¿Starbase o Musklandia? La polémica detrás de la ciudad espacial de Elon Musk en Texas
Elon Musk impulsa la creación de su propia ciudad en el sur de Texas, con control potencial sobre playas, servicios públicos y hasta evacuaciones. ¿Qué hay detrás de este proyecto ‘galáctico’?
El sueño de Musk: de Boca Chica a Starbase
La ambición de Elon Musk no conoce límites. Desde cohetes con destino a Marte hasta autos eléctricos futuristas, ahora su visión ha aterrizado —literalmente— en el sur de Texas. Este sábado, los votantes de una comunidad diminuta decidirán si el área que alberga la sede de SpaceX será oficialmente incorporada como una ciudad: Starbase.
Esta idea, lanzada por Musk en 2021, propone que el sitio de lanzamiento de SpaceX en Boca Chica, en el condado de Cameron, se transforme en una ciudad reconocida legalmente, con una extensión de apenas 1.5 millas cuadradas (3.9 km²). Más allá de una simple formalidad, la votación puede marcar un cambio radical en el control y la gobernanza de esta área fronteriza cercana a México.
¿Quiénes votan y por qué importa?
La votación tiene un electorado sorprendentemente estrecho: solo 283 personas están registradas, de las cuales alrededor de 200 ya emitieron su voto por anticipado. La gran mayoría de estos votantes trabajan para SpaceX o están vinculados a la empresa, ya que residen en terrenos privados de la compañía donde opera su base espacial.
Si se aprueba, Musk contaría con una ciudad bajo el control fáctico de su empresa, en un modelo reminiscentemente feudal, en el que el patrón —en este caso corporativo— maneja servicios, infraestructura y decisiones de orden público.
El poder detrás del voto: ¿una ciudad a medida de SpaceX?
Más allá del proceso formal de votación, la creación de Starbase consolidaría el poder de Musk sobre varios aspectos clave del territorio:
- Control sobre carreteras y servicios públicos: La empresa ya gestiona infraestructura y hasta provee atención médica y escolar a sus residentes.
- Cierre de playas y parques: Actualmente, SpaceX necesita permiso del condado para cerrar el acceso a Boca Chica State Park y la playa homónima cada vez que realiza lanzamientos. Con la ciudad incorporada, Musk podría disponer de estas autorizaciones de forma directa mediante la legislación propuesta en la legislatura estatal.
- Poder policial y normativo: Se ha propuesto incluso que quienes no acaten órdenes de evacuación durante operaciones de lanzamiento enfrenten cargos por delito menor con penas de hasta 180 días de cárcel.
Este escenario ha levantado alarmas entre organizaciones ambientales, defensores del acceso público y sectores políticos locales.
¿Autonomía o colonización corporativa?
El argumento oficial de Kathryn Lueders, gerente general de Starbase, es que se necesita una ciudad para “crecer como comunidad”. Pero activistas y residentes ajenos a SpaceX advierten de lo que podría ser una ciudad corporativa sin precedentes modernos.
El South Texas Environmental Justice Network ha denunciado públicamente que esta iniciativa concentraría demasiado poder en manos privadas, erosionando la gestión gubernamental transparente. Planearon una protesta frente a la votación del sábado, en defensa del acceso libre a las playas y contra lo que consideran una apropiación territorial disfrazada de progreso científico.
Un precedente con ecos históricos
En Estados Unidos, las "compañías-ciudad" no son nuevas. Durante el auge industrial del siglo XIX y principios del XX, lugares como Pullman (Illinois) o Hershey (Pensilvania) fueron fundados y dirigidos por empresas privadas que proporcionaban viviendas, escuelas, mercados e incluso iglesias, a sus trabajadores.
Sin embargo, los conflictos por el control absoluto generaron rebeliones laborales, huelgas y hasta intervención militar, como en la huelga de Pullman en 1894. Ese modelo se tornó inviable por su tendencia a subordinar las libertades civiles al interés económico del empleador.
Hoy, con el auge de gigantes tecnológicos, la referencia histórica cobra nueva relevancia.
¿Un Starbase sin estrellas?
El contexto de la votación llega en un momento complejo para Musk. Su popularidad, otrora imbatible, ha caído como sus ganancias:
- Ganancias de Tesla se desplomaron un 71% en el primer trimestre de 2024.
- Ventas en Europa de Tesla bajaron más de la mitad en países como Suecia (-81%), Países Bajos (-74%) y Dinamarca (-67%).
- Sus vínculos estrechos con el gobierno de Donald Trump, como zar del gasto en la Department of Government Efficiency lo han hecho blanco de crecientes protestas y boicots.
La votación en Starbase puede leerse como un intento simbólico de retomar el control de su narrativa, más allá de la política y los mercados.
¿La punta de lanza de una tendencia?
El caso Starbase plantea preguntas que van más allá del sur de Texas:
- ¿Deben las empresas tener la posibilidad de fundar y gobernar ciudades?
- ¿Dónde trazamos la línea entre innovación y abuso de poder?
- ¿Puede una comunidad dirigida mayoritariamente por empleados garantizar autonomía democrática?
Al cerrar pronto las urnas en Starbase, el resultado parece predecible: Musk probablemente ganará esta ronda. Pero la batalla por el futuro de la gobernanza, el acceso a recursos públicos y el papel de los gigantes tecnológicos apenas comienza. En el siglo XXI, los imperios no se levantan con ejércitos, sino con algoritmos, cohetes y votos comprensibles solo para quienes llevan el logo en la camiseta.
Lo que viene
Más allá del resultado del voto, vendrán nuevos desafíos: demandas federales sobre autoridad en cierres de playas, legislación estatal para transferir poderes, y una opinión pública cada vez más escéptica. Solo el tiempo dirá si Starbase será la primera ciudad del espacio o una historia de advertencia sobre el poder ilimitado en la era de las corporaciones tecnológicas.