La guerra comercial de Trump: ¿una apuesta peligrosa para la economía estadounidense?

Con un nuevo mandato, Trump busca expandir los aranceles pese a los riesgos de inflación y represalias.

La guerra comercial iniciada por Donald Trump durante su primer mandato fue, sin duda, una de las políticas más controversiales en materia económica. Pese a las críticas de economistas y aliados internacionales, sus efectos sobre la economía de Estados Unidos fueron modestos, sin generar grandes daños ni beneficios. Sin embargo, la nueva ofensiva arancelaria del expresidente, en su segundo mandato, plantea un escenario completamente distinto, con riesgos potencialmente mayores para el crecimiento económico y la inflación.

Un enfoque más agresivo y de mayor alcance

Trump ha anunciado medidas más drásticas esta vez: aranceles del 25% a productos provenientes de México y Canadá, duplicación de un gravamen del 10% sobre los bienes chinos y posibles sanciones a otros países. Estas decisiones podrían elevar los precios de bienes importados, encareciendo productos básicos y afectando directamente el bolsillo del consumidor estadounidense.

En palabras del propio Trump, "¿Habrá dolor? Sí, tal vez (¡o tal vez no!), pero haremos a Estados Unidos grande de nuevo, y valdrá la pena el precio que debe pagarse".

Los efectos en la economía real

Si bien su primera guerra comercial no tuvo repercusiones graves, las circunstancias han cambiado. Actualmente, la inflación sigue siendo un problema persistente en EE.UU., la Reserva Federal ha mantenido tasas de interés elevadas y la economía enfrenta incertidumbre derivada de conflictos globales.

El economista Michael Strain, del American Enterprise Institute, advierte que estas nuevas tarifas podrían reducir el crecimiento económico en hasta medio punto porcentual. Diane Swonk, economista de KPMG, también señala que el impacto será mayor que en 2018-2019: "Ya no es solo China; estamos hablando de múltiples países al mismo tiempo".

Las industrias más afectadas

Las empresas estadounidenses, que dependen del comercio internacional para mantener precios competitivos, ya comienzan a manifestar preocupaciones. Basic Fun, una compañía de juguetes, importaba en su mayoría de China y ahora prevé aumentar el precio de algunos de sus productos estrella, como el Tonka Classic Steel Mighty Dump Truck, de $29.99 a unos $39.99.

Algo similar podría verse en otros sectores clave como la industria automotriz, tecnológica y agrícola, donde los costos de producción pueden aumentar drásticamente debido a las nuevas tarifas.

Posibles represalias y una escalada del conflicto

Otro factor inquietante es la posibilidad de represalias por parte de los países afectados. China ya ha impuesto aranceles a productos estadounidenses en respuesta a medidas previas, y tanto México como Canadá han insinuado respuestas similares. Un "ojo por ojo" comercial podría derivar en una guerra arancelaria sin precedentes, con impactos negativos en la inversión y el empleo dentro de EE.UU.

Eswar Prasad, profesor de política comercial en la Universidad de Cornell, advierte sobre la cláusula de represalias insertada en las órdenes de Trump: "El riesgo es el inicio de un espiral de guerra comercial con aranceles cada vez mayores como reacción".

Conclusión: ¿una apuesta demasiado arriesgada?

Lejos de tratarse de una simple estrategia de negociación, esta nueva oleada de tarifas puede derivar en un aumento de costos para consumidores y empresas, dificultando la reactivación económica y prolongando la inflación en EE.UU. La comunidad empresarial ya manifiesta su escepticismo, mientras que aliados comerciales comienzan a prepararse para tomar represalias.

La pregunta clave que queda por responder es si esta estrategia realmente logrará "hacer América grande de nuevo" o si, por el contrario, se convertirá en una de las mayores apuestas económicas de la historia moderna con efectos adversos para todos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press