Randy Smith: el arquitecto silencioso detrás del éxito de Scottie Scheffler y una generación de golfistas de élite
Desde Royal Oaks en Dallas, Smith ha formado a docenas de estrellas del golf, moldeando campeones con filosofía, disciplina y pasión sin dejarse seducir por la tecnología
Un mentor poco convencional con método propio
En una era gobernada por la tecnología, gráficos en 3D y dispositivos Trackman, Randy Smith sigue siendo un firme defensor de la enseñanza “en la tierra”, como él mismo dice. Con 73 años y una presencia firme pero carismática, ha sido el único entrenador de Scottie Scheffler, el número uno del mundo en golf masculino y dos veces campeón del Masters de Augusta.
“He’s like a savant when it comes to the golf swing”, dice Scheffler, quien ha confiado su desarrollo en Smith desde que tenía apenas seis años. Para Smith, la clave está en potenciar los puntos fuertes de cada jugador y exigir compromiso, no en sobreanalizar cada movimiento.
Royal Oaks: la cuna de campeones
Smith llegó al club Royal Oaks en Dallas en 1977 como asistente de su mentor Buddy Cook. Solo tres años después, se convirtió en profesional principal del club. Lo que comenzó siendo un lugar donde vendía mercancía en la tienda, pronto se transformó en un centro formativo inigualable para jóvenes golfistas.
Allí comenzaron sus carreras figuras como Justin Leonard, ganador del Open Británico en 1997; Ryan Palmer, Hunter Mahan, Gary Woodland e incluso recientes talentos como Si Woo Kim.
“Coaches normally get tour players after they become tour players. Randy es el O.G. de desarrollarlos desde que son niños”, dice Jamie Mulligan, reputado entrenador del club Virginia Country Club.
El niño con pantalones largos en el calor de Dallas
Scottie Scheffler es, hasta ahora, el alumno más brillante de Smith. Lo conoció cuando su familia se mudó desde Nueva Jersey a Dallas. Apenas tenía seis años, pero ya demostraba una obsesión por el deporte pocas veces vista. Vestía pantalones largos en pleno verano texano, simplemente porque así se vestían los profesionales en los torneos.
“Él nos empujaba a nosotros, no al revés”, recuerda su padre, Scott. En una memorable sesión inaugural de casi dos horas, Scheffler demostró que necesitaba más que un instructor: necesitaba un guía. Smith fue exactamente eso.
Filosofía sin rodeos y resultados duraderos
Smith no persigue estadísticas ni aplica métodos universales. Se enfoca en la disciplina, la curiosidad y el trabajo duro. “Si vienes al campo y solo practicas 45 minutos, probablemente tendrás que esperar para tu próxima clase”, afirma con su típico estilo directo.
Este enfoque ha dado frutos durante décadas. Más de una docena de sus alumnos llegaron al PGA Tour. Cientos más obtuvieron becas universitarias. La cultura que ha cultivado en Royal Oaks es única: una comunidad vibrante de jóvenes hambrientos de mejorar, rodeados de estrellas que alguna vez estuvieron exacta-mente en su lugar.
Reconocimientos y legado
Randy Smith no solo ha formado jugadores, también ha sido ampliamente reconocido dentro del circuito profesional. Entre los 18 premios otorgados por la PGA of America, destacan el de Professional of the Year (1996) y Teacher of the Year (2002). Sin embargo, él resta importancia a estos galardones.
“Lo apropiado sería decir que valoro más a quienes han conseguido becas que a los que llegaron al Tour”, asegura. Pero es imposible ignorar los momentos emblemáticos, como el segundo abrazo más importante de su vida: el que compartió con Scheffler al ganar su primer Masters.
Una escuela de valores antes que de swings
Smith ve el golf como una vía de formación integral. No se trata solo de cómo pegarle a la bola, sino de cómo trabajar, cómo esperar y cómo competir. Su voz resuena en las cabezas de sus jugadores más allá del campo. Gary Woodland —campeón del US Open 2019— lo resume con claridad: “Randy significa todo para mí”.
Para Knost, ganador del U.S. Amateur y el U.S. Public Links en 2007, Smith fue algo aún más profundo: un padre adoptivo lejos de casa. “Me convirtió en el jugador que soy”, dice quien dejó Ohio para estar cerca de Smith en Dallas.
Un estilo entre la vieja escuela y el sacrificio personal
Los métodos de Smith contrastan profundamente con las tendencias actuales. Cuando surgió el Trackman, el sofisticado sistema de medición en 3D, Smith lo intentó usar... sin éxito. “Esto está roto otra vez”, decía al llamar a la tienda, frustrado.
Su dominio no está en los algoritmos sino en observar el swing durante horas, ajustar con sabiduría empírica y formar campeones con sangre, sudor y mucha repetición. “Encuentra las respuestas en la tierra”, una filosofía de generaciones pasadas pero cuya eficacia sigue vigente.
Una comunidad forjada en la excelencia
Royal Oaks no solo ha sido hogar de decenas de futuros profesionales. También ha acogido leyendas como Lee Treviño. Y se ha convertido en un símbolo de excelencia local. Cuando Leonard volvió al club con la claret jug del British Open, unas 1,400 personas lo esperaban para celebrar en casa. Ese sentido de pertenencia y orgullo es parte del sello Smith.
Más que un entrenador: un catalizador de talento
Smith no obliga a nadie a querer ser grande. Pero para quienes lo desean, él es el compañero idóneo de viaje. “Te pone en una posición para tener éxito, pero depende de ti”, dice Scheffler. Ese balance entre autonomía y guía es probablemente la razón de su longevidad como mentor.
“Estuve en la parada de bus correcta buscando el bus adecuado, en el día justo”, dice Smith, con humildad sobre sus inicios en Royal Oaks. Pero todos los niños que han pasado por sus lecciones y conseguido sus sueños, saben que él era el conductor de ese autobús. El que nunca necesitó un GPS, porque siempre supo el camino.