Voces de la Resistencia: Memoria viva de las mujeres francesas y judías que sobrevivieron a la ocupación nazi
A 80 años de la liberación de Francia, tres mujeres que vivieron el horror de la Segunda Guerra Mundial comparten sus historias para no olvidar
Resistencia en femenino: Cuando el coraje desafía al horror
En mayo de 2024, Francia se prepara para conmemorar el 80 aniversario de la liberación del país del yugo nazi. En medio de ceremonias oficiales, desfiles militares y visitas de mandatarios extranjeros, emergen voces que no se apagan: las de Geneviève Perrier, Esther Senot y Ginette Kolinka. Estas tres mujeres, hoy rozando o superando el siglo de vida, son testimonio vivo de una de las páginas más oscuras de la historia europea. Sus recuerdos —dolorosos, conmovedores y esclarecedores— arrojan luz sobre lo que significa sobrevivir al nazismo, soportar el antisemitismo y mantener viva la memoria para que nunca se repita.
Geneviève Perrier: La adolescente que desafió con himnos
Geneviève tenía apenas 15 años cuando Alemania invadió Francia en 1940. Su historia es la de miles de civiles franceses que huyeron ante el avance de las tropas nazis, solo para verse atrapados por la ocupación. Recuerda haber escapado en bicicleta con su madre, cruzándose con columnas de refugiados y soldados que también abandonaban sus posiciones. “Había niños en coches de bebé, mujeres corriendo, soldados huyendo... Era el caos”, rememora.
Tras encontrar refugio momentáneo en el sur del país, volvió con su madre a su hogar natal, que ahora vivía bajo una ocupación férrea. Allí presenció diariamente la brutalidad alemana, pero también la resistencia. Aunque su madre le prohibió alistarse en las Forces Françaises de l’Intérieur (FFI), Perrier resistió desde su cotidianidad. Durante las misas, entonaba himnos patrióticos con fuerza: “Católicos y franceses, siempre”, esperando que los soldados alemanes la escucharan.
Con emoción recuerda el 6 de junio de 1944, cuando empezó el desembarco aliado en Normandía. Poco después, el ejército del general Leclerc liberó su aldea. “Los tanques pasaron frente a mi casa. Fui corriendo a verlos”, cuenta. Ese día fue un renacer para su comunidad, pero la guerra no terminaría sin dejar cicatrices imborrables: “Vi con mis propios ojos cómo ejecutaban a un soldado alemán acusado de matar a un bebé”.
Esther Senot: Una adolescente deportada a Auschwitz
Esther Senot nació en Polonia en una familia judía que emigró a Francia. En septiembre de 1943, cuando tenía solo 15 años, fue arrestada por la policía francesa y deportada en un tren de ganado al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau. “Éramos mil personas. Al llegar, un alemán con megáfono nos dijo que los ancianos, mujeres y niños podían subirse a los camiones. 650 lo hicieron, nunca más los volvimos a ver”, relata con dolor. Ella fue parte de las 106 mujeres seleccionadas para trabajos forzados.
Durante 17 meses sobrevivió en Auschwitz y otros campos, hasta regresar a Francia a los 17 años. Recaló en el Hôtel Lutetia, convertido en centro de recepción de supervivientes. “Era burocrático: te daban un carné, una revisión médica rápida... y si tenías suerte de encontrar a tu familia, podías irte”, explica. Pero Senot no encontró a los suyos: 17 miembros de su familia, incluidos sus padres y seis hermanos, fueron asesinados.
Al volver, se enfrentó a una Francia indiferente. Su apariencia demacrada, su pelo rapado y sus cicatrices mentales provocaban rechazo. “Una vez me preguntaron: ‘¿Qué hiciste tú para regresar y no los demás?’”, recuerda con amargura. Hoy, con 97 años, continúa hablando en escuelas, convencida de que su testimonio representa “el crimen absoluto” del cual fue víctima.
Ginette Kolinka: La memoria al servicio de las nuevas generaciones
A los 19 años, Ginette Kolinka también fue deportada en 1944 a Auschwitz. Perteneciente a una familia judía establecida en París, pagó con sufrimiento la sinrazón del antisemitismo. En el campo vio morir a su padre, un hermano y una hermana. Ella logró regresar en junio de 1945, pesando apenas 26 kilos, “pero con vida”, subraya.
Durante más de 50 años guardó silencio. “Lo que contábamos nadie lo creía. Nos miraban como locos”, afirma. Pero en los años 2000, con la edad avanzando y movida por nuevas generaciones interesadas en el pasado, decidió unirse a una asociación de deportados y comenzar a hablar. Desde entonces, Kolinka ha recorrido liceos, universidades y foros cívicos con un solo objetivo: explicar cómo un solo hombre —Adolf Hitler— organizó un sistema exterminador basado en el odio. “El odio es lo más peligroso que existe”, advierte.
La suya es una de las voces más escuchadas en Francia cuando se habla del Holocausto. Ha publicado memorias, dado entrevistas, recibido condecoraciones. Y no tiene miedo de decirles a los jóvenes la verdad: “No importaba si eras judío, musulmán, negro o cristiano. En el fondo, todos somos humanos. Debemos pensarlo antes de juzgar”.
Una generación que no debe ser olvidada
Entre 1942 y 1944, más de 76.000 judíos —entre ellos 11.400 niños— fueron deportados desde Francia a campos de exterminio nazis. Solo alrededor de 2.500 sobrevivieron, según el Yad Vashem, el Centro Mundial de Conmemoración del Holocausto. La mayoría pasaron por Auschwitz-Birkenau, centro simbólico del genocidio nazi. Pero no fue el único. Francia, como otras naciones ocupadas, vivió también la colaboración interna: policías franceses ejecutaron redadas, ciudadanos delataron a vecinos, y figuras del régimen colaboracionista del mariscal Pétain impulsaron leyes antisemitas.
Pese a esta historia compleja, voces como las de Perrier, Senot y Kolinka nos ayudan a entender mejor lo ocurrido, y lo que está en juego hoy. En un contexto de auge del discurso ultranacionalista en Europa, el resurgimiento del antisemitismo y los ataques a la memoria histórica, su testimonio es más pertinente que nunca.
*“El ser humano tiene una capacidad infinita para olvidar. Nuestro trabajo es recordarle”*, ha resumido Senot en alguna ocasión. Y lo siguen haciendo, a pesar del peso del tiempo.
Una conmemoración con tensión política
La conmemoración del Día de la Victoria en Europa este mayo, que marca el fin del régimen nazi, también se realiza en medio de tensiones geopolíticas. Xi Jinping, presidente de China, visitará Moscú del 7 al 10 de mayo, y participará en el desfile militar ruso del 9 de mayo, en el marco de una alianza cada vez más estrecha entre Rusia y China. La visita ha generado preocupación, ya que China ha mantenido una “neutralidad pro-Rusia” durante la guerra en Ucrania, fortaleciendo sus vínculos con el Kremlin al margen de las sanciones occidentales.
En paralelo, Ucrania ha denunciado que Rusia podría usar la ocasión para realizar provocaciones contra los delegados internacionales, en un intento de culpar después a Kiev.
La conmemoración de la victoria contra el fascismo, 80 años después, se da así entre recuerdos históricos y preocupaciones presentes. Mientras tanto, las voces de las mujeres que vivieron en carne propia aquella época terrible nos recuerdan por qué sigue siendo vital no olvidar.