Trump vs. Hollywood: ¿Salvavidas o bomba de tiempo económica?

El expresidente propone aranceles del 100% a películas extranjeras, acusando a otros países de sabotear la industria del cine estadounidense. ¿Es esto una defensa legítima o un golpe populista?

Una nueva batalla en la guerra comercial de Trump

Donald Trump, expresidente de los Estados Unidos y figura política polarizadora, volvió a encender el debate económico y cultural al anunciar planes para imponer un arancel del 100% a todas las películas producidas fuera de territorio estadounidense. Esta propuesta, publicada en su plataforma Truth Social, afirma que el cine estadounidense está "muriendo rápidamente" y que las producciones extranjeras representan un "riesgo de seguridad nacional" por su potencial propagandístico.

La medida, de difícil aplicación inmediata, tendría implicaciones que alcanzan tanto a Hollywood como al consumidor común, sin mencionar su impacto en las relaciones internacionales y en el orden comercial global. En este artículo de opinión, analizamos el trasfondo, los riesgos y el debate que esto genera en una industria que ya atraviesa múltiples crisis.

Una industria en números rojos

No se puede negar que la industria cinematográfica estadounidense está enfrentando desafíos significativos. Según estadísticas de ProdPro, la producción audiovisual en EE.UU. cayó un 26% en 2023, en comparación con 2021. Además, California, una vez epicentro mundial del cine, ha cedido lugar a ciudades como Toronto, Londres y Melbourne debido a incentivos fiscales más agresivos.

En el reporte anual de FilmLA, la región de Los Ángeles tuvo una caída del 5.6% en filmaciones respecto al año anterior, solo comparable con los niveles de producción durante el pico de la pandemia en 2020.

La asociación de productores de cine, Motion Picture Association (MPA), estimó que en 2023 las películas estadounidenses generaron 22.6 mil millones de dólares en exportaciones y un superávit comercial de 15.3 mil millones. Estos datos contradicen la narrativa de una industria en completa decadencia, aunque sí sugieren que enfrenta una reestructuración acelerada.

¿Competencia o sabotaje internacional?

Trump argumenta que los incentivos ofertados por otros países para atraer filmaciones representan una "estrategia concertada" para debilitar la producción interna. Países como Reino Unido, Canadá y Australia han liderado esta competencia con tax rebates de más del 30% para productoras extranjeras. En muchas ocasiones, filmar en exteriores de Vancouver o Praga resulta más económico que en California.

Este fenómeno no es nuevo. Desde la década de 1990, el llamado "runaway production" ha empujado rodajes fuera de EE.UU. Sin embargo, lo que antes era una tendencia se ha convertido en una práctica habitual.

Por ejemplo, la exitosa franquicia Mission: Impossible ha rodado escenas en más de 5 países en cada entrega reciente. Y no se trata solo de ahorrar costos, sino de buscar paisajes únicos y cumplir con expectativas del mercado globalizado.

¿Un arancel del 100%? Las implicaciones prácticas

Implementar un arancel tan alto sobre el cine extranjero no es tan sencillo como ordenar a las aduanas que retengan mercancía. ¿Cómo se evaluaría si una película es extranjera o local? La mayoría de las películas hoy en día incluyen coproducciones internacionales, y algunas, como Oppenheimer, han sido financiadas parcialmente fuera de EE.UU.

Además, la medida impactaría directamente a las distribuidoras norteamericanas que compran derechos de películas extranjeras. Este tipo de aranceles podría encarecer los costos de proyección y afectar la diversidad en las carteleras, reduciendo la presencia de filmes premiados en festivales como Cannes o Venecia.

Incluso más problemático: muchas películas animadas y series para streaming son producidas en países como Corea del Sur, Japón, Francia o India. ¿Tendrían que pagar los consumidores estadounidenses tarifas más altas por ver K-Dramas o animaciones de Studio Ghibli en plataformas como Netflix?

El efecto dominó en la economía creativa

El dominio global del cine estadounidense no se ha visto seriamente amenazado. En 2023, de las 100 películas más taquilleras en el mundo, 72 fueron producidas mayoritariamente en EE.UU. El mercado internacional aún consume cine estadounidense de forma masiva, desde Vietnam hasta Sudáfrica.

En contraste, títulos como el éxito chino Ne Zha 2, que recaudó más de $2.000 millones en China, solo obtuvo $20.9 millones en Norteamérica. Esto demuestra la dificultad que enfrentan las películas extranjeras para penetrar el mercado estadounidense, lo que contradice la narrativa trumpista de invasión cultural.

Populismo económico con efecto búmeran

Imponer aranceles descomunales como forma de “salvaguardar” industrias ha sido una táctica constante de Trump. Ya lo hemos visto con el acero, el aluminio y los autos. Pero el entretenimiento no es un bien tangible común, es consumo cultural con impacto simbólico y emocional.

Además, los precios finales caerían inevitablemente en el consumidor final, incluyendo menores estrenos independientes, menos acceso a plataformas globales y una cartelera más homogénea. El propio Apple reveló que podría perder hasta $900 millones por los aranceles de Trump.

Hollywood responde, lenta pero silenciosamente

Aunque la Motion Picture Association aún no se ha pronunciado oficialmente, muchos estudios de cine y gremios artísticos se han mostrado cautelosos. Recordar que en 2023 las huelgas de guionistas y actores paralizaron la industria durante más de cuatro meses, desgastando ya de por sí la resiliencia del sector.

El año siguiente, 2024, ha sido una carrera por recuperar esos proyectos atrasados. Introducir una nueva incertidumbre económica y geopolítica sería un factor desestabilizador.

Curiosamente, mientras que Trump critica las producciones extranjeras, muchas de sus figuras afines como Mel Gibson, Jon Voight y Sylvester Stallone han protagonizado o producido películas con inversión extranjera o filmadas fuera de EE.UU. La retórica proteccionista choca con la globalización del arte.

No todo se resuelve con tarifas

California ha tratado de contrarrestar el éxodo de producciones aumentando su crédito fiscal de $330 millones a $750 millones. Sin embargo, esta lucha se libra no solo con incentivos fiscales, sino también con condiciones de trabajo, infraestructura, logística, y talento.

Algunas ciudades estadounidenses ya se han posicionado como nuevos polos audiovisuales: Atlanta, Albuquerque, Chicago y San Francisco. Implementar políticas modernas, sustentables y competitivas podría tener más impacto que castigar la importación de películas extranjeras.

El cine como herramienta y no enemigo

La historia demuestra que el cine no solo es una mercancía cultural, sino también diplomática. Desde la Guerra Fría hasta el siglo XXI, el séptimo arte ha sido canal de poder blando, influencia e identidad nacional. Aún así, su riqueza nace de la diversidad, de la interacción y de la imaginación sin fronteras.

Trump puede tener razón al señalar una industria herida, pero combatirla con aranceles puede ser la peor respuesta. Si EE.UU. quiere seguir liderando el cine mundial, necesita actualizar su estrategia, invertir en talento, y abrazar la complejidad del mundo real —no cerrarse en un proteccionismo nostálgico que afecta más de lo que protege.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press