Cable eléctrico submarino entre Chipre e Israel: energía, geopolítica y el nuevo corredor euroasiático

Chipre e Israel fortalecen su cooperación energética con proyectos claves que transforman la región y conectan Europa, Medio Oriente e India

Una alianza energética entre el mar y la geopolítica

Chipre e Israel están avanzando rápidamente para establecer una conexión eléctrica mediante un cable submarino que no solo reforzará la seguridad energética de ambos países, sino que también los posicionará estratégicamente como ejes de interconexión entre Europa, Medio Oriente y, más allá, India.

Esta iniciativa fue reafirmada recientemente durante una reunión entre el presidente chipriota Nikos Christodoulides y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Ambos mandatarios coincidieron en que este proyecto representa mucho más que una infraestructura energética: es parte clave del llamado Corredor Económico India-Medio Oriente-Europa (IMEC, por sus siglas en inglés), presentado en la cumbre del G20 de 2023.

¿Qué implica el cable eléctrico submarino?

El ministro de Energía de Chipre, George Papanastasiou, explicó que su país aspira a convertirse en una batería estratégica en el Mediterráneo oriental. Chipre podría generar hasta 4 GW de electricidad, pero solo consume 0.5 GW. Esto abre la posibilidad de exportar el excedente hacia Israel u otros países europeos.

  • 1.4 GW provienen de combustibles fósiles
  • 1 GW de fuentes renovables actuales (fotovoltaicas y eólicas)
  • Se han aprobado licencias para generar otros 2.8 GW en nuevos parques solares y eólicos

Israel, por su parte, ve en Chipre una reserva de respaldo para alimentar su red en caso de crisis, considerando los desafíos regionales constantes.

Un proyecto paralelo con Grecia (y el obstáculo turco)

A la par, Chipre también participa en el Great Seas Interconnector (GSI), un proyecto de cable submarino para conectarse con Grecia. Esta iniciativa, con un coste estimado de 1.940 millones de euros (unos 2.190 millones de dólares), cuenta con una cofinanciación de 800 millones de euros por parte de la Unión Europea.

Sin embargo, el proyecto ha tropezado con objeciones de Turquía, que reclama jurisdicción sobre las aguas por donde pasaría el cable. Este conflicto geopolítico añade tensión a una región ya altamente compleja.

IMEC: El nuevo “Canal de Suez energético”

El Corredor Económico India-Medio Oriente-Europa (IMEC) fue presentado con bombos y platillos en la cumbre del G20 en India, en 2023. La idea es construir una red intermodal de ferrocarriles, puertos, conexiones digitales y ahora también energéticas, que recorra desde Bombay hasta el puerto de Haifa en Israel, pase por Chipre y termine en puertos europeos como El Pireo en Grecia o Bari en Italia.

Netanyahu calificó el proyecto como “revolucionario y transformador”, y reveló que ya ha hablado con su homólogo indio Narendra Modi para acelerar su implementación. Además del componente económico, este proyecto tiene una clara dimensión política y estratégica que podría desbancar incluso al canal de Suez como ruta principal.

Contrastes con EE.UU.: la política energética bajo Trump

Mientras Europa y Asia apuestan por conexiones verdes y renovables, en Estados Unidos, la política energética enfrenta un fuerte vaivén político. Varias fiscales generales de 17 estados estadounidenses han demandado al expresidente Donald Trump por sus intentos de suspender el desarrollo de la energía eólica. Trump había firmado una orden ejecutiva en su primer día en el cargo que detenía todos los permisos y créditos para proyectos de energía eólica marina y terrestre.

Esto va en contra de años de esfuerzos bipartidistas y del plan de la Administración Biden para llevar la energía renovable a millones, particularmente en la costa este. New York, Massachusetts y Rhode Island han invertido cientos de millones en parques eólicos marinos como Empire Wind y Vineyard Wind.

La energía eólica ya representa cerca del 10% de la electricidad generada en EE.UU., y su expansión se ve como un pilar clave para cumplir los acuerdos climáticos de París.

Europa del Este se mueve

Otros países también están apostando fuerte por este sector. El Reino Unido anunció grandes inversiones en energía eólica durante una cumbre sobre seguridad energética, y Nova Scotia, en Canadá, se propone ofrecer licencias para generar 5 GW de energía eólica marina antes de 2030.

Estos movimientos globales contrastan con la política retrógrada que intenta resucitar el carbón y el gas como motores principales de la economía estadounidense bajo la visión de Trump. Según la International Renewable Energy Agency (IRENA), la inversión mundial en energía renovable superó los 500.000 millones de dólares en 2023, y se espera que supere el bilón de dólares en el presente quinquenio.

Chipre, Israel e India: un triángulo clave para el siglo XXI

En este contexto, la alianza energética entre Chipre e Israel, y su incorporación al IMEC, puede marcar el inicio de una nueva geoestrategia energética. A medida que Europa intenta reducir su dependencia del gas ruso y convertirse en un continente carbono neutral para 2050, estas conexiones con Asia se volverán esenciales.

Este corredor no solo facilita la distribución de energía eléctrica, sino que también sirve como tubería digital, canal económico y lazo diplomático. En palabras del ministro Papanastasiou: “Estamos construyendo el puente energético entre tres continentes”.

Con la combinación de energía solar del desierto israelí, energía eólica chipriota y la ambición comercial India, este cable submarino no es solo un proyecto técnico: es, quizás, la clave del futuro energético global post-guerra.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press