El ataque incendiario al Centro Highlander: racismo, memoria y resistencia en EE.UU.
Un crimen alimentado por la supremacía blanca atenta contra un ícono del movimiento por los derechos civiles en Tennessee. El caso Highlander desnuda heridas vigentes y una lucha aún viva.
Una llama que quiso borrar la memoria
La madrugada del 29 de marzo de 2019, un incendio consumió parte del histórico Highlander Research and Education Center, ubicado en New Market, Tennessee. Las llamas destruyeron valiosos documentos, archivos y materiales fundamentales del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos. Si bien no hubo víctimas humanas, el ataque dejó una huella profunda en la institución y en quienes luchan por la justicia social.
Ahora, más de cinco años después, el responsable —con vínculos con movimientos supremacistas blancos— ha sido finalmente arrestado. Este capítulo oscuro no solo reabre heridas del pasado, sino que lanza una advertencia sobre el presente: el odio racial sigue activo en muchos rincones del país.
¿Qué es y por qué es importante el Centro Highlander?
Fundado en 1932 en Monteagle, Tennessee, el Highlander Folk School se convirtió en un vibrante espacio de formación política y social en plena era de segregación. Su historia está entrelazada con los nombres más grandes de la lucha por los derechos civiles:
- Rosa Parks asistió a talleres sobre integración en 1955, meses antes de desafiar las leyes de segregación en el autobús de Montgomery.
- Martin Luther King Jr. participó en el 25º aniversario del centro, pronunciando un discurso sobre libertad mediante la no violencia.
- John Lewis, ícono del Congreso, escribió en sus memorias que fue en Highlander donde por primera vez experimentó la integración real.
Este centro no fue simplemente un lugar de encuentro, sino un semillero de pensamiento crítico, organización comunitaria y resistencia pacífica. Incluso la primera dama Eleanor Roosevelt expresó públicamente su apoyo en tiempos en los que defender la igualdad racial era un acto valiente.
El ataque: ideología tras las llamas
Tras una larga y silenciosa investigación federal, el sospechoso Regan Prater fue arrestado en abril de 2024 y acusado de incendio premeditado. Según una declaración jurada del FBI, Prater mantenía contacto con varios grupos supremacistas blancos. En grupos de chat, llegó a alardear sobre su participación en el delito, detallando incluso la forma en que inició el incendio con una “bomba de bengala y napalm casero”.
En el lugar se halló un símbolo de poder blanco conocido como “triple cruz”, el cual también fue usado por el atacante de las mezquitas de Christchurch, Nueva Zelanda, que mató a 51 personas dos semanas antes del incendio en Highlander.
Este acto no fue un simple delito de vandalismo: fue un crimen de odio, un intento deliberado de borrar el legado y la historia de quienes lucharon —y luchan— por la equidad racial.
El trauma detrás del silencio
En entrevistas posteriores, Ash-Lee Woodard Henderson, ex codirectora del centro, declaró que durante años no recibieron información concreta de las autoridades. “Nos decían que era como buscar una aguja en un pajar”, recordó. El hecho de que el crimen tuviese connotaciones racistas era evidente desde el inicio, pero la falta de reacción oficial reforzó un sentimiento de invisibilización.
En 2022, las autoridades finalmente reconocieron a Highlander como víctima de un ataque motivado por el odio. Durante esos años sin respuestas, el centro no cesó su trabajo. Al contrario, encontró en la tragedia una nueva dimensión de su misión: “Si querían quebrar nuestro espíritu, fracasaron rotundamente”, sentenció Woodard Henderson.
Supremacismo blanco: un enemigo persistente
El caso Highlander se suma a una lista creciente de crímenes atribuidos a movimientos de ultraderecha y supremacistas blancos en EE.UU. Según datos del Anti-Defamation League (ADL):
- El 75% de los asesinatos extremistas en 2022 en Estados Unidos fueron cometidos por simpatizantes del supremacismo blanco.
- Existen más de 700 grupos extremistas activos en el país.
- Desde 2018, los incidentes registrados por razones racistas han aumentado más del 50%.
Esta ideología no es un vestigio del pasado, sino una amenaza contemporánea. En palabras del congresista demócrata Steve Cohen: “el crecimiento del nacionalismo blanco es un problema nacional que exige acciones gubernamentales urgentes”.
Highlander hoy: reconstrucción y resiliencia
Hoy, con 93 años de historia, el centro sigue en pie. La reconstrucción de la oficina administrativa destruida finalizará este año, marcando un nuevo hito en su legado de resistencia cultural.
Allyn Steele, codirector actual del Highlander Center, destacó algo más allá del simbolismo de sus instalaciones: “Lo que hace fuerte a Highlander no son sus muros, sino la comunidad que lo sostiene”.
Programas de formación, redes de activismo y espacios colaborativos siguen desarrollándose cada día allí, con el foco en justicia racial, ambiental, económica y de género.
La historia no se incendia
“Por más que el viento soplara cenizas durante semanas, los recuerdos están presentes”, relató Woodard Henderson. Y es justamente ahí donde radica la grandeza del Centro Highlander: en su capacidad para mantener viva la llama, no de la destrucción, sino de la conciencia y de la memoria.
Lejos de doblegarse, la comunidad Highlander representa un símbolo más que vigente en tiempos donde el racismo estructural, el odio ideológico y las narrativas de exclusión parecen resurgir con fuerza. En palabras de Rosa Parks: “Highlander me devolvió la esperanza y reafirmó mi fe en que podemos cambiar el mundo”.
Y ahora sabemos que, aunque traten de reducir sus archivos a cenizas, ese fuego no puede borrar la historia.