El traje como símbolo: de la Alta Costura Negra al activismo estilizado en el Met Gala 2025
La exposición ‘Superfine: Tailoring Black Style’ en el Museo Metropolitano redefine el traje como un arma de cultura, poder e identidad
¿Qué se encuentra en un traje? Si uno se detiene a mirar más allá del ajuste perfecto o del sastre de renombre, puede descubrir una historia de lucha, elegancia, subversión e identidad. Ese es el mensaje intrínseco tras la esperada exposición de primavera del Costume Institute del Museo Metropolitano de Arte: “Superfine: Tailoring Black Style”. Más que una muestra de moda, se trata de una crónica de siglos, donde el traje se transforma de uniforme a declaración política, expresión artística y símbolo de resistencia.
Una revolución hecha a medida
La exposición, que se inaugura al público el 10 de mayo de 2025 y se extenderá hasta el 26 de octubre, es la primera del Costume Institute dedicada íntegramente a diseñadores negros. También se trata de la primera exposición centrada en moda masculina en más de dos décadas. Pero si bien el traje y la sastrería masculina son el foco, la exhibición provoca una reflexión mucho más profunda sobre raza, clase, género y representación.
Esta apuesta curatorial llega encabezada por Monica L. Miller, profesora de Estudios Africanos en Barnard College, cuya obra “Slaves to Fashion” fue el punto de partida conceptual para la exposición. “El traje representa tantas cosas”, explica, “desde la respetabilidad hasta la transgresión. Y la sastrería es un proceso íntimo. No es solo sobre cómo te queda físicamente, sino sobre qué deseas decir al mundo esa noche”.
Más allá del glamour: la historia que nadie cuenta
En lugar de simplemente presentar trajes bien cortados, ‘Superfine’ se articula a través de doce temáticas que cruzan siglos y estilos: propiedad, presencia, distinción, disfraz, libertad, campeón, respetabilidad, jook, herencia, belleza, cool y cosmopolitismo.
Las primeras secciones se remontan al siglo XVIII, cuando no existían muchas piezas creadas o usadas por afrodescendientes. Por ello, el equipo curatorial incorpora grabados, objetos decorativos, pinturas y primeras fotografías para construir el relato. Y desde ahí, la exposición fluye hacia el siglo XX y la actualidad, presentando desde los trajes de jockeys negros usados entre 1830 y 1840, hasta espectacularidades modernas como las creaciones de Jacques Agbobly, diseñador emergente que celebra su herencia togolesa desde Brooklyn.
De W.E.B. Du Bois a los Nicholas Brothers: alfileres entretejidos con memoria
Uno de los objetos más singulares de la muestra se encuentra en la sección “Respetabilidad”: ¡los recibos de lavandería y sastrería del activista intelectual W.E.B. Du Bois! El académico, quien visitaba regularmente sastres en París y Londres, consideraba su atuendo parte vital de su lucha política. Como escribió en una ocasión: “Vestirse con pertenencia es también reclamar existencia”.
Y si la ropa está para ser vivida, pocas piezas lo demuestran como el segmento ‘Jook’. Allí se exhibe un clip de los legendarios Nicholas Brothers en la película Stormy Weather (1943), realizando rutinas acrobáticas mientras portan esmoquin. “Queríamos mostrar a la gente en movimiento dentro de la ropa, no solo a través de maniquíes”, explica Miller. Algo comprensible cuando uno observa esos trajes soportando múltiples splits sobre escaleras art déco.
Savile Row, la calle y el denim: el traje como pluralidad
La exposición no se limita a nombres establecidos. Aunque se aprecia un imponente conjunto de Jeffrey Banks —un traje de doble botonadura con abrigo escocés y corbata rosa de 1987—, la muestra le da igual peso al trabajo de diseñadores poco conocidos o anónimos. Así como hay cashmere y lana inglesa, también hay denim con cuentas y chaquetas acústicas que cuentan historias de migración, sexualidad y autodefinición.
“Desde Savile Row hasta un chándal, todo puede ser un traje”, bromea Miller. Lo importante es qué comunica. Y en este contexto, la sastrería no es simplemente un arte, sino una acción política. “La costura negra redefine qué significa estar bien vestido. Refleja poder, pero también vulnerabilidad”, afirma la curadora.
Un Met Gala sin reglas (pero muy bien vestido)
Como siempre, esta exposición sirve también de inspiración para la gala más esperada del año: el Met Gala. Este año, a celebrarse el 5 de mayo, el código de vestimenta será “Tailored For You” (A la medida para ti), una invitación abierta a la reinterpretación del traje clásico según estilo, narrativa personal e incluso protesta.
Los anfitriones de 2025 reflejan poder, diversidad y elegancia: el músico y diseñador Pharrell Williams, el piloto de Fórmula 1 Lewis Hamilton, el actor Colman Domingo y el rapero A$AP Rocky. Por si fuera poco, LeBron James es el presidente honorario, y el comité adicional incluye figuras como Simone Biles, Spike Lee, André 3000 y la escritora Chimamanda Ngozi Adichie.
Durante la hora del cóctel, los invitados tendrán acceso exclusivo a la exposición, oportunidad en la que podrán dialogar visual y emocionalmente entre sus impecables atuendos y los trajes expuestos bajo vitrinas. En un giro poético donde moda y museo se funden, el cuerpo vivo se convierte en extensión de la historia narrada.
El traje como antídoto al borrado
Pocas prendas han sido tan omnipresentes y a la vez tan ignoradas como el traje. En occidente, su estandarización ha querido borrarle el alma para volverlo uniforme, sin expresión. Y sin embargo, como demuestra ‘Superfine: Tailoring Black Style’, la sastrería negra ha insistido en convertir ese lienzo neutro en una declaración.
Desde los trajes psicodélicos del Blaxploitation en los 70, hasta los trajes bicolores austros de diseñadores actuales queer, el mensaje es claro: la elegancia es también resistencia. En una época donde la moda tiende a lo efímero, esta exposición nos recuerda que la ropa, bien documentada, bien vivida y bien amada, tiene el poder de contar historias que los libros no siempre se atreven a relatar.
Como dijo alguna vez la activista y poeta Audre Lorde: “Las herramientas del amo nunca desmontarán la casa del amo”. Pero bajo el mismo sastre, esas herramientas toman forma, se despuntan o se rebeldizan, y a veces, sí pueden hacerlo. El traje, esa armadura de etiqueta, parece ser una joya afilada más.