Sirri Süreyya Önder: el puente entre dos mundos que soñó con la paz

Actor, político y mediador: la vida y legado del representante turco que dedicó sus últimos años a tratar de resolver el conflicto kurdo

Un artista convertido en político

Sirri Süreyya Önder no fue un político tradicional, y quizá ahí radique su importancia. Nacido en 1962, comenzó su carrera como artista, destacando como actor y director de cine en Turquía, pero su voz terminó convirtiéndose en una herramienta política poderosa. A pesar de no ser de etnia kurda, dedicó su vida política a representar a partidos pro-kurdos y abogar por la reconciliación entre el Estado turco y la población kurda.

Su muerte el pasado sábado a los 62 años, tras sufrir una insuficiencia orgánica múltiple derivada de un infarto, marca el fin de una trayectoria tan singular como trascendental. Önder fue internado durante más de dos semanas en el hospital Florence Nightingale de Estambul antes de fallecer, según confirmó la agencia Anadolu.

El conflicto kurdo: una herida abierta

Desde 1984, el conflicto entre el Estado turco y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK por sus siglas en kurdo), ha dejado un saldo de más de 40.000 personas muertas. El PKK, considerado una organización terrorista por Turquía, Estados Unidos y la Unión Europea, ha llevado a cabo una lucha armada por la autonomía kurda, mientras que el Estado turco ha respondido militarmente y con represalias judiciales contra políticos pro-kurdos.

Sin embargo, ha habido momentos de esperanza. Uno de ellos coincidió con la participación de Sirri Süreyya Önder como puente entre los líderes kurdos encarcelados y el gobierno turco. Önder fue parte esencial en las conversaciones de paz que se llevaron a cabo entre 2013 y 2015, en un intento por frenar décadas de violencia.

El último intento de paz y el llamado de Öcalan

En febrero del 2025, Abdullah Öcalan, líder histórico del PKK encarcelado desde 1999, sorprendió al mundo con una declaración en la que pedía la disolución del PKK. El grupo respondió con una declaración de alto el fuego, dando lugar a lo que muchos vieron como una posibilidad real de poner fin al conflicto armado.

Fue entonces cuando Önder, junto a la diputada Pervin Buldan del Partido de Igualdad y Democracia de los Pueblos (DEM), se reunió con el presidente Recep Tayyip Erdoğan. La voluntad de diálogo fue recibida con cautela, pero Erdoğan llegó a calificarla como una “oportunidad histórica para derribar el muro del terror”.

Un político respetado a pesar de la polarización

Önder supo ganarse el respeto de todos los sectores del espectro político, incluso en el enrarecido clima político turco. Como vicepresidente del parlamento, su tono sereno, sentido del humor y capacidad de mediación lo distinguieron. El presidente del parlamento, Numan Kurtulmuş, lo describió como “una persona valiosa que se ganó el respeto de todos con su postura política, amabilidad y personalidad”.

La labor de Önder no fue fácil ni exenta de riesgos. En 2018 fue encarcelado por un discurso político dado cinco años antes. Sin embargo, nunca cesó en su esfuerzo por la paz. Para él, la solución al conflicto kurdo debía venir desde la justicia, el reconocimiento y la negociación. Su partido, el DEM, lo resumió así tras su muerte: “Es un deber de lealtad a su memoria lograr el éxito en la lucha por la paz que libró incluso a costa de su vida”.

Una vida marcada por la lucha

Önder ya había conocido la represión del Estado mucho antes de su carrera parlamentaria. En su juventud fue encarcelado durante siete años por manifestarse contra el golpe militar de 1980, experiencia que marcaría profundamente su visión política. Entró por primera vez al parlamento en 2011 como miembro del ahora desaparecido Partido de la Paz y la Democracia (BDP), y desde entonces fue una figura clave en la política pro-kurda.

Su paso por la política no fue simplemente reactivo. Participó activamente en la redacción de propuestas legislativas en favor de los derechos humanos, mejoras carcelarias, libertad de prensa y autonomía cultural para las comunidades kurdas.

Paz postergada: ¿qué sigue después de Önder?

La muerte de Sirri Süreyya Önder deja un vacío importante en el movimiento kurdo, especialmente ahora que las esperanzas de paz se ven renovadas tras el cese al fuego del PKK. Sin embargo, su legado sigue vivo en las nuevas generaciones de políticos y activistas kurdos que ven en el diálogo, y no en la violencia, el camino correcto.

Además, su figura sirve como ejemplo para aquellos sectores turcos que, sin ser kurdos, han optado por solidarizarse con una causa que representa derechos humanos, justicia y reparación histórica. Tal vez su mayor legado sea haber demostrado que la empatía puede trascender la etnia y el origen.

Cifras detrás del conflicto

  • 40,000+ muertes documentadas desde 1984 debido al conflicto entre el PKK y las fuerzas del Estado.
  • Cientos de pueblos kurdos han sido desplazados o destruidos durante operaciones militares.
  • Cerca de 3 millones de kurdos viven en el sureste de Turquía.
  • 1982: nueva constitución turca posterior al golpe militar que prohibió los partidos étnicos, agravando las tensiones.
  • 1999: Abdullah Öcalan es capturado y encarcelado en la isla de İmralı, donde permanece hasta hoy.

Una figura a la altura de la historia de Turquía

Sirri Süreyya Önder no fue solamente un intermediario. Fue un actor político que supo leer el momento histórico. En un país donde el pasado autoritario aún deja sus sombras y donde los derechos de las minorías son constantemente cuestionados, su legado se convierte en un llamado al coraje cívico y al compromiso con la paz.

Más que un simple parlamentario, fue un artista de la política, capaz de combinar la sensibilidad del cineasta con la gravedad del legislador. Su vida nos recuerda la urgencia de transformar el dolor colectivo en acción política, no desde la imposición sino desde el diálogo. Y por eso, su historia merece ser contada, recordada, y sobre todo, continuada.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press