Nebraska al borde del colapso cannábico: ¿prohibición o regulación del THC derivado del cáñamo?

Un controvertido proyecto de ley amenaza con cerrar negocios, criminalizar abuelos y dejar millones de dólares fuera del fisco

Una industria creciente contra una legislación que retrocede

El estado de Nebraska se encuentra en el centro de una encendida controversia: un proyecto de ley que avanza en su legislatura amenaza con ilegalizar la mayoría de los productos que contienen tetrahidrocannabinol (THC) derivado del cáñamo. Esta medida podría afectar no solo a los negocios locales, sino también a miles de consumidores que se benefician de estos productos para tratar desde el insomnio hasta el estrés postraumático.

Andrea Watkins, fundadora de Kind Life Dispensary, una de las primeras tiendas que comercializó productos de cáñamo con THC en Nebraska, lo resume claramente: “Si esa ley se aprueba, tendremos que cerrar”. Fundada hace siete años, Kind Life cuenta hoy con tres tiendas en Lincoln, la capital estatal, emplea a ocho personas y tiene cientos de clientes regulares. Pero todo este ecosistema corre peligro.

El origen del THC legal: la Ley Agrícola de 2018

En 2018, el Congreso de los Estados Unidos aprobó una Ley Agrícola (Farm Bill) que legalizó la producción industrial de cáñamo, definiéndolo como cualquier derivado del Cannabis sativa L. con niveles de THC menores al 0.3% en peso seco. Aunque la medida estaba pensada para permitir el desarrollo de textiles, semillas o aceites no psicoactivos, se abrió una puerta inadvertida a productos psicoactivos como los de delta-8 y delta-10 THC al ser extraídos del cáñamo.

Desde entonces, han proliferado tinturas, gomitas, bebidas y cremas con THC derivado del cáñamo. Solo en Nebraska, más de 300 negocios venden este tipo de productos, según datos de la Asociación de Industrias del Cáñamo de Nebraska. Muchísimas personas los consumen por razones médicas, al no contar con acceso legal a la marihuana terapéutica.

¿Qué propone la nueva ley?

El nuevo proyecto de ley establece la criminalización de todo producto que contenga más del 0.3% de THC total por peso o más de 10 mg por paquete. De aprobarse, incluso las cremas tópicas quedarían prohibidas.

Durante los debates, la senadora Wendy DeBoer lanzó una crítica memorable al sostener que esto convertiría en delincuentes a “todas las abuelitas con artritis que usan cremas con delta-8”.

La propuesta incluye un periodo de gracia hasta fines de 2025 para “eliminar” estos productos, pero eso no consuela a muchos emprendedores ni a sus clientes, sobre todo personas mayores o con problemas de salud mental, para quienes estos productos representan alivio sin los efectos del opioides.

La voz de los expertos: ¿peligros reales o pánico moral?

La preocupación oficial se centra en los riesgos para los menores por productos con sabores a frutas o apariencia de dulces. Algunos legisladores alegan que niños han sido hospitalizados por consumir productos con THC sin saberlo.

Sin embargo, la doctora Andrea Holmes, experta en química orgánica especializada en cannabis y cofundadora de Kind Life, desmiente que los productos estén mal etiquetados o sean peligrosos: “Cada caso citado por los legisladores está fuera de contexto. Muchas veces los afectados también habían consumido alcohol u otras sustancias. Lo nuestro no es peligroso”.

Holmes defiende más regulación, no proscripción. “Como ocurre con cualquier industria, necesitamos trazabilidad, controles de calidad y licencias. Pero no es una solución prohibir todo. Lo que va a suceder es que crearán un mercado negro”, alertó.

Números que importan: ¿cuánto vale esta industria?

Según el U.S. National Cannabinoid Report de 2023, la industria de productos con cannabinoides derivados del cáñamo genera en Nebraska:

  • Más de 1,600 empleos directos
  • Al menos $8 millones en impuestos potenciales

Prohibir estos productos en medio de una crisis presupuestaria golpeará aún más las arcas estatales.

El legislador demócrata John Cavanaugh propuso una alternativa: crear un sistema regulatorio estricto similar al que usan estados como Colorado u Oregón. Sin embargo, los intentos por frenar el avance de la prohibición han fracasado hasta ahora.

El papel del fiscal general Mike Hilgers

El fiscal general de Nebraska, Mike Hilgers, lleva una campaña abierta contra las tiendas que venden productos con THC derivado del cáñamo. Ha enviado cartas de cese y desista a decenas de negocios y ha iniciado demandas contra otros. Argumenta que protegen a los consumidores de productos “mal rotulados” o con “sustancias controladas”.

En septiembre de 2023, Hilgers demandó a cuatro empresas en Norfolk, Nebraska. “Ninguno de los productos que analizamos estaba correctamente etiquetado. Muchos tenían más de lo permitido e incluso sustancias prohibidas. Estamos tomando medidas para limpiar Nebraska”, dijo entonces.

¿Una cruzada moral o una tendencia nacional?

La lucha contra los productos con THC no es exclusiva de Nebraska. Estados como Alabama, Tennessee, Texas e incluso Florida (todos de mayoría republicana) han avanzado en restricciones. Sorprendentemente, también California, un estado demócrata donde el uso recreativo es legal, prohibió en 2023 los alimentos y bebidas que incluyan THC derivado del cáñamo.

Este patrón muestra que tanto los estados conservadores como los más progresistas están intentando regular esta “zona gris” legal. El problema es que sin una regulación clara a nivel federal, muchos negocios quedan atrapados entre lo legal y lo ilegal.

¿Por qué importa esto fuera de Nebraska?

La lucha en Nebraska es solo un capítulo de un debate más amplio en Estados Unidos sobre qué hacer con los derivados del cannabis. Mientras más estados legalizan el uso recreativo, otros buscan retroceder regulaciones por miedo, presión política o intereses económicos.

Pero el consenso entre expertos es claro: sin un marco legal claro que regule los productos con cannabinoides derivados del cáñamo será el consumidor —y no solo el emprendedor— quien pague el precio.

Como dijo un cliente habitual de Kind Life: “Yo tengo PTSD (trastorno de estrés postraumático) y gracias a estas gomitas duermo. Si me lo prohíben, ¿tengo que volver al clonazepam?”

La respuesta aún la está escribiendo el legislativo de Nebraska. Pero el reloj corre y los negocios, consumidores y defensores esperan una solución basada en ciencia, salud pública y sentido común. ¿Será así?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press