Vuelo bajo tensión: los Black Hawk del Ejército y el peligro latente en el espacio aéreo de Washington
Tras una tragedia aérea mortal y nuevos incidentes con helicópteros cerca del aeropuerto de Reagan, surgen serias dudas sobre la seguridad aérea en la capital de EE.UU.
Una amenaza que sobrevuela Washington
El Ejército de Estados Unidos ha ordenado una pausa en las operaciones de vuelo de helicópteros Black Hawk cerca del Aeropuerto Nacional Ronald Reagan en Washington, D.C., tras varios incidentes recientes donde aeronaves comerciales tuvieron que abortar sus aterrizajes.
Esta decisión se produce meses después de un accidente fatal ocurrido en enero de 2024, cuando un avión de pasajeros chocó en el aire con un helicóptero Black Hawk, resultando en la muerte de 67 personas. Fue el peor desastre aéreo en el espacio aéreo estadounidense en más de dos décadas. Desde entonces, la preocupación por la seguridad aérea en la capital estadounidense no ha hecho más que crecer.
El incidente que encendió las alarmas
El pasado jueves, dos aviones —un Airbus A319 de Delta Airlines y un Embraer E170 de Republic Airways— tuvieron que realizar maniobras de go-around (abortar aterrizaje) debido a la presencia de un helicóptero militar en el mismo espacio aéreo. Según la Administración Federal de Aviación (FAA), el helicóptero era parte del llamado ‘priority air transport’ del Ejército, una unidad que tiene como objetivo transportar a altos oficiales del Pentágono.
La nave involucrada pertenecía al 12º Batallón de Aviación, que se encarga del traslado aéreo prioritario. Las fuentes militares informaron que el helicóptero UH-60 Black Hawk volaba bajo rutas aprobadas por la FAA y que fue dirigido por el control de tráfico aéreo del Pentágono a realizar una maniobra sobrevolando el helipuerto cercano al edificio.
Heridas abiertas tras la tragedia de enero
El accidente mortal de enero entre un Black Hawk y un avión comercial se convirtió en un punto de inflexión. La colisión no solo cobró vidas sino que también destapó una lista creciente de "casi colisiones" (near miss) en la zona de Reagan. Según la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB), el aeropuerto ha registrado un alarmante número de incidentes con potencial de resultar en tragedias. En palabras de un funcionario de la NTSB:
“Es inaceptable que se necesite una catástrofe para tomar medidas sobre los riesgos conocidos en el espacio aéreo capitalino.”
Fue ese mismo Black Hawk conocido como PAT25 el involucrado en la catástrofe de enero, lo cual ha generado serias dudas sobre la política que permite que helicópteros militares y aviones comerciales compartan rutas tan cercanas.
Cambios regulatorios, ¿suficientes?
En marzo, la FAA emitió una nueva normativa prohibiendo oficialmente que cualquier helicóptero (incluidos los militares) opere en el mismo espacio aéreo que los aviones comerciales cerca del aeropuerto Reagan. Sin embargo, los nuevos incidentes dejan claro que, ya sea por procesos de excepción para helicópteros de "transporte prioritario", o por mala coordinación, estas prácticas siguen ocurriendo.
El Departamento del Ejército ha informado que la pausa en los vuelos permanecerá vigente mientras se revisan los protocolos de seguridad y comunicación con los controladores aéreos. En palabras de uno de los oficiales anónimos que confirmaron la pausa:
“La seguridad de los ciudadanos y del personal militar es la prioridad. Debemos evitar otro escenario como el ocurrido en enero.”
Reagan: aeropuerto de alto riesgo
El Aeropuerto Nacional de Reagan es conocido por sus complejas aproximaciones y despegues debido a su proximidad con el Capitolio, el Pentágono, y otras zonas restringidas. Estas condiciones ya hacen que su tráfico aéreo sea uno de los más delicados del país.
Según un reporte reciente del NTSB, el aeropuerto ha estado involucrado en más de 20 near misses en los últimos cinco años. Los expertos en aviación vienen advirtiendo desde hace tiempo que la operatividad conjunta de aeronaves militares y civiles sin separación clara representa un grave riesgo.
Un precedente preocupante
El accidente de enero nos recordó al trágico incidente del 25 de octubre de 1996, cuando un Learjet 35 y un helicóptero de la Marina colisionaron en Coronado, California, lo que resultó en múltiples muertes. En ambos casos, las investigaciones apuntaron a deficiencias en la coordinación entre controladores aéreos civiles y militares.
De acuerdo con la FAA, una de las lecciones principales de la historia es que los espacios aéreos complejos deben tener reglas estrictamente separadas entre aviación civil y la militar. Algo que, evidentemente, no ha sido completamente adoptado en la operativa del aeropuerto de Reagan.
Helicópteros: elementos imposibles de ignorar en el D.C. político
Washington, D.C., es una de las pocas ciudades del mundo donde el uso de helicópteros militares y policiales es parte esencial del día a día. Desde evacuaciones médicas de emergencia, hasta el transporte rutinario de figuras clave del gobierno, estos aparatos no pueden simplemente desaparecer del cielo capitalino.
Y es aquí donde surge el dilema: ¿cómo equilibrar esa necesidad operativa con la **seguridad de miles de pasajeros comerciales** que aterrizan o despegan cada hora desde Reagan? La respuesta aún parece esquiva.
¿Qué sigue para el Ejército?
El 12º Batallón de Aviación había comenzado su plan de reanudar vuelos progresivamente después de la tragedia de enero. El esquema contemplaba una incorporación paulatina de vuelos durante las siguientes semanas. Sin embargo, con esta nueva pausa, el Ejército deberá revaluar sus estrategias de vuelo en zonas urbanas densamente pobladas y con aeropuertos civiles de alta actividad.
En un comunicado interno visto por CNN, el Pentágono habría solicitado al Departamento de Defensa revisar el Memorando de Entendimiento con la FAA sobre uso compartido del espacio aéreo en zonas críticas, considerando los sucesos recientes.
¿Podrían desaparecer los helicópteros militares del D.C. urbano?
Eliminar del todo las operaciones de los Black Hawk en el Distrito de Columbia parece poco factible en el corto plazo. No obstante, las nuevas investigaciones del NTSB podrían forzar a una redefinición del uso del espacio aéreo, incluyendo:
- Zonas de vuelo restringido permanentemente para helicópteros militares en horarios de alto tráfico comercial.
- Protocolos más estrictos de coordinación entre controladores del Pentágono y la FAA.
- Revisión del estatus legal y operativo de las misiones de "transporte prioritario".
La presión política también comienza a sentirse, especialmente después de que varios senadores y representantes del Congreso solicitaran abrir audiencias públicas sobre la gestión del espacio aéreo capitalino y el rol de helicópteros militares en áreas civiles.
Una frágil separación entre tragedia y rutina
Estos sucesos recientes advierten que la frontera entre seguridad nacional y seguridad civil está cada vez más desenfocada en el cielo de Washington, D.C. Y mientras continúe sin reformarse totalmente el sistema de coordinación, los incidentes podrían repetirse... o incluso escalar nuevamente hacia tragedias fatales.