Chevron, la costa perdida de Luisiana y el precio de un siglo de petróleo: un hito judicial histórico
Un jurado condena a Chevron a pagar más de $740 millones por la devastación de humedales en un juicio que podría revolucionar el papel de las petroleras en el sur de EE.UU.
La corte de Luisiana ha hablado, alto y claro: Chevron deberá pagar una cifra colosal de al menos 740 millones de dólares para restaurar los daños que ha causado durante décadas a los humedales costeros del sureste del estado. La sentencia, que llega tras más de una década de litigios, se convierte en un hito medioambiental y judicial de gran envergadura, no solo por el monto económico, sino por el potencial efecto dominó que podría desencadenarse entre decenas de demandas similares contra gigantes del petróleo.
Una lucha que comenzó hace décadas: Texaco, Chevron y el Delta
Todo se remonta a mediados del siglo pasado, cuando Texaco—la cual fue adquirida por Chevron en 2001— comenzó sus operaciones en la ribera del delta del Mississippi. Allí, en Plaquemines Parish, un mosaico de pantanos y marismas estaba siendo socavado silenciosamente por canales de dragado, pozos de perforación y el vertido sistemático de aguas residuales industriales. No se trataba de incidentes aislados, sino de un modus operandi que marcaría un antes y un después en el paisaje y ecología del Golfo de México.
Según el veredicto reciente, Chevron violó regulaciones de conservación costera de Luisiana al no restaurar los ambientes alterados tras finalizar sus operaciones y, peor aún, al operar sin los permisos requeridos. A día de hoy, se han perdido más de 5,180 kilómetros cuadrados de tierra costera en Luisiana y expertos coinciden en que gran parte de esta pérdida está directamente vinculada con actividades petroleras.
El juicio: un golpe millonario con eco ecológico
El fallo establece que Chevron deberá pagar:
- $575 millones por pérdida de tierra
- $161 millones por contaminación del entorno
- $8.6 millones en concepto de equipos abandonados
Con intereses acumulados desde que se presentó la demanda en 2013, la cifra final asciende a más de $1,100 millones, de acuerdo con el bufete Talbot, Carmouche & Marcello, responsables de la demanda.
“Ninguna compañía es demasiado grande como para estar por encima de la ley”, dijo John Carmouche, el abogado principal del caso. Su declaración resume lo que este juicio representa para comunidades enteras: una posibilidad real de justicia ambiental tras décadas ignoradas.
Cómo Chevron se defendió y por qué no convenció
Mike Phillips, el abogado principal de Chevron, alegó que la empresa “no es responsable por la pérdida de tierras que afecta a Plaquemines Parish” y sostuvo que las operaciones comenzaron antes de que las leyes actuales fueran promulgadas, por lo que no se les puede aplicar retroactivamente. También achacó el empeoramiento del ecosistema al sistema de diques del Río Mississippi, el cual bloquea depósitos naturales de sedimentos esenciales para la formación de terreno.
Pero el jurado no lo vio así. Según testigos expertos durante el juicio, las prácticas de Chevron desde la década de 1940 mostraban un desprecio sistemático por las mejores prácticas conocidas. Priorizaron ganancias sobre conservación al optar reiteradamente por los métodos más dañinos para extraer petróleo y abandonar posteriormente sus instalaciones sin remediación alguna.
Una cuenta pendiente con la historia natural de EE.UU.
La pérdida de humedales en el sur de Luisiana es más que un problema ambiental: es una amenaza existencial. Esta zona acoge a algunos de los puertos más grandes e instalaciones energéticas clave para la nación. Además, su vegetación amortigua el impacto de huracanes y tormentas, función vital en una región constantemente golpeada por el cambio climático.
Según el Servicio Geológico de EE.UU. (USGS), la pérdida acumulada de tierra en la región alcanza cifras alarmantes: el estado proyecta perder otros 7,770 kilómetros cuadrados de humedales en las próximas décadas si no se toman medidas drásticas.
“Nuestras comunidades están construidas sobre la costa, nuestras familias viven en ella, nuestros hijos van al colegio allí”, explicó Jimmy Faircloth Jr., abogado representante del estado de Luisiana, quien intervino en el juicio. El mensaje de fondo fue claro: salvar la costa es salvar la identidad y futuro louisianense.
¿Y ahora qué? El precedente y lo que está en juego
Este juicio fue solo uno de los más de veinte que Plaquemines Parish ha interpuesto contra compañías petroleras. Otros condados costeros también tienen demandas activas. La sentencia contra Chevron puede convertirse en un referente legal que motive acuerdos extrajudiciales en masa o, lo que es más probable, una oleada de litigios similares.
La ironía es que, aunque Luisiana es históricamente dependiente del petróleo y cuenta con gobernadores “pro-industria”, incluso el actual gobernador Jeff Landry ha apoyado las acciones legales contra las empresas. El motivo no es otro que la necesidad urgente de financiación para planes de restauración costera. Los fondos del desastre del Deepwater Horizon de 2010 están cerca de agotarse y el estado necesita nuevas fuentes para no quedar a la deriva, literalmente.
La restauración propuesta en el juicio incluye remoción de suelos contaminados y relleno de canales artificiales que debilitaron los marismas. El costo y complejidad han sido criticados por Chevron, que afirma que ignorar los aspectos prácticos pone más énfasis en obtener condenas que en resolver el problema. Pero para muchos lugareños, esa restauración es la última esperanza para preservar siglos de patrimonio natural y cultural.
“Solo queremos que las compañías asuman su parte de responsabilidad y restauren lo que destruyeron”, dijo Don Carmouche, otro abogado del equipo demandante.
Chevron, símbolo de algo mucho más grande
Chevron, una de las petroleras más grandes del planeta, ha sido llevada al banquillo no solo por destruir ecosistemas, sino por representar una forma de hacer negocios que ya no puede sostenerse moral ni legalmente. Mientras tanto, el cambio climático avanza, muchas de las zonas afectadas por la actividad industrial están ahora a un paso de desaparecer bajo el agua.
En este sentido, este veredicto resuena más allá de Luisiana. Es una advertencia a la industria energética mundial: no se puede seguir drenando la Tierra sin devolverle nada. Al fin y al cabo, lo que está en juego no es solo una costa: es todo un modelo económico, un legado ambiental y el futuro inmediato de comunidades enteras.
Para quienes viven en Plaquemines y otras regiones costeras similares, la justicia finalmente ha comenzado a hacer su trabajo. El paso siguiente es asegurarse de que Chevron pague... y que el resto de las compañías comprendan que el tiempo de la impunidad medioambiental está llegando a su fin.