Gaza, una agonía sin fin: nueva ofensiva israelí y la crisis humanitaria que el mundo no puede ignorar
Israel intensifica su campaña militar para presionar a Hamas mientras la población civil en Gaza enfrenta una catástrofe humanitaria
La nueva fase de la guerra: más allá de la frontera y hacia un abismo humanitario
Este lunes, el gabinete de seguridad de Israel aprobó una nueva ofensiva militar en Gaza, tras una reunión de alto nivel en la que se discutió cómo intensificar la presión sobre Hamas. Según fuentes oficiales israelíes, se trata de un plan gradual para tomar aún más territorio dentro del enclave palestino, el cual ya ha sido devastado por más de medio año de ataques.
El anuncio se da justo después de que el ejército israelí llamara nuevamente a decenas de miles de reservistas para expandir las operaciones, en un intento por obligar a Hamas a aceptar un alto el fuego bajo sus términos.
Pero mientras ambos bandos disputan su legitimidad sobre la guerra, la población civil continua siendo la más afectada. Lo que Israel llama presión estratégica, para los organismos internacionales y grupos humanitarios es una estrategia de asfixia que ha desatado la peor crisis humanitaria en Gaza desde el inicio del conflicto.
El colapso del alto el fuego y la escalada posterior
La situación se deterioró de forma significativa tras el colapso de un alto el fuego de ocho semanas en marzo. Durante esa tregua, se suponía que ambas partes negociaban sobre bases humanitarias y políticas más estables. Sin embargo, las conversaciones fracasaron y Israel reanudó los bombardeos. Desde entonces, cientos de palestinos han muerto, incluidos numerosos mujeres y niños, agravando aún más el resentimiento y el ciclo de violencia.
No solo se ha reanudado la ofensiva aérea, sino que Israel ha bloqueado completamente la entrada de ayuda humanitaria a la Franja. Este cerco, según las propias palabras de funcionarios israelíes, es un mecanismo para torcer el brazo a Hamas. La realidad en tierra, sin embargo, es otra: hambruna, saqueos, hospitales colapsados y una crisis de salud pública sin precedentes.
2.3 millones atrapados: hambre y desesperación en Gaza
Gaza alberga a unos 2.3 millones de personas, muchos de los cuales ya eran refugiados o descendientes de refugiados antes del estallido más reciente del conflicto. Desde el inicio de la guerra actual en octubre de 2023, más de la mitad del territorio ha sido devastado tanto por fuerzas terrestres como aéreas israelíes, desplazando a cientos de miles de familias.
De acuerdo con la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), más de 1.9 millones de personas se han visto desplazadas internamente y múltiples reportes indican una hambruna inminente. El acceso al agua potable es limitado, los alimentos escasos y en gran parte de Gaza las infraestructuras básicas —incluyendo hospitales y escuelas— han quedado reducidas a escombros.
"Esto no es solo una crisis humanitaria. Es una tragedia humana milimétricamente calculada", indicó Jan Egeland, secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC).
Una política de tierra arrasada: ¿cuáles son los objetivos de Israel?
El gobierno de Netanyahu asegura que las operaciones militares en Gaza tienen como objetivo desmantelar a Hamas y garantizar la seguridad nacional de Israel. Desde esa perspectiva, la presión sobre la población no es más que un subproducto de una guerra necesaria.
No obstante, diversos analistas internacionales consideran que esta estrategia ha fracasado en el pasado. Operaciones anteriores en Gaza (como "Margen Protector" en 2014 o "Plomo Fundido" en 2008-2009) también se plantearon como formas de eliminar a Hamas, pero tras miles de muertos y destrucción masiva, Hamas sobrevivió e incluso fortaleció su presencia política en la región.
¿Qué cambia entonces en esta ofensiva? Un matiz: la actual operación parece más dirigida a una remoción total del control de Hamas del territorio de Gaza, con implicaciones directas para el futuro político de toda la zona.
¿Dónde está la comunidad internacional?
La reacción internacional ha sido, en el mejor de los casos, tibia. Algunos países europeos —como España y Noruega— han hecho llamados para cesar las hostilidades, pero las Naciones Unidas han sido incapaces de tomar acciones contundentes debido a vetos en el Consejo de Seguridad.
Estados Unidos, principal respaldo de Israel, ha mantenido una postura ambigua: si bien ha pedido moderación, continúa aprobando y enviando paquetes de ayuda militar multimillonarios al gobierno israelí.
Mientras tanto, organizaciones como Médicos Sin Fronteras y la Media Luna Roja dan la voz de alarma sobre la falta de corredores humanitarios seguros y el crecimiento de una población infantil con niveles alarmantes de desnutrición.
Historias desde el terreno: voces que resisten
Entre la devastación, surgen testimonios desgarradores. Rania, una madre de 35 años en Rafah, expresó a través de WhatsApp (cuando puede acceder a Internet):
“No sé cuántos días llevamos sin comida. Mis hijos lloran por hambre. Tenemos suerte si conseguimos algo de pan. Mi esposo murió en un ataque en enero. Desde entonces, las noches son interminables... ¿El mundo nos escucha?”
El caso de Rania no es aislado. Según UNICEF, el 80% de los niños de Gaza muestran señales de trastorno postraumático. El trauma colectivo de la guerra marcará generaciones enteras, sin visos de un horizonte claro de paz.
¿Es aún posible una solución diplomática?
La comunidad internacional continúa apostando por una solución negociada, sin embargo las condiciones actuales hacen difícil cualquier diálogo efectivo. Hamas no está dispuesto a desmilitarizarse sin concesiones políticas tangibles, e Israel insiste en que no habrá una "victoria a medias".
En este contexto, figuras externas como Catar, Egipto y Estados Unidos han intentado mediar. El primer ministro catarí declaró recientemente:
"La paz no se construye sobre las ruinas del pueblo palestino. Si no hay condiciones humanitarias mínimas, ningún alto el fuego será duradero".
Un posible camino podría ser la implementación de un alto el fuego condicionado a ayuda humanitaria inmediata, pero los desacuerdos sobre el control post-Hamas y la desmilitarización de Gaza lo hacen improbable a corto plazo.
Un futuro incierto, pero no inevitable
El conflicto en Gaza no es nuevo, pero su fase actual podría convertirse en un punto de no retorno si la comunidad internacional no toma medidas decisivas. Con una población civil atrapada entre dos fuegos, la intensificación de operaciones militares sin garantías humanitarias equivale a un castigo colectivo.
Como sociedad global, debemos preguntarnos no solo si esta guerra puede ganarse, sino a qué costo humano. Porque, como decía el filósofo y pacifista Bertrand Russell: "La guerra no determina quién tiene la razón, sino quién queda".
Gaza no es solo una página más en el libro del conflicto israelo-palestino. Hoy, Gaza es un llamado urgente a la conciencia del mundo.