Fentanol, huachicol y carteles: el oscuro triángulo del crimen organizado

Las nuevas sanciones de EE.UU. al Cártel Jalisco Nueva Generación revelan la conexión letal entre narcotráfico, robo de combustible y el flujo de drogas a nivel internacional

El poder detrás del crimen: CJNG bajo la lupa

Esta semana, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunció nuevas sanciones económicas contra miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), una de las organizaciones criminales más peligrosas de México y el mundo. Los sancionados están vinculados no solo con el tráfico de drogas, sino también con una compleja red de huachicol, o robo de combustible, que ha afectado seriamente las finanzas públicas mexicanas y ha sostenido la expansión del narcotráfico.

Entre los señalados se encuentran César Morfín Morfín y sus hermanos Álvaro Noé y Remigio Morfín Morfín. Estas medidas, que congelan activos y prohíben hacer negocios con ciudadanos estadounidenses, representan el octavo esfuerzo del Tesoro contra carteles, y coinciden con una campaña internacional más amplia contra el fentanilo, el opioide responsable de decenas de miles de muertes por sobredosis cada año en EE.UU.

¿Quién es el CJNG y por qué es tan peligroso?

El Cártel Jalisco Nueva Generación emergió de una escisión del Cártel de Sinaloa después de que fuerzas federales mexicanas mataran a Ignacio "Nacho" Coronel, uno de los principales capos en 2010. Desde entonces, el CJNG ha crecido de forma vertiginosa, consolidándose como una fuerza criminal ultraviolenta que opera en más de 25 estados mexicanos y en más de 20 países.

Su actual líder, Nemesio Rubén "El Mencho" Oseguera Cervantes, es uno de los criminales más buscados por Estados Unidos, que ofrece hasta 15 millones de dólares por información que conduzca a su captura. Actualmente, el CJNG ha sido designado tanto como Foreign Terrorist Organization (FTO) como Specially Designated Global Terrorist (SDGT), es decir, una amenaza a la seguridad global.

El huachicol: petróleo robado que financia el crimen

El robo de combustible, conocido como huachicol, se ha convertido en una fuente casi tan lucrativa como las drogas para los cárteles. De acuerdo con datos de la Comisión Reguladora de Energía en México, cada año se pierden entre 15 y 20 mil millones de pesos por esta práctica ilegal. Gran parte de esa pérdida ha sido atribuida a redes controladas por el CJNG.

El modus operandi es sofisticado: los operadores perforan oleoductos de Pemex, llenan autotanques y los llevan a lugares de almacenamiento clandestinos. Desde ahí, venden el combustible a negocios que aceptan operar fuera de la ley o incluso a estaciones que aparentemente son legítimas.

En palabras de la presidenta Claudia Sheinbaum, su gobierno trabaja en un sistema de "rastreabilidad" para conocer el origen, ruta y destino de cada litro de combustible, en un esfuerzo por cerrar los espacios a los criminales. "Si un autotanque con combustible no puede demostrar su origen legal, hay algo ilegal ahí", declaró.

El vínculo letal: CJNG y el fentanilo

El fentanilo se ha convertido en la principal preocupación de las autoridades de salud y seguridad en Estados Unidos. Con una potencia 50 veces mayor a la heroína, este opioide sintético ha causado más de 70,000 muertes por sobredosis solo en 2023, según el Center for Disease Control and Prevention (CDC).

El CJNG es uno de los principales proveedores de fentanilo al mercado norteamericano. Sus laboratorios clandestinos producen comprimidos que imitan analgésicos farmacéuticos, pero que en realidad contienen dosis letales.

La DEA ha descrito al cartel como "la amenaza criminal número uno para la seguridad pública de Estados Unidos". Su red incluye producción, distribución y lavado de dinero, así como capacidad para sobornar y corromper funcionarios tanto en México como en otros países.

Una ofensiva internacional sin precedentes

Desde febrero de este año, la administración estadounidense ha intensificado la presión sobre el CJNG. El operativo "Make America Safe Again" tiene como objetivo atacar los activos financieros de los cárteles. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, afirmó que su departamento utiliza "todas las herramientas disponibles" para frenar estas organizaciones.

Por su parte, el presidente del Consejo Nacional de Patrulleros Fronterizos, Paul Anthony Pérez, argumentó que las sanciones ayudarán a "reducir la capacidad financiera de los grupos criminales y frenar sus operaciones binacionales."

No es la primera vez que se sanciona a este cartel, pero sí representa un avance hacia su estrangulamiento económico. El uso del sistema bancario global para operaciones ilícitas, a través de empresas fantasma y testaferros, es uno de los focos actuales de las autoridades.

La dimensión política de la lucha

La Casa Blanca ha vinculado la problemática del fentanilo con la política comercial y de seguridad fronteriza. El expresidente Donald Trump, por ejemplo, ha sugerido utilizar tarifas a México, Canadá y China como instrumento de presión para detener el flujo de drogas.

“Queremos que cumplan sus promesas de detener la inmigración ilegal y el tráfico de fentanilo”, dijo un vocero en febrero. Detractores de esta política advierten sobre el peligro de usar herramientas económicas como armas diplomáticas que podrían deteriorar aún más las relaciones regionales.

Entretanto, la administración actual mantiene viva esa línea de acción mientras busca colaboración del Congreso para fortalecer el sistema de sanciones y vigilancia financiera.

¿Y México?

Aunque el gobierno mexicano ha desplegado fuerzas armadas para combatir tanto el narcotráfico como el robo de combustible, no ha logrado contener del todo el fenómeno. En 2022, hubo 13,688 tomas clandestinas según Pemex. La mayor parte de ellas se concentra en estados donde el CJNG tiene fuerte presencia: Guanajuato, Jalisco, Michoacán y Veracruz.

Muchos críticos señalan que el gobierno, pese a sus esfuerzos, aún no ha desmantelado las redes institucionales que permiten el crecimiento del crimen organizado: corrupción, impunidad e infiltración del crimen en corporaciones municipales.

Algunos acusan incluso que las sanciones externas, aunque necesarias, nunca serán suficientes sin una estrategia local integral y transparente.

¿Qué sigue?

Este esfuerzo estadounidense, aunque contundente, forma parte de una guerra mucho más amplia y compleja: la lucha contra un sistema de crimen organizado cada vez más diversificado y sofisticado. Petroleros clandestinos, químicos sintéticos, armas ilegales, corrupción institucional y migración forzada son partes interconectadas.

El reto está en la coordinación internacional y en las decisiones políticas de largo aliento. Mientras tanto, comunidades enteras tanto en México como en Estados Unidos viven cada día bajo el impacto directo de estas redes criminales, cuyo negocio más insidioso es la muerte.

Como dijo un agente de la DEA bajo anonimato: “No puedes frenar el tráfico de fentanilo si no entiendes primero su economía, y esa economía hoy pasa también por el robo de combustible. Todo está conectado”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press