Trump vs. la Cultura: El Fin del NEA y la Cruzada Contra el Arte 'Woke'
La administración Trump acelera la eliminación de la Fundación Nacional para las Artes (NEA), provocando un terremoto en el ecosistema cultural de EE.UU. mientras impulsa su agenda conservadora
Una sentencia cultural: el fin de la NEA
La administración del presidente Donald Trump ha formalizado su intención de eliminar por completo la National Endowment for the Arts (NEA), una agencia federal establecida en 1965 que ha sido pilar del financiamiento cultural en Estados Unidos durante casi seis décadas. Según la propuesta presupuestaria más reciente de la Casa Blanca, el organismo, que otorga cientos de millones de dólares anuales a instituciones artísticas y creadores independientes, desaparecerá como parte de lo que Trump ha denominado una "purga de influencias woke".
El desmantelamiento paulatino
La disolución del NEA no ha sucedido de golpe. En semanas recientes, decenas de organizaciones han sido notificadas de que sus subvenciones han sido rechazadas o rescindidas. Entre ellas se encuentran la reconocida “Berkeley Repertory Company” y Three Percent, un centro de literatura en traducción con sede en la Universidad de Rochester. Además, se ha pedido la renuncia voluntaria o el retiro obligado de varios empleados de alto nivel.
Michael Orlove, director de asociaciones estatales y locales dentro de la NEA, anunció su dimisión citando la situación como insostenible. "Dadas las circunstancias actuales, fue la mejor opción para mí y mi familia", explicó en un boletín.
¿Quién define lo que vale la pena financiar?
Una fuente interna compartió un correo electrónico en el que la NEA explicaba su nuevo criterio de financiamiento. A partir de ahora, solo recibirán apoyo los proyectos enfocados en:
- Celebrar el 250.º aniversario de la independencia estadounidense
- Universidades históricamente afroamericanas (HBCUs)
- Empoderar iglesias y centros religiosos para servir a sus comunidades
- La recuperación ante desastres
- Formación de habilidades técnicas y oficios
- Veteranos y miembros del ejército
- Comunidades tribales
- El proyecto “Make America Healthy Again” liderado por Robert F. Kennedy Jr.
Esta selección marca un giro político evidente, subordinando el criterio artístico a los intereses ideológicos de la Casa Blanca. La administración también ha impulsado fondos para el controvertido “National Garden of American Heroes”, una colección de estatuas que incluiría desde Franklin hasta Kobe Bryant.
Donald Trump y su guerra declarada contra el arte liberal
Trump ha intensificado lo que críticos describen como una cruzada contra la cultura liberal. Ya había solicitado en su primer mandato la disolución del NEA, pero el Congreso restauró los fondos. Esta vez, su ofensiva ha ido más allá del presupuesto: también ha implementado cambios directivos en el Smithsonian Institution, el National Endowment for the Humanities (NEH) y el Kennedy Center.
Este viraje autoritario se extiende a otras áreas. Recientemente, emitió un memorando revocando las credenciales de seguridad de al menos 15 individuos, incluidos abogados y exfuncionarios considerados adversarios políticos. La acción provocó una demanda judicial del abogado Mark Zaid, quien alega represalia política ilegal.
Un ataque con antecedentes históricos
Los esfuerzos por desmantelar la NEA no son nuevos. En los años 80, el presidente Ronald Reagan intentó eliminarla, pero se retractó tras un informe que demostraba los beneficios económicos de la subvención artística. En los 90, el senador republicano Jesse Helms protagonizó una feroz campaña contra la institución por financiar artistas como Robert Mapplethorpe, acusados de blasfemia y obscenidad.
A pesar de esos embates, subsistió gracias a compromisos bipartidistas que reconocieron el valor del arte como motor cívico, educativo y económico.
¿Qué perdería EE.UU. sin el NEA?
El impacto del cierre de la NEA sería devastador para el mosaico cultural estadounidense. Desde su creación en 1965, ha financiado más de 160,000 proyectos. Según datos de la propia agencia, cada dólar invertido por el NEA genera hasta nueve dólares en inversión privada y estatal.
Además, ha sido incubadora de talento seminal. Dos de los ganadores del Pulitzer en 2025—Percival Everett (ficción) y Marie Howe (poesía)—son antiguos beneficiarios de subvenciones para escritura creativa del NEA.
También tiene un papel crucial en zonas rurales y marginadas. El 40% de sus fondos benefician a comunidades con bajos recursos, y otro 14% apoya a personas con discapacidades o veteranos. En palabras de Jane Chu, exdirectora del NEA, "la cultura no solo decora una nación, la define".
Una ideología que se impone sobre el pluralismo
El objetivo actual parece menos relacionado con ahorros fiscales —el presupuesto total del NEA representa menos del 0.004% del gasto federal— y más con una ofensiva ideológica para moldear la cultura desde una óptica conservadora y nacionalista.
Al priorizar proyectos religiosos, militares y simbólicos como el jardín con estatuas patrióticas, se está favoreciendo una noción monolítica e ideológicamente cargada del arte estadounidense.
El golpe afecta especialmente a sectores de arte contemporáneo, contracultural o comprometido socialmente. También impacta a minorías que habían encontrado en estas subvenciones espacios de representación.
¿Y el Congreso?
A diferencia de 2017, cuando el Congreso restauró el presupuesto del NEA, ahora existe incertidumbre política. Con una Cámara de Representantes dividida y un Senado que ya no cuenta con mayoría demócrata, el futuro de la fundación está en vilo.
Artistas internacionales, académicos y organismos como PEN America han alzado la voz. Suzanne Nossel, directora de esta organización defensora de la libertad de expresión, expresó: "Eliminar el NEA sería amputar una de las extremidades culturales de nuestra democracia".
La escritora Joyce Carol Oates tuiteó: "Sin una política cultural independiente, lo que queda es propaganda".
Un espejo cultural roto
En última instancia, esta historia va más allá de una línea presupuestaria: refleja la batalla por el alma cultural del país. El arte, por su naturaleza, desafía cánones, estimula la crítica y expone realidades incómodas. Al intentar controlar sus fuentes de financiamiento y estructura institucional, el gobierno emprende un proyecto de censura disfrazado de reestructuración.
Una nación que silencia a sus artistas socava su capacidad de autorreflexión, crítica democrática y memoria histórica. Si la cultura es memoria viva, los ataques al NEA son intentos de reconfigurar esa memoria desde una óptica oficialista.
El escritor estadounidense Kurt Vonnegut dijo una vez: "El arte es la única prueba real que tenemos de que el ser humano tiene alma". Y hoy, con el cierre del NEA pendiendo de un hilo, esa alma se siente peligrosamente amenazada.