Megapastores, vanidad y sátira divina: el reto de criticar a las iglesias millonarias desde la televisión
La serie 'The Righteous Gemstones' cierra su cuarta temporada entre críticas mordaces, fe sincera y una hilarante reflexión sobre la industria de la religión en Estados Unidos
Una sátira celestial que incomoda y hace reír
"The Righteous Gemstones", la serie de HBO creada y protagonizada por Danny McBride, ha llegado a su season finale tras cuatro temporadas de escandalosa comedia, violencia desenfrenada y retratos mordaces de una industria tan sacra como controversial: la de los megapastores cristianos en Estados Unidos.
¿Qué tienen en común las congregaciones lideradas por Joel Osteen, Paula White o T.D. Jakes con el clan ficticio de los Gemstone? Mucho más de lo que quisiéramos admitir. En medio de coros con jetpacks, campañas millonarias y cuotas de hipocresía, McBride retrata con agudo sarcasmo la banalización de la fe y la comercialización de lo espiritual, pero también deja espacio para explicar que su sátira no va dirigida al creyente promedio.
“No me burlo de la fe, sino de los farsantes”
McBride creció en un hogar cristiano en el sur de Estados Unidos. “Mi madre lideraba un ministerio de títeres”, recuerda. Si bien dejó de asistir a iglesia en su adultez, nunca perdió la fascinación por lo religioso, especialmente cuando descubrió el mundo de las megachurches al mudarse a Charleston, Carolina del Sur. “Me pareció un espejo de Estados Unidos: volvemos todo un juego de dinero, incluso la religión.”
Sobre las críticas que ha recibido la serie por parte de sectores religiosos, McBride aclara: “Mi intención siempre fue que incluso los creyentes pudieran verla y reírse”. Para él, su objetivo no era condenar la fe sino retratar personajes que “dicen una cosa, pero viven otra”. Una crítica a la hipocresía más que a la creencia.
Evangelismo y espectáculo: el show debe continuar
Desde los años 80, la cultura evangélica televisiva norteamericana ha estado poblada por figuras como Jimmy Swaggart, Jim Bakker, Billy Graham o Jerry Falwell, quienes dominaron la escena con prédicas por satélite, estudios de televisión estructurados como templos y campañas que rivalizaban en producción con los Grammy.
A esto se sumaron más recientemente personajes como Carl Lentz —pastor de Hillsong caído en desgracia— y Judah Smith, líder espiritual de Justin Bieber. Sus sermones, llenos de neón, autotune y merchandising, inspiraron tonos y chistes en los Gemstone.
Un ejemplo: uno de los episodios cierra con un evento llamado “Give-a-Thon”, una gala de donaciones ambientada como un Super Bowl de la caridad. Su anfitrión, Uncle Baby Billy (Walton Goggins), lanza una línea que queda para el recuerdo: “Si está ocupada la línea, vuelve a llamar. Puede que Dios te conteste.”
Lo que parece parodia, a menudo es realidad
“Satirizar a las megachurches es retador porque a veces las cosas reales son más absurdas que lo que podemos escribir”, explicó McBride. Algunos fans incluso han confundido clips de verdaderas congregaciones con escenas de la serie. Un ejemplo viral fue el de la iglesia James River de Missouri, cuyo Stronger Men’s Conference incluyó monster trucks, acrobacias y fuegos artificiales. “Parece un episodio de 'Gemstones'”, comentaban en Reddit.
La dificultad de ir más allá de la realidad es un conflicto recurrente en tiempos donde lo mediático parece autocaricaturizarse. Adam Devine, quien interpreta a Kelvin Gemstone, apunta: “Algunas noticias ya parecen libretos ridículos. Uno no puede satirizar lo que ya es absurdo.”
Religión, poder y fama: el trípode de las megachurches
Según un estudio del Pew Research Center en 2022, más del 15% de los protestantes en EE.UU. asisten a iglesias con más de 2,000 miembros semanales. Estas megachurches, que ahora incluyen venta de libros, canales de YouTube, merchandising corporativo y hasta criptomonedas cristianas, alcanzan ingresos similares a medianas empresas.
Kathryn Lofton, profesora de estudios religiosos en Yale, lo explica: “No hay muchas representaciones positivas de evangelistas en los últimos 50 años en medios estadounidenses.” Para ella, la figura del predicador se ha transformado de guía espiritual a celebridad empresarial. La crítica de los Gemstone se alinea con esta historia.
Humor con alma: una sátira que también abraza
Pero entre la crítica, también hay compasión. Uno de los arcos más conmovedores de la serie se enfoca en Kelvin y su lucha interior con su identidad queer. Su relación con su pareja y su proceso de autoconocimiento en un entorno religioso tradicional abren una grieta de esperanza.
Adam Devine comenta: “Ojalá que chicos que se sientan solos y luchando con su identidad encuentren aquí el mensaje de que pueden ser aceptados. No todos te darán la espalda.”
Otro testimonio lo ofrece Deon Gibson, un diseñador gráfico que trabajó con iglesias como la de Paula White y hoy es fan de la serie. “Conozco a esos personajes, los vi en el mundo de las megachurches. Aunque exageran, todo está ahí: las luchas de poder, los egos, los excesos.”
Gibson aclara que, incluso con ofensas ocasionales, la serie acierta al mostrar que detrás del púlpito hay seres humanos con debilidades reales. “No son demonios. Solo se perdieron en el dinero y la fama.”
El poder de incomodar: una sátira que provoca reflexión
Tal vez el mayor mérito de The Righteous Gemstones no sea su humor negro ni su irreverencia, sino su habilidad para recordarnos que lo sagrado se pervierte cuando se convierte en espectáculo. Que la fe es poderosa, pero cuando se mezcla con marketing y vanidad, lo que queda es un negocio con fachada de redención.
La serie ha cerrado su último capítulo pero ha abierto una conversación urgente: ¿quién controla el mensaje divino cuando el púlpito es una tarima iluminada por focos de LED y respaldada por cuentas bancarias millonarias?
Al final, como reflexionaba McBride: “Mi esperanza era que la gente religiosa viera esta serie. Que entendieran que no me estoy burlando de ellos, sino de aquellos que ellos también detestan.”
Y quizá, solo quizá, haya espacio para Dios incluso entre risas y críticas.