Trump, el desfile militar y una orden ejecutiva bloqueada: ¿una ofensiva política o un espectáculo nacional?
La administración Trump prepara una celebración histórica con desfile militar y festival para su cumpleaños, mientras una jueza federal bloquea su controversial orden contra un bufete de abogados de renombre.
Un desfile entre tanques, helicópteros y polémica
El 14 de junio se avecina como una fecha emblemática en el calendario político y militar de Estados Unidos. No solo marcará el 250º aniversario del Ejército estadounidense, sino también el 79º cumpleaños del expresidente Donald Trump. En esta inusual coincidencia, el evento tomará una dimensión más política que institucional.
Este año, el Pentágono ha confirmado un masivo desfile militar que recorrerá desde Arlington, Virginia, hasta el National Mall en Washington D.C. Se espera la participación de 6,600 soldados, 150 vehículos y 50 helicópteros, en lo que se ha descrito como una monumental exhibición del poder militar estadounidense.
Este tipo de desfile, similar a los que se realizan en Francia o en países como Rusia y Corea del Norte, ha sido largamente anhelado por Trump, quien ha expresado su deseo de una celebración militar de gran escala desde su primer mandato. Sus sugerencias anteriores fueron fuertemente criticadas por sus implicaciones políticas y el alto costo, pero esta vez, tras negociaciones con el Departamento de Defensa, el evento ha sido incluido dentro de las actividades por el aniversario del Ejército.
“El desfile incluirá fuegos artificiales espectaculares y un festival de día completo en el National Mall. Será una celebración del Ejército y de nuestro país”, aseguró Steve Warren, portavoz oficial de la institución.
Costos millonarios en un momento de tensión
Sin embargo, el desfile no ha estado libre de críticas. Medios especializados estiman que el evento costará decenas de millones de dólares, lo cual ha despertado preocupación entre sectores que priorizan inversiones en programas sociales o infraestructura frente a gastos militares con tintes propagandísticos.
La senadora Elizabeth Warren, reconocida por su postura crítica hacia Trump, comentó en una entrevista que “el uso de recursos públicos para alimentar el ego de un expresidente pone en entredicho el verdadero propósito del gasto gubernamental”.
Una orden ejecutiva, jueces y Shakespeare
Mientras se preparan las carrozas militares para desfilar, los ecos en tribunales han puesto a la administración Trump en el centro de otro tipo de escenario: el legal. En un fallo de amplio alcance, la jueza federal Beryl Howell bloqueó una orden ejecutiva de Trump que buscaba sancionar al influyente bufete Perkins Coie.
La orden proponía cancelar los contratos federales del bufete, revocar las credenciales de seguridad de sus abogados y prohibir el acceso de sus empleados a edificios gubernamentales. Según la Casa Blanca, el bufete era blanco del castigo por haber representado a la campaña de Hillary Clinton en 2016, así como por su vinculación con fiscales que han investigado a Trump previamente.
Howell fue tajante. En su orden de 102 páginas escribió: “Ningún presidente estadounidense ha emitido antes una orden ejecutiva como esta, dirigida a un bufete destacado con acciones adversas a ser ejecutadas por todas las agencias de la Rama Ejecutiva”. Citó incluso una ácida referencia literaria: “Como diría Shakespeare, ‘Lo primero que debemos hacer, es matar a todos los abogados’”.
Este fallo se suma a otros revés legales enfrentados por la administración Trump en sus esfuerzos por castigar firmas legales como WilmerHale, Susman Godfrey y Jenner & Block. Todas han logrado, al menos temporalmente, frenar las órdenes emitidas en su contra.
¿Una persecución ideológica o una batalla justa?
La controversia se sitúa en un contexto profundamente polarizado. Mientras los partidarios de Trump ven en estas órdenes actos de justicia contra instituciones “politizadas”, la mayoría de expertos legales advierte de un preocupante uso del poder ejecutivo para perseguir disidentes o figuras incómodas.
Perkins Coie ha sido durante años uno de los bufetes más influyentes de Washington, y su participación en la campaña demócrata, aunque objeto de críticas, está amparada por el derecho a la representación legal. Atacar firmas por representar determinados clientes es considerado por muchos juristas como una violación directa de la Constitución.
Como antecedente histórico, resuena el caso de John Adams, quien aun antes de ser presidente defendió a los soldados británicos acusados del tiroteo de Boston en 1770, en una muestra clara de que el Estado de Derecho debe anteponerse a las inclinaciones populares.
El desfile, una pantalla para agendas personales
Mientras el desfile del Ejército se presenta como un homenaje patriótico, críticos lo interpretan como una oportunidad para Trump de acaparar atención y proyectar su imagen personal en un año políticamente crucial. Si bien ya no está en el cargo, su influencia dentro del Partido Republicano es innegable. Su participación o protagonismo en el evento podría marcar el tono de su campaña hacia un eventual intento de regreso a la Casa Blanca en 2024.
Una división institucional peligrosa
El fallo contra la orden del bufete también plantea interrogantes sobre la separación de poderes. Según declaraciones de expertos como Neal Katyal, ex abogado del gobierno federal, “usar el brazo ejecutivo para castigar abogados por sus asociaciones políticas mina la independencia del sistema judicial y establece un precedente sombrío”.
Además, más allá de los bufetes involucrados, varias firmas han optado por llegar a acuerdos privados con el gobierno para evitar sanciones. Esto ha generado preocupaciones sobre presiones políticas implícitas, algo típicamente visto en regímenes autoritarios, no en democracias consolidadas.
El simbolismo del 14 de junio
Curiosamente, el 14 de junio es también el Día de la Bandera en EE.UU. Una fecha cargada de historia patriótica, ahora envuelta en polémica por decisiones políticas y actos espectaculares. La simultaneidad del aniversario militar y el cumpleaños del expresidente resulta llamativa y, para muchos, reveladora.
Con una nación aún lidiando con las divisiones ideológicas exacerbadas en la última década, el mensaje detrás de este desfile será observado con atención global. ¿Será un homenaje legítimo o un mitin disfrazado?
De cualquier manera, el 14 de junio será más que fuegos artificiales y carros blindados. Será una jornada que reflejará con claridad los dilemas actuales de la democracia estadounidense y los límites del poder político.