El gran apagón ibérico: cuándo la red eléctrica moderna no puede con su propia complejidad
El corte de energía masivo que paralizó a España y Portugal revela puntos débiles en una red altamente interconectada y cada vez más dependiente de energías renovables
El día que se apagó la península ibérica
El pasado lunes, 29 de abril de 2025, millones de personas en España y Portugal se encontraron repentinamente sin luz. A partir de las 12:30 p.m., comenzó uno de los apagones eléctricos más graves en la historia reciente de Europa. Transporte público colapsado, hospitales funcionando con generadores, redes móviles caídas, negocios cerrados e incluso sistemas de emergencia afectados: la península ibérica vivió horas de confusión, miedo y preguntas.
Según el primer ministro Pedro Sánchez, el país perdió 15 gigavatios de consumo eléctrico, lo que representa el 60% de la demanda energética total en España, una nación de más de 49 millones de habitantes. Al mismo tiempo, Portugal también experimentó fallos masivos, dejando a una población entera en estado de vulnerabilidad.
¿Qué pasó realmente?
Red Eléctrica de España, operadora de la red nacional, confirmó dos "eventos de desconexión" importantes. El primero se logró contener, pero el segundo fue catastrófico. La red dejó de funcionar progresivamente y se produjeron desconexiones encadenadas incluso desde Francia, país con el que España comparte infraestructuras energéticas críticas.
Bob Marshall, CEO de Whisker Labs —empresa de software investigando fluctuaciones eléctricas en hogares europeos— informó que sensores colocados en Madrid detectaron oscilaciones en voltaje desde las 9:30 a.m., lo que indicaba un sistema inestable. La magnitud de estas fluctuaciones se incrementó hasta alcanzar un punto crítico tres horas después.
"La red estaba luchando, mostrando cada vez más signos de inestabilidad", indicó Marshall. Y aunque se investiga si el fallo fue debido a una mala gestión, una sobrecarga, mantenimiento inadecuado o una combinación de factores, aún se desconoce qué lo detonó exactamente.
Las causas posibles: una tormenta perfecta técnica y estructural
Según Grazia Todeschini, investigadora en King’s College London, las redes eléctricas son sistemas sumamente interconectados y sensibles. "Es como una bicicleta tándem", como explicó Enric Bartlett de la Esade Business School: si alguien deja de pedalear a tiempo, todo el sistema puede caer.
Las causas más comunes de apagones incluyen:
- Desastres naturales o fenómenos meteorológicos extremos
- Errores humanos o accidentes operativos
- Fallos de transformadores o líneas de transmisión
- Descompensación entre generación y demanda energética
Y en este caso, la evidencia apunta a esa descompensación repentina como el origen del colapso.
¿Es la energía renovable parte del problema?
España y Portugal son líderes en energías renovables. En 2024, más del 50% de su energía provenía de fuentes como fotovoltaica, eólica e hidroeléctrica. El sistema ibérico representa un modelo admirado globalmente por su avance hacia una matriz energética limpia. Pero ¿es esta misma fortaleza una debilidad oculta?
Las teorías apuntan a la intermitencia de las energías verdes, que dependen del sol y el viento. A diferencia del gas o nuclear, su generación no es constante y requiere suplencia o almacenamiento masivo en baterías que aún no están totalmente implementadas a escala.
“Decir que el fallo fue por energía solar es ‘poner el carro delante de los bueyes’”, advirtió Eamonn Lannoye, del Electric Power Research Institute. Si bien es cierto que las renovables aportaban al sistema en ese momento, no hay pruebas concluyentes de que fueran el detonante del colapso.
¿Cuán vulnerable es nuestra red energética europea?
Una de las razones por las que Francia también se vió parcialmente afectada es la amplia interconexión de las redes eléctricas europeas. Esta red compartida permite balancear déficits o excesos entre países, lo que debería dar robustez al sistema. Pero como explica Shreenithi Lakshmi Narasimhan, miembro del IEEE, también puede provocar efectos en cadena cuando una frecuencia o voltaje se desequilibra drásticamente.
España, por ejemplo, está ligada a Francia a través de interconectores, dispositivos que protegen la red cortando el flujo cuando detectan anomalías masivas. La caída súbita en voltaje español provocó que estas conexiones con Francia se desconectaran para proteger el sistema general.
El impacto real: sociedades a oscuras
Más allá de las cifras técnicas, el apagón dejó imágenes dramáticas: trenes bloqueados por todo el país, pacientes en quirófanos desplazados a otros centros, empresas sin capacidad de operar, miles varados en metros y autobuses.
En un testimonio recogido por el diario El País, una mujer atrapada en el metro de Barcelona narró: “Estábamos en la oscuridad total durante 30 minutos; fue aterrador. No sabíamos si era un ataque o un fallo.”
Según cifras del Ministerio de Transporte, más de 450 trenes dejaron de operar durante la tarde del lunes solo en España, afectando a cerca de 200.000 pasajeros.
Lo que dicen los gobiernos
Ambos gobiernos, el español y el portugués, han descartado rotundamente la hipótesis de un ciberataque. Sin embargo, la **Audiencia Nacional de España ha abierto una investigación** para determinar causas formales, descartar sabotajes y evaluar la robustez normativa.
Mientras tanto, el ministro de Energía portugués ha pedido trabajar “en protocolos de emergencia más rápidos y con mayores variables”, además de acelerar la inversión en baterías.
¿Dónde están los puntos ciegos?
Este evento demuestra que, pese al avance hacia una energía limpia y descentralizada, la infraestructura crítica sigue rezagada en mecanismos de supervisión en tiempo real, capacidad de almacenamiento y resiliencia ante fallos interrelacionados.
Las principales áreas vulnerables según expertos consultados por Le Monde y El País son:
- Almacenamiento insuficiente en baterías para cubrir lapsos de baja generación eólica/solar
- Falta de personal especializado para actuar en situaciones de emergencia
- Pocas pruebas de estrés en escenarios transnacionales de corte simultáneo
- Subinversión en nuevas tecnologías de balanceo automático y predicción con IA
¿Qué sigue para el futuro eléctrico de Iberia?
El apagón supone un punto de inflexión. España y Portugal, orgullosos de sus avances verdes, deberán ahora acompañar esa transición con refuerzos en ciberseguridad, automatización y almacenamiento. Como reconoció el propio Pedro Sánchez en una rueda de prensa tras el suceso: “Nuestra revolución energética debe ser también una revolución tecnológica de gestión.”
Europa observa con atención. Si las joyas verdes del continente tropiezan por fallos sistémicos, la confianza global en la descarbonización podría tambalearse. Pero también puede ser el catalizador de una nueva etapa: la era no solo de energías limpias, sino también de infraestructuras inteligentes y resilientes.