El futuro incierto: recortes en el Pentágono que podrían cambiar la defensa de EE.UU.

La administración de Trump ha ordenado identificar $50 mil millones en ahorros para redirigir el gasto militar a nuevas prioridades.

El secretario de Defensa, Pete Hegseth, ha dado una orden tajante a las diferentes ramas del servicio militar de EE.UU.: encontrar $50 mil millones en recortes para el próximo año fiscal. La instrucción surge como parte de un mandato del presidente Donald Trump para reenfocar el presupuesto del Pentágono hacia prioridades específicas como la seguridad de las fronteras, el desarrollo del sistema de defensa Iron Dome para EE.UU. y la eliminación de programas de diversidad, equidad e inclusión (DEI).

¿De dónde vendrán los recortes?

El Pentágono tendrá que analizar qué programas pueden ser eliminados o reducidos para cumplir con esta exigencia presupuestaria sin afectar la operatividad de las Fuerzas Armadas. Oficialmente, se ha señalado que los proyectos relacionados con el cambio climático y la diversidad serán los primeros en ser afectados. Iniciativas como la transición a combustibles alternativos para aviones o la fortificación de bases militares contra fenómenos climáticos extremos podrían ver desaparecer su financiamiento.

Un caso ilustrativo es la Base de la Fuerza Aérea de Tyndall en Florida, la cual sufrió graves daños en 2018 a causa de un huracán. Inversiones destinadas a hacer bases más resistentes a este tipo de desastres podrían ser sacrificadas dentro del proceso de recortes.

Iron Dome para EE.UU.: ¿realidad o utopía?

Una de las iniciativas clave bajo la administración Trump es la creación de una versión americana del Iron Dome, el famoso sistema de defensa antimisiles de Israel. Este proyecto implicaría una importante inversión en tecnología defensiva para interceptar misiles desde el espacio y mejorar la protección de activos estratégicos dentro del país. Sin embargo, expertos han señalado lo costoso que sería desarrollar una red de defensa de esta magnitud en territorio estadounidense.

Impacto en la estructura militar

Recortar $50 mil millones en un solo año podría generar un impacto similar al que sufrió el Pentágono en 2013, cuando tuvo que reducir $56 mil millones tras la implementación del conocido “secuestro presupuestario”.

  • Reducción de entrenamiento: Uno de los sectores más afectados en 2013 fue el entrenamiento militar, incluyendo la reducción de horas de vuelo para pilotos, afectando la preparación efectiva de las tropas.
  • Pérdida de personal clave: También se recortó personal, perdiendo principalmente suboficiales, quienes cumplen un rol clave en la jerarquía militar.
  • Menos mantenimiento: Las reducciones en gastos de mantenimiento afectan directamente la operatividad de aviones, buques y vehículos militares.

Si bien aún no se conocen los detalles exactos de los programas que serán recortados, el antecedente de 2013 deja claro que el impacto en la eficiencia del ejército podría ser significativo.

Oposición y preocupaciones

Esta drástica reducción no ha pasado desapercibida. Varios legisladores y funcionarios han expresado su preocupación respecto a lo que esto podría significar para la preparación y seguridad nacional. Además, la eliminación de los programas de diversidad e inclusión ha generado polémica, ya que sectores dentro del gobierno consideran que estos son esenciales para garantizar equidad dentro de las Fuerzas Armadas.

En relación con los programas de cambio climático, algunos expertos advierten que relegar estos esfuerzos podría debilitar la capacidad de respuesta del ejército ante fenómenos climáticos extremos, poniendo en riesgo infraestructura clave.

Un presupuesto orientado a la visión de Trump

La administración del expresidente Trump ha dejado claro que quiere dirigir el gasto militar hacia una estrategia más enfocada en la defensa de la nación contra amenazas externas palpables, dejando de lado iniciativas consideradas “innecesarias”. La implementación de un sistema Iron Dome en EE.UU. es un reflejo de esta visión, en la que la protección contra ataques aéreos sería una prioridad.

Sin embargo, la gran incógnita sigue siendo si estos recortes generarán ahorros eficaces sin afectar la operatividad del ejército. La historia reciente ha demostrado que reducciones de gran magnitud pueden traer consecuencias no deseadas, como déficit en entrenamiento y mantenimiento, que a largo plazo comprometen la capacidad de respuesta militar.

Con las negociaciones presupuestarias en curso, el Pentágono tendrá que elegir con cautela qué programas sacrificará para cumplir con las nuevas directrices. Lo que está en juego no solo es el dinero, sino la seguridad nacional de los Estados Unidos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press