¿El fin del agua fluorada en Florida?: Una medida política con impacto en la salud pública
El estado se une a una ola nacional para eliminar el flúor del agua potable pese al consenso científico; ¿qué hay detrás de esta controversial decisión?
Una decisión que inquieta al mundo de la salud
Florida se encuentra al borde de prohibir la fluorización del agua potable, una práctica ampliamente considerada por la comunidad científica como uno de los principales logros de salud pública del siglo XX. En una medida ya aprobada por los legisladores estatales, la decisión ahora queda en manos del gobernador Ron DeSantis, quien ha demostrado simpatía hacia discursos escépticos sobre los beneficios del flúor en el agua.
Los funcionarios públicos que respaldan esta legislación, como la representante estatal republicana Kaylee Tuck, defienden que esta no apunta específicamente al flúor, sino a la eliminación de aditivos que “afecten la salud”, mencionando tanto minerales como vitaminas. Sin embargo, el flúor está en el centro del debate, dado que su eliminación ha sido impulsada, en parte, por teorías sobre supuestos daños neurológicos en niños.
¿Qué es el flúor y por qué se utiliza en el agua?
Desde hace más de siete décadas, el fluoruro se ha agregado a los suministros públicos de agua para prevenir caries dentales. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), se trata de un proceso seguro y eficaz. El flúor fortalece el esmalte dental reemplazando minerales perdidos a través del desgaste natural que ocurre diariamente en nuestros dientes.
Se estima que la fluoración del agua ha reducido la incidencia de caries en la población estadounidense infantil en un 25%, según los CDC. A tal punto es relevante que la organización catalogó esta medida como “uno de los diez grandes logros de la salud pública del siglo XX”.
Una cruzada ideológica y política
La ofensiva contra el flúor no es una iniciativa nacida únicamente en Florida. En marzo de 2024, Utah se convirtió en el primer estado en aprobar una prohibición similar, dejando la decisión fuera de la autoridad de las ciudades y comunidades locales. Esta tendencia tiene un fuerte componente político.
Robert F. Kennedy Jr., actual secretario de Salud de EE. UU. y una figura conocida por promover teorías controvertidas, ha iniciado gestiones para detener a nivel federal la fluoración del agua, alegando riesgos a la salud infantil. A pesar de que múltiples estudios a gran escala han refutado estas afirmaciones, diversos grupos y legisladores han tomado como justificación sus argumentos para impulsar nuevas legislaciones.
En Florida, antes incluso de que se aprobara esta ley a nivel estatal, ya algunos gobiernos locales comenzaron a dar pasos para retirar el flúor de sus sistemas. Sin embargo, esta generalización a escala estatal marca un precedente de gran magnitud.
El grito de alarma de la comunidad médica
La aprobación del proyecto de ley ha despertado una gran preocupación entre los profesionales de la salud bucal. Para el presidente de la Asociación Dental Americana (ADA), Brett Kessler, se trata de una tragedia.
“Como dentistas, vemos las consecuencias directas de la eliminación del flúor en nuestros pacientes. Es una tragedia real cuando las decisiones políticas dañan a niños y adultos vulnerables a largo plazo.”
La alcaldesa de Miami-Dade, Daniella Levine Cava, expresó su fuerte rechazo a la medida, asegurando que ignora el consenso médico y afectará sobre todo a las comunidades más vulnerables económicamente. “Terminar con la fluoración provocará consecuencias devastadoras para la salud pública”, subrayó.
¿Qué implicaciones tendrá la ley para los ciudadanos?
Más del 60% de la población estadounidense actualmente consume agua fluorada, según un reporte de 2022 del CDC. Con la entrada en vigencia de la ley en Florida, poco más de 21 millones de personas podrían dejar de tener acceso a esta medida preventiva gratuita.
Esta carga afectará especialmente a las comunidades rurales o de bajos ingresos, que no pueden costear tratamientos dentales regulares ni comprar pastas dentales con altos niveles de flúor. La ADA y otras entidades han señalado que la omisión de esta práctica resultará en un aumento de las caries, con consecuencias en salud, en gastos familiares, y en la presión sobre los sistemas públicos de salud.
¿Hay riesgos reales con el flúor?
Los detractores alegan que pequeñas cantidades acumuladas durante muchos años podrían afectar el desarrollo cognitivo infantil. Los estudios que citan provienen principalmente de países como China e India, donde los niveles de flúor en el agua superaban ampliamente las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La concentración estándar en EE. UU., de 0.7 partes por millón, ha sido considerada segura por múltiples agencias regulatorias, incluyendo el Departamento de Salud y Servicios Humanos y la Agencia de Protección Ambiental (EPA).
Según un meta-análisis publicado por la Universidad de Harvard en 2012, los efectos neurotóxicos solo se observaron en concentraciones inusualmente altas. De hecho, la OMS reafirma que la fluoración controlada del agua reduce inequidades en salud pública.
El impacto económico: salud preventiva vs. carga presupuestaria
Eliminar el flúor puede parecer una medida austera, pero en realidad representa un mayor costo a largo plazo. Según un estudio presentado por el Journal of Public Health Dentistry, cada dólar invertido en fluoración del agua ahorra 38 dólares en tratamientos dentales.
Mientras menos se utilice esta herramienta preventiva, mayor será el volumen de pacientes con caries avanzadas, requerimientos de extracciones, tratamientos de conducto, y costosos procedimientos de rehabilitación oral. Todo esto representa tanto un impacto financiero en las familias como una carga para el sistema de salud.
Una tendencia peligrosa contra la evidencia científica
El caso de Florida no está aislado, pero sí representa una señal preocupante. Al vincular este tipo de políticas con una corriente política desconectada de los consensos científicos, se abre un precedente en donde las decisiones médicas y sanitarias pueden ser tomadas en función de ideologías, más que de datos comprobables y verificados.
Así como ha ocurrido con las vacunas o las políticas ambientales, movimientos basados en desinformación han logrado permear legislaturas y afectar prácticas con décadas de comprobación científica. La legitimación de estas decisiones por parte de figuras gubernamentales puede minar la confianza del público en organismos como el CDC, la EPA o la ADA.
La voz de los ciudadanos también cuenta
Muchos ciudadanos ya han comenzado a organizar peticiones y manifestaciones comunitarias para revertir la ley. Las historias personales, como las de padres de familias que no pueden pagar tratamientos privados o de trabajadores de la salud que llevan décadas asistiendo a comunidades vulnerables, son parte del nuevo frente de defensa del agua fluorada.
“Este no es solo un tema de dientes. Es un tema de dignidad, de derechos igualitarios a una salud básica”, comentó María Olivares, higienista dental de Naples, Florida.
Una batalla que apenas comienza
Aunque la ley estatal aún no entra en vigor, ya se prevé una ola de desafíos judiciales y legislativos. Mientras tanto, los expertos en salud pública intensifican su trabajo para informar a los ciudadanos sobre los beneficios de la fluoración, en un contexto donde los mitos tienden a viralizarse más rápidamente que los hechos comprobados.
La batalla por el agua fluorada refleja mucho más que un debate médico: es un espejo de la lucha contemporánea entre ciencia, política y sociedad. Si bien Florida podría ser el próximo estado en implementar esta medida, la pregunta es clara: ¿será también el primero en arrepentirse ante un deterioro de la salud bucodental de su población?