El colapso político de Yoon Suk Yeol: una nación dividida al borde del abismo democrático
La destitución del presidente surcoreano tras declarar la ley marcial desnuda las fracturas históricas, sociales y políticas que amenazan la estabilidad del país
SEÚL — La escena era caótica, triste y contundente. Miles de surcoreanos, entre abrazos, gritos y lágrimas —de euforia o rabia—, se congregaron el pasado viernes para presenciar en pantallas gigantes lo que muchos consideran un punto de inflexión en la historia moderna de Corea del Sur: el Tribunal Constitucional votó a favor de destituir al presidente Yoon Suk Yeol, tras su controvertida decisión de declarar ley marcial el 3 de diciembre de 2024.
Con la nación sumida en una profunda polarización, la medida ha avivado un debate nacional que no sólo enfrenta a derechistas y progresistas, sino que toca fibras sensibles relativas al pasado autoritario del país, la seguridad nacional, los fantasmas del comunismo norcoreano y la influencia de teorías conspirativas.
La caída de Yoon: de fiscal estrella a presidente depuesto
Yoon Suk Yeol ascendió con rapidez meteórica en la política surcoreana al asumir el cargo de fiscal general e impulsar investigaciones anticorrupción contra figuras de alto perfil. Esto pavimentó su camino hacia la presidencia en 2022 como candidato del conservador Partido del Poder Popular (PPP). Su imagen de inflexible defensor de la ley y el orden capturó la atención de una porción del electorado harta de escándalos políticos previos.
Sin embargo, la luna de miel fue efímera. Su presidencia estuvo marcada por choques constantes con la Asamblea Nacional, dominada por su rival Partido Democrático (DP), y por una impopularidad creciente. Según encuestas de Gallup Corea, sus índices de aprobación cayeron a menos del 30% a finales de 2024.
El 3 de diciembre: la noche que lo cambió todo
La decisión de Yoon de declarar la ley marcial y desplegar tropas alrededor de la Asamblea Nacional sorprendió tanto a sus aliados como a sus oponentes.
Oficialmente, la medida fue tomada por “preocupaciones de seguridad nacional”, y Yoon afirmó que la ofensiva electrónica y de desinformación impulsada por Corea del Norte y China requería una respuesta extraordinaria. Sus seguidores más fervientes incluso aseguran que el presidente estaba combatiendo un intento de golpe legislativo por parte del DP.
No obstante, la mayoría de analistas e incluso sus propios ministros entendieron que este fue el paso irreversible hacia su destitución. Fue la primera declaración de ley marcial en Corea del Sur en más de 40 años. La Corte lo consideró un abuso de poder inconstitucional, y la Asamblea no tardó en iniciar el proceso de impeachment.
La sombra del pasado: el trauma de la dictadura militar
Corea del Sur no ha olvidado su historia reciente: el país vivió bajo dictaduras militares entre 1961 y 1987. La ley marcial de Yoon evocó los fantasmas de los regímenes de Park Chung-hee y Chun Doo-hwan, cuyas medidas represivas dejaron miles de muertos y disidentes encarcelados.
“No se puede enviar tropas frente a un Congreso elegido democráticamente. Es un paso hacia atrás de décadas”, dijo en una entrevista en KBS el historiador Lee Jae-hyung, especialista en política contemporánea del este asiático.
La generación joven —que no vivió esos episodios— reaccionó con claridad. Según una encuesta de Hankook Research, el 72% de los surcoreanos entre 18 y 35 años apoyaron la destitución de Yoon, en contraste con una menor aprobación entre personas mayores de 60 años.
¿Paranoia o estrategia?
Existe una creciente sospecha entre críticos del expresidente de que la decisión de recurrir a la ley marcial fue una estrategia para desviar la atención de investigaciones por corrupción que involucraban no sólo a Yoon, sino también a su esposa, Kim Keon Hee. Según documentos judiciales revelados en diciembre de 2024, ambos habrían intervenido ilegalmente en la nominación de candidatos del PPP a través del intermediario Myung Tae-kyun, actualmente acusado de manipular elecciones internas mediante sobornos y tráfico de influencias.
“Un día antes de que Yoon declarara la ley marcial, Myung anunció que entregaría pruebas que comprometían al presidente. ¿Qué hizo Yoon? Activó el Ejército. Es demasiado conveniente”, afirmó en un encendido discurso Park Chan-dae, líder parlamentario del Partido Democrático.
La amenaza de las teorías conspirativas
El clima político surcoreano ha sido contaminado en los últimos años por una ola de teorías conspirativas divulgadas por canales de YouTube con fuerte ideología ultraconservadora. Estas teorías acusan al Partido Democrático de estar infiltrado por comunistas norcoreanos, sugieren fraude en las elecciones de 2022 y aseguran que la independencia nacional está en riesgo.
“Hoy no se puede subestimar la influencia de los youtubers patriotas, que difunden miedo e incertidumbre gratuitamente”, explicó Jung Min-ho, politólogo de la Universidad Nacional de Seúl. “Lo preocupante es que estas ideas no sólo han penetrado en sectores sociales; también parecen haber influenciado las decisiones presidenciales”.
Varios videos virales de canales como Hanmi TV y Daehan Praise promovieron la idea de que el sistema electoral estaba siendo pirateado por Pyongyang. Esto llevó a Yoon a ordenar que los militares inspeccionaran oficinas de la Comisión Electoral Nacional.
Una elección anticipada con sabor a revancha
La Constitución surcoreana obliga a convocar elecciones presidenciales dentro de 60 días tras la destitución de un mandatario. Ese proceso ya se encuentra en marcha y promete ser uno de los más polarizadores desde la restauración democrática de 1987.
El favorito hasta ahora es Lee Jae-myung, líder del Partido Democrático, quien también ha enfrentado sus propias batallas judiciales por sobornos y tráfico de influencias cuando era alcalde. Sin embargo, la caída de Yoon parece haber reforzado su imagen como contrapeso necesario a lo que muchos ven como un autoritarismo emergente.
Del otro lado, el Partido del Poder Popular se encuentra en crisis, sin un candidato claro que recoja las banderas de Yoon, pero sin condenar abiertamente su accionar, para no perder la base electoral conservadora.
¿Una nueva era política o una repetición del ciclo?
La historia política moderna de Corea del Sur está plagada de ex presidentes con finales turbulentos. Syngman Rhee huyó del país. Park Chung-hee fue asesinado. Chun Doo-hwan y Roh Tae-woo fueron encarcelados. Park Geun-hye fue destituida en 2017 por abuso de poder y corrupción. Ahora, Yoon Suk Yeol se une a la lista.
“Este ciclo destructivo refleja una fragilidad institucional y una cultura política que aún no ha madurado plenamente en 37 años de democracia”, señaló el columnista Oh Se-hoon en el diario Chosun Ilbo. “Si los líderes no aceptan los límites del poder, seguiremos atrapados en este bucle”.
Mientras los votantes se preparan para una nueva elección, la gran incógnita es si este episodio servirá como catalizador para una reforma estructural y una reconciliación nacional o si simplemente abrirá la puerta a un nuevo ciclo de confrontación permanente.
Lo cierto es que Corea del Sur tendrá que decidir pronto si quiere preservar su democracia o resignarse a verla debilitada por dentro.