Una noche de redención: Bo Naylor, Luis Ortiz y el despertar de Max Muncy
Entre batazos decisivos, regresos esperados y emociones contenidas, el béisbol vive noches que reafirman su magia
El poder oculto de Bo Naylor despierta
El miércoles por la noche, en el Progressive Field de Cleveland, Bo Naylor fue el héroe silencioso que necesitaba su equipo. Conectó un jonrón de tres carreras en la séptima entrada, encaminando a los Guardians a una victoria 4-2 sobre los Minnesota Twins. Pero detrás de ese batazo hay una historia de resistencia y precisión táctica, tanto de parte de Naylor como del lanzador derecho Luis Ortiz, quien mantuvo a raya a los bates gemelos durante 6 1/3 entradas.
Ortiz maniobró cada entrada con temple y astucia. Permitió solo cinco hits y ningun boleto, y aunque no acumuló una cantidad exorbitante de ponches (cuatro), su dominio fue absoluto. Ortiz mandó señales claras: no solo está listo para rotaciones estables, también quiere dejar claro que puede ser una de las cartas fuertes del montículo para los Guardians este año.
Pablo López, del otro lado, no se quedó atrás. El as de Minnesota silenció los bates de Cleveland durante más de seis entradas hasta que un error defensivo –su propio tiro desviado tras un toque de Carlos Santana– abrió las puertas.
Un swing cambia el destino
Después del desliz de López, la chispa fue inmediata: José Ramírez, líder espiritual del equipo y cerca de lograr una hazaña histórica al alcanzar 250 jonrones y 250 bases robadas (solo Carlos Beltrán ha logrado eso como ambidiestro), anotó una carrera clave. Entonces llegó Naylor con su cuadrangular, sacudiendo al relevista Brock Stewart, quien hasta entonces había sido confiable.
“Bo ha estado trabajando duro. Sabe que sus oportunidades son valiosas y está aprovechando cada una”, comentó el manager Stephen Vogt tras el partido.
Clase y la tensión del cierre
Emmanuel Clase, quien no salvaba un juego desde el 19 de abril, regresó al montículo con la misión de sentenciar. El estelar cerrador, aunque permitió un par de hits y una carrera, consiguió su quinto salvamento del año. Los Guardians se aferran a este tipo de actuaciones para mantenerse competitivos en una división Central que promete ser una batalla semana a semana.
Max Muncy: entre frustración y resurrección
Mientras en Cleveland se celebraba con moderación, en Los Ángeles se desataba una tormenta de emociones. Max Muncy rompía su sequía de jonrones tras 28 juegos sin poder volarse la cerca. El impacto emocional fue evidente: un batazo de 107.7 mph que viajó 433 pies por el jardín central, suficiente para levantar el ánimo no solo del jugador, sino de todo el clubhouse angelino.
“No ha sido fácil. No para mí, ni para mi familia. Pero es un privilegio jugar bajo esta presión. Solo necesitaba ese batazo para respirar”, declaró Muncy, conmovido.
Muncy, de 34 años, había registrado un promedio de bateo de apenas .180 y un OPS de .531 hasta ese punto. Sus números contrastaban brutalmente con su rendimiento histórico entre 2018 y 2023, años durante los cuales promedió más de 32 jonrones por temporada.
Un equipo que responde
El juego lo ganaron los Dodgers 12-7 sobre los Miami Marlins, y la ofensiva estaba más despierta que nunca: 17 imparables, tres triples, cinco carreras remolcadas de Mookie Betts y un cuadrangular de Freddie Freeman. Teoscar Hernández y Austin Barnes también produjeron ofensivamente. El propio Hernández bañó de semillas de girasol al resucitado Muncy tras su jonrón, en uno de los momentos más simbólicos de la noche.
Los Dodgers están encontrando ritmo. Y no solo en la caja de bateo. Tony Gonsolin, quien regresó a la lomita tras su cirugía Tommy John en agosto de 2023, lució prácticamente como en su temporada All-Star de 2022. Retiró seis entradas con nueve ponches y sin otorgar boletos. “Fue como si nunca se hubiera ido”, dijo Dave Roberts, manager del equipo.
“Tony tiene una mentalidad diferente”, añadió Freeman. “Puede lanzar un primer strike con curva, tirar un splitter o un recta arriba. Todo le funcionaba.”
Con los titulares Blake Snell y Tyler Glasnow en la lista de lesionados, la figura de Gonsolin representa un alivio necesario. Y la chispa de Muncy, si logra mantenerse encendida, podría ser el punto de inflexión para los Dodgers rumbo al verano.
Chispazos en Baltimore
Por si fuera poco, en Baltimore también hubo emociones fuertes. En el cuarto inning del duelo entre Yankees y Orioles, tras una jugada arriesgada en segunda base entre Heston Kjerstad y Pablo Reyes, los bancas de ambos equipos se vaciaron. Reyes cayó encima del cuello de Kjerstad tras un salto acrobático para atrapar un tiro. Aunque el intercambio verbal elevó la tensión, la situación no pasó a mayores.
Kjerstad tiene historia con los Yankees: en julio pasado fue golpeado en la cabeza por un lanzamiento de Clay Holmes, lo que generó una escaramuza similar y una estadía obligatoria en la lista de conmociones cerebrales.
Lo que dicen los números
- Max Muncy: 1 HR, 3 de 5 al bate, 2 carreras anotadas.
- Tony Gonsolin: 6 IP, 6 H, 3 ER, 9 K, 0 BB.
- Bo Naylor: HR (4), conectado en noches consecutivas.
- José Ramírez: a una base robada de ser el primer tercera base en alcanzar 250 HRs y 250 robos.
Este tipo de noches nos recuerdan que el béisbol no es solo estadísticas frías o estrategias matemáticas. Son historias humanas. Son redenciones personales. Son silenciosos héroes como Naylor, gladiadores regresando como Gonsolin, y luchadores emocionales como Muncy que, con un solo swing, nos muestran por qué este deporte sigue siendo poesía viva.