Cucharones diplomáticos: cuando la política se cocina a fuego lento en Zimbabue

Embajadores de todo el mundo cambian los discursos por ollas en un concurso culinario que mezcla cultura, humor y geopolítica en Harare

En un contexto global marcado por conflictos geopolíticos, guerras comerciales y divergencias diplomáticas, un grupo de embajadores en Zimbabue decidió bajarle el fuego a la tensión… literalmente. La competencia #AmbassadorsCookOff reunió a diplomáticos de diversos países en una singular y deliciosa batalla culinaria, en la que lo más importante fue conectar con la comunidad local, explorar una gastronomía ancestral y mostrar el lado más humano del oficio diplomático.

La cocina como nuevo campo de batalla (pero en positivo)

El certamen tuvo lugar en Harare, capital de Zimbabue, donde embajadores de Francia, Países Bajos, Reino Unido, Australia, Canadá, Turquía y Pakistán, entre otros, compitieron por preparar la mejor versión de un clásico plato local: pollo con arroz en salsa de maní, elaborado con el tradicional “road runner chicken”.

“El ambiente en las relaciones internacionales hoy en día es un poco tenso. Como diplomáticos, también queremos divertirnos y relajarnos”, expresó Paul-Bertrand Barets, embajador de Francia, quien a pesar de representar una nación famosa por su alta cocina, no obtuvo el primer lugar.

Road runner chicken: el alma del plato

Si bien el plato elegido parece sencillo, su elaboración conlleva historia y cultura. El protagonista es el “road runner chicken” —un tipo de pollo de corral, resistente, de carne firme y sabor profundo— ampliamente estimado por los zimbabuenses y valorado en restaurantes de alto nivel por su autenticidad.

Este ave, acostumbrada a la vida rural dura, representa la esencia misma de la supervivencia africana comunitaria, y es el punto de partida para un plato impregnado de memoria y herencia culinaria.

De embajadores a chefs locales

  • Margret Verwijk, embajadora de Países Bajos, se coronó campeona, conquistando la competencia con una presentación impecable que fusionó técnica y sabor.
  • Minoli Perera, de Australia, se llevó el segundo lugar, tras preparar el plato en un gran caldero de hierro sobre fuego abierto, sentada en una estera tradicional.
  • Murad Baseer, embajador de Pakistán, fue reconocido como “maestro del sabor” quedando en tercer lugar.

Pero quizás el gran ganador fue Pete Vowles, embajador del Reino Unido, quien se llevó el Choice Award por su conexión directa con el público tanto presencialmente como a través de redes sociales.

Vowles preparó su plato comentando paso a paso en idioma shona, intercambiando bromas locales, moliendo maní y hasta fue visto regresando a su casa en una combi pública… acompañado de un pollo vivo en brazos. Su autenticidad fue tan celebrada que seguidores lo llamaron con cariño “el nuevo yerno de África”.

Sabor a diplomacia emocional

La organización del evento estuvo a cargo del colectivo gastronómico TeamFulo, que invitó a los embajadores no solo a cocinar, sino a vivir la experiencia de la cocina zimbabuense. El proceso implicó visitar mercados barriales, negociar ingredientes en shona, cocinar en fogones tradicionales y captar los matices culturales de un país rico en tradiciones culinarias.

Para las audiencias locales, esto fue más que una distracción: fue una oportunidad de oro para ver a figuras internacionales abriendo sus corazones (y sus estómagos) al pueblo zimbabuense.

“Nos recordaron la riqueza de nuestras tradiciones culinarias. Realmente trajeron consigo el espíritu de comunidad”, expresó el equipo de TeamFulo al cierre del evento.

Gastronomía como puente: más allá del protocolo

Este tipo de actividades no solo suman puntos en términos de soft power, sino que sirven como oportunidades para desplazar estereotipos y crear puentes reales entre culturas. Como dijo el embajador francés Barets, sus videos cocinando, persiguiendo pollos y recorriendo mercados, atrajeron más interés a sus publicaciones diplomáticas formales que cualquier nota de prensa tradicional.

En un continente donde las relaciones con Occidente han sido complejas —marcadas por épocas de colonización, sanciones y tensiones comerciales— mostrar humildad, curiosidad cultural y ganas de integrarse puede abrir puertas impensadas.

La gastronomía como lenguaje universal

La experiencia de Harare deja una enseñanza poderosa: en tiempos de polarización, la comida puede ser un lenguaje común. No hay pasaportes ni títulos que valgan cuando se entra a una cocina rural a moler maní a mano, prender leña o regatear cebollas.

Más allá del sabor, lo que más encantó fue ver a diplomáticos arremangándose, aceptando equivocarse, probando y disfrutando con sonrisas sinceras. Fue un golpe maestro de humanidad que, en plena época de desconfianza global, ofreció un reconfortante festín de cercanía.

Y al fin y al cabo, ¿qué es la diplomacia sino el arte de cocinar acuerdos?

“Ambassador, you are truly a daughter-in-law of Africa. I love it, I love it!”, escribía una mujer en redes. Porque en Zimbabue, cocinar también es una forma de pertenecer.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press