viven en el exterior, una de las fuentes de ingresos que marcan la diferencia entre los que tienen y los que no. No hay cifras oficiales pero según cálculos de expertos más del 70% de los hogares cubanos recibe este tipo de apoyo desde pequeños montos a cifras más importantes como para instalar pequeños negocios.

“Hay dos problemas que se están combinando, por un lado ha disminuido de manera importante la importación de alimentos y también las importaciones de insumos que se utilizan en la agricultura (como), fertilizantes, plaguicidas”, indicó el economista Torres.

Un reportaje publicado por el periódico oficial Adelante de Camagüey, la principal zona ganadera del país, reveló, por ejemplo, que de 81,3 millones de litros de leche pactados por los productores para venderle al Estado y que abastecerían la libreta en 2023 sólo se entregaron 42,8 millones. Los campesinos suelen comentar que lo que les paga el gobierno no es suficiente para cubrir sus gastos.

Las autoridades cubanas reconocieron la falta de recursos financieros que les impiden importar productos ya elaborados o insumos, un efecto combinado de la paralización causada por la pandemia de COVID-19, de la que la isla no ha logrado reponerse, y las sanciones de Estados Unidos que buscan asfixiar la economía para presionar por un cambio de modelo político. A esto se sumó una reforma financiera y de unificación monetaria impuesta en 2021 que desató una inflación que está licuando los salarios.

De acuerdo con cifras oficiales —que no reflejan los precios en el mercado informal— la inflación anual en 2021 fue de 77%, en 2022 de 39% y de 30% el año pasado, sumada a una contracción del Producto Interno Bruto de 2% en 2023.

“La economía y la sociedad en Cuba hoy es un poco diferente a la de hace 10 o 15 años. Hay gente que está prosperando, es una minoría, y hoy se pueden ver tiendas privadas que tienen todos los productos”, reconoció a AP el vicecanciller Carlos Fernández de Cossío la semana pasada. “Sin embargo, el gobierno continúa comprometido con proporcionar una cantidad equitativa para todos”.

Entre una media decena de personas con las cuales habló AP la mayoría lamentó la situación de la libreta pero sobre todo se quejó de que los bajos salarios les impiden acceder a los productos.

“El salario debe subir”, señaló Hilmer Pagán, un custodio de 53 años que gana 2.600 pesos mensuales (casi nueve dólares). “Hay mucha inflación. Veo a muchos viejitos vendiendo cigarros (que entregan las bodegas) para poder subsistir”.

Para los expertos como el exprofesor de Economía y actual empresario Óscar Fernández, la solución sería desatar las trabas para que la economía se ponga en marcha.

“El Estado debería concentrar todos sus esfuerzos en reactivar el sistema productivo nacional, levantando todas las restricciones internas que impiden que los resultados económicos sean mejores, cosa que es factible aún bajo las condiciones del bloqueo (las sanciones de Estados Unidos)”, explicó a AP. “Autonomía para la empresa estatal, incentivos reales para la inversión extranjera y fomento verdadero de pymes (pequeñas y medianas empresas) privadas debería ser la formula básica”, agregó.

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Andrea Rodríguez está en X como: www.twitter.com/ARodriguezAP

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