El Festival de los Panecillos en Hong Kong: Tradición, Misticismo y Cultura en las Alturas
La isla de Cheung Chau revive cada año un ritual único con niños flotantes y una intensa competencia nocturna para trepar la icónica torre de panecillos
Un festival centenario que resiste al tiempo
En el corazón de Hong Kong, en la pequeña pero vibrante isla de Cheung Chau, ocurre cada año un espectáculo sin igual: el Festival de los Panecillos. Más allá de una celebración local, esta fiesta centenaria es una manifestación cultural rica en historia, misticismo, competencia y unión comunitaria. La esencia del festival se remonta a una tradición taoísta que busca proteger a la comunidad de los malos espíritus y asegurar paz y prosperidad. Iniciado tras una epidemia devastadora hace más de un siglo, la comunidad de Cheung Chau recurrió a los dioses locales en busca de ayuda, ofreciendo panecillos al vapor como ofrendas para calmar a los espíritus. Desde entonces, el evento no solo sobrevivió —ha florecido.Los protagonistas: los niños flotantes del 'Piu Sik'
Uno de los aspectos más populares y visualmente impactantes del festival es el desfile "Piu Sik", que significa "color flotante". Durante esta procesión, los niños se visten como dioses legendarios, personajes históricos o figuras simbólicas y son colocados sobre tronos elevados mientras desfilan por las estrechas callejuelas de la isla. Desde lejos, da la impresión de que flotan sobre la multitud. La preparación para el Piu Sik es meticulosa. Las familias, junto con los organizadores comunitarios, diseñan los trajes a mano y preparan estructuras cuidadosamente balanceadas para sostener a los niños con seguridad durante horas. Para los pequeños seleccionados, ser parte del desfile representa un gran honor.La emblemática Torre de Panecillos
Cuando cae la noche, comienza la verdadera prueba de habilidad y valentía: la competición de escalada de la torre de panecillos. A medianoche, los participantes comienzan a trepar una enorme estructura en forma de cono, cubierta con cientos de panecillos de plástico. El objetivo es recolectar la mayor cantidad posible de estos, especialmente los ubicados en la cima, ya que simbolizan el mayor valor. Este evento casi desaparece en 1978 debido al colapso de una torre que resultó en varios heridos. Sin embargo, tras una larga pausa y mejoras significativas en las medidas de seguridad, se reanudó en 2005, para alegría de lugareños y turistas.Panecillos por la paz: el 'Ping On Bao'
Durante el festival, es común ver largas filas de personas esperando una bolsita de los famosos Ping On Bao, panecillos blancos al vapor marcados con caracteres chinos rojos que significan "paz" y "seguridad". Estos bollos, originalmente utilizados como ofrenda espiritual, han pasado a simbolizar la armonía en la comunidad.“El panecillo no es solo comida; es una oración que se come”, dice Lee Ka-Hing, residente local y voluntario del comité organizador.Se estima que durante la semana del festival se producen alrededor de 700,000 panecillos, y panaderías locales como la célebre Kwok Kam Kee trabajan sin pausa para satisfacer la demanda.
Turismo cultural en auge
Este evento atrae cada año a miles de visitantes de Hong Kong y del resto del mundo. En 2023, más de 85,000 personas se desplazaron a Cheung Chau para asistir al festival, según datos del Departamento de Turismo de Hong Kong. La afluencia de visitantes no solo ofrece un impulso económico a los negocios locales, sino que también permite compartir esta joya cultural con un público global. Las autoridades, conscientes del impacto positivo del festival, han invertido en infraestructura y transporte temporal para asegurar que los visitantes puedan disfrutar del evento sin congestiones ni contratiempos.Religión, superstición y modernidad
Aunque muchos consideran el Festival de los Panecillos como una tradición esencialmente cultural, continúa teniendo raíces profundamente religiosas. La influencia del taoísmo es visible en cada rincón del festival: desde las ceremonias previas hasta los trajes festivos y los altares montados en las casas y calles. Sin embargo, el evento ha sabido modernizarse sin perder su esencia. Desde 2015, una serie de medidas eco-sustentables han sido introducidas: la reducción del uso de plásticos, estructuras reciclables para la torre, y campañas de concienciación sobre el respeto ambiental.Impacto social e identidad cultural
En el contexto de una ciudad tan globalizada como Hong Kong, este festival desempeña un papel vital en la preservación de la identidad local. Para muchos jóvenes, participar en la preparación o ejecución del festival es una manera de reconectar con sus raíces. “Estuve fuera de Hong Kong por años, pero cada vez que regreso para el festival, siento que estoy en casa de nuevo”, relata Carmen Wong, estudiante universitaria que ayuda anualmente como voluntaria en el evento.Una tradición con futuro
El compromiso intergeneracional de los residentes de Cheung Chau garantiza que esta colorida tradición seguirá viva. Además, el gobierno ha propuesto añadir el Festival de los Panecillos a la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO. De conseguirlo, se aseguraría aún más su preservación y promoción a nivel internacional. Mientras tanto, continúa creciendo la popularidad del evento en redes sociales, donde etiquetas como #BunFestival y #CheungChau acumulan millones de visualizaciones, convirtiendo a esta celebración cultural en una sensación viral año tras año.¿Un festival en peligro?
A pesar de su éxito, algunos problemas amenazan la continuidad del evento como lo conocemos. La gentrificación de la isla y el aumento del turismo de masas podrían poner presión sobre los recursos y cambiar el carácter íntimo del festival. Por otro lado, los desafíos relacionados con el clima —como el aumento de temperaturas extremas y tormentas más frecuentes en el Pacífico asiático— amenazan con volver impredecible la logística del evento. En 2022, por ejemplo, una alerta de tifón obligó a cancelar varias actividades del desfile.Una experiencia para todos los sentidos
Visitar Cheung Chau durante el Festival de los Panecillos es sumergirse en una atmósfera donde lo místico y lo moderno se entrelazan. Desde los cánticos religiosos hasta el aroma de los bollos al vapor, desde los gritos de los niños flotantes hasta la emoción del público durante la escalada nocturna, cada instante es una cápsula vivencial que trasciende culturas y geografías. Para aquellos que buscan más que vacaciones tradicionales, este festival ofrece algo único: un lente profundo a la historia viva de la comunidad cantonesa, una comunión espiritual y visual donde cada panecillo simboliza no solo un alimento, sino un deseo: la eterna búsqueda de la paz y la felicidad compartida. Este artículo fue redactado con información de Associated Press